lunes, 24 de octubre de 2011

Apuntes autobiográficos del misionero Federico H. Gray. (III parte)

"... En mayo fui a Gijón para ayudar en los cultos durante la ausencia de don Juan Biffen, así pude ver el nuevo edificio, ya terminado, y los cultos animados y bien asistidos, y tuve el gusto de reanudar la amistad y comunión con don Félix Tornadijo, su señora y familia, y conocer más íntimamente a varios creyentes y celebrar algunos cultos.
Más tarde, en el mes de junio, celebramos un servicio de bautismo, cuando ocho creyentes dieron testimonio de su fe y se identificaron con su Salvador en su muerte, entierro y resurrección. Estuvo con nosotros en esta ocasión don Francisco Dueñas, de Benavente, y relató la historia de su maravillosa conversión, que dejó muy conmovidos a muchos. El domingo siguiente todos participaron de la Cena del Señor en cumplimiento del mandato del Señor: “Haced esto en memoria de Mí”. Un poco más tarde visitamos Salamanca y tuvimos muy buenos cultos en casa de doña Carmen Alcón, empezando con la Cena del Señor, y por la tarde la Escuela Dominical y, finalmente, un culto de evangelización; en ésta don Benigno González hace una labor muy provechosa, especialmente en el ministerio de la Palabra. A continuación llegué hasta Benavente, donde hubo un hermoso culto en casa de un buen hermano.
En el mes de julio de 1.936, con el cambio de Régimen y la guerra consiguiente, nos hallábamos en una situación apurada debido a que no nos llegaba correspondencia extranjera, y, por consiguiente, los señores Clarke y un servidor apelamos al Cónsul Británico en Vigo, y por órdenes suyas salimos de Valladolid por ferrocarril, llegando a Vigo a las 17,30 el domingo 9 de agosto. El día después ellos embarcaron para Inglaterra en la “Mala Real Inglesa”, pero a mí me parecía, después de consultar al Señor, que debiera quedar en España cumpliendo mi misión entre las Iglesias Evangélicas de Galicia. Después de varios días fui invitado por los ancianos de dicha Iglesia a que me hospedara en casa de don Tomás Berkley, quien se hallaba ausente en Inglaterra, y él mismo me escribió muy cariñosamente, poniéndola a mi disposición durante mi estancia allí.
Al principio pensaba que ausencia de Castilla sería corta, pero una vez que comprendí la extensión de la obra con sus varios centros y la ausencia de tantos misioneros, me di cuenta que quizá se prolongaría mucho; así que mi buen colaborador don Mariano San León asumió toda la responsabilidad de las congregaciones evangélicas en aquella región de Valladolid. Por unas semanas quedó allí don Guillermo Willies ayudándole, pero, desafortunadamente, quedó detenido y expulsado de España.
Los primeros meses los dediqué a la obra en Vigo en unión con los ancianos y la congregación, y disfrutamos de mucha comunión fervorosa en los cultos; luego llegué a Marín, en donde me gocé mucho con los señores Turrall y en las reuniones tan concurridas y tan provechosas; después en Santo Tomé disfruté del mismo modo del amor fraternal de todos los hermanos; en estas tres asambleas me fue concedido el privilegio de ministrar la Palabra del Señor. Cuán dichoso me hallaba entre todos después de haber pasado tantos años sin ver a la mayoría de ellos. Al fin del año me volví a Marín para estar presente en la bien conocida fiesta de fin de año. Con himnos de alabanza, acciones de gracias, oraciones de fe y mensajes dirigidos por varios siervos de Dios, de exhortación y amonestación a los creyentes, y llamadas evangélicas y avisos urgentes a los no salvos, pasamos las últimas horas del año viejo y entramos en el nuevo con la bendición de Dios..."


(Continuará)

Revista "Edificación cristiana", (Nov-Dic de 1.964)

lunes, 17 de octubre de 2011

Apuntes autobiográficos del misionero Federico H. Gray. (II parte)

“...Dimos principio al 1.934 celebrando la Semana Universal de Oración, seguida de las festividades de los niños, que, dirigidos por don Mariano San León, nos dieron dos noches de placer y satisfacción, recitando sus poesías y cantando sus villancicos e himnos con entusiasmo y alegría. En febrero pasé buena parte del tiempo visitando en Benavente y los pueblos cercanos y tratando de animar a los creyentes residentes allí, además de atender a algunos asuntos relacionados con la obra que había hecho el señor Shallis. Más adelante varios misioneros vinieron para ayudar en los cultos y Clases Bíblicas. Al fin de abril asistí al Congreso Evangélico en Madrid, al cual vinieron bastantes creyentes de varias partes del país, atraídos por los excelentes discursos, llenos de provechosas exposiciones doctrinales.
De allí, acompañé al señor Buffard a Valdepeñas y otros centros, en donde bastantes almas oyeron los mensajes del glorioso Evangelio; luego salimos para Valencia, pasando por Albacete, Chinchilla y Almansa, repartiendo centenares de tratados hasta llegar a Valencia, al anochecer. Nos quedamos allí el domingo e invitados por los dirigentes de dos Iglesias Bautistas predicamos en ambas, alternando mañana y tarde. El lunes continuamos nuestro viaje temprano y desayunamos en Castellón, comimos en la playa cerca de Tortosa y llegamos a Barcelona por la tarde. Don Percy pasó una temporada con sus amigos y un servidor fue hospedado en casa de don Samuel Payne, y cuánto me gocé hallarme entre tantos amigos antiguos y algunos nuevos, y estar en los cultos con tan armoniosa comunión y mensajes hermosos.
De allí volví a Madrid y pasé algunos días visitando los colegios y las capillas de Trafalgar y Tetuán y dando alguna meditación a unos y otros. Invitado por los señores Trenchard, me llegué a Toledo, y mucho me interesó visitar e investigar los edificios que hacen aquella ciudad un museo de extremo interés. De regreso a Madrid tuvimos una reunión juvenil en Trafalgar, en que hice una llamada a los jóvenes a que abandonasen los deseos perversos y buscasen lo bueno y lo noble con afán. En camino a casa me detuve en El Escorial para visitar a un joven desorientado a quien había procurado llevar a Cristo, pero no quiso verme. ¡Qué triste caso!
En el mes de julio nos visitaron el señor Strachan y don Samuel Palomeque, y éste último nos dio un discurso elocuente y convincente sobre “El Curso y el Fin del Mundo”, en el Cinema La Fuente. Varios siervos del Señor nos prestaron su ayuda de diferentes maneras para esparcir las verdades cristianas en estos meses de otoño, y en noviembre logré asistir al entierro de nuestro amado hermano, el bien conocido colportor, don Ventura Vidal, en cuya casa durante muchos años se celebraron los cultos, honrando así el nombre del Señor. A petición de la familia, un servidor dirigió el culto en el cementerio, y don Eduardo Turrall elevó una sentida oración y don Juan Varetto pronunció un mensaje conmovedor de consolación al numeroso acompañamiento, y, sin duda, los muchos miembros de la familia presentes quedaron muy confortados.
Para terminar el año celebramos una campaña de evangelización dirigida por el renombrado evangelista don Samuel Palomeque, y sus insistentes llamadas a las almas para entregarse a Cristo impresionaron hondamente a muchas almas y algunas aceptaron al Salvador con gozo, esto nos llevó a bendecir a Dios por esta nueva manifestación de su amor y poder. Al empezar el año 1.935 Dios me infundió nuevas fuerzas dándome un mensaje del Salmo 119, “Sostenme y Susténtame”, que me hizo sentir más que nunca la intensa y urgente necesidad del apoyo y esfuerzo divinos, y la Semana de Oración vino a confirmar la mucha necesidad de esta súplica. A mediados del mes me trasladé a Madrid y el Señor me concedió una serie de excelentes cultos en Duque de Sesto y, además, en Tetuán y Trafalgar, experimenté mucha ayuda del poder del Espíritu Santo. Volviéndome en abril a la comarca de Benavente, y reuniéndome con don Audelino y don Gabriel, celebramos varios cultos en Benavente mismo y La Torre y Castrogonzalo, procurando exponer la preciosidad de la sangre de Cristo para nuestra redención y santificación. Volví a Valladolid para “Semana Santa”, y don Mariano y un servidor compartimos los cultos, ensalzando el infinito valor del sacrificio del Hijo de Dios para salvar y libertar los pecadores arrepentidos de la esclavitud de Satanás y de la condenación.
El lunes, después del domingo de la gloriosa resurrección, recibimos la tristísima noticia del fallecimiento de nuestro querido hermano don Gabriel Bermejo, y, en seguida, me puse en camino para Castrogonzalo. Cuánta pena me causó entrar en aquella casa donde sólo diez días antes le había dejado relativamente bien, y ahora hallar una viuda con sus tres hijitos. El día siguiente se efectuó el entierro en medio de una lluvia torrencial, estando presentes don Juan Biffen, su cuñado; don Audelino González y un servidor y varios hermanos y amigos, pero el tiempo impidió que celebrásemos el acto como deseábamos, así arreglamos cultos memoriales en Castro y Benavente las noches siguientes. ¡Cuán incomprensibles son los caminos del Señor!, pero siempre nos doblegamos ante la santa voluntad de Dios...” (Continuará)


Revista "Edificación cristiana", (Nov-Dic de 1.964)

lunes, 10 de octubre de 2011

Apuntes autobiográficos del misionero Federico H. Gray (I parte)

En la revista “Edificación cristiana” de Septiembre-Octubre de 1.964 encontramos la siguiente información del misionero Federico H. Gray sobre su ministerio en España:

“...En el mes de marzo de 1.930 se solemnizó el casamiento de don Mariano San León con doña Encarnación Gil; ante numerosa concurrencia, el acto religioso se celebró en la Capilla Evangélica de Valladolid, y don Tomás Rhodes dio a la feliz pareja un mensaje de sabios consejos y palabras.
El 21 de abril fui a Madrid para una serie de reuniones y pasé una semana muy grata con el querido don Tomás. De allí salí con don Percy Buffard para Valdepeñas y continuamos a Despeñaperros, en donde me encontré con don Miguel Aguilera. Con este bien conocido evangelista visitamos Las Navas, Sta. Elena, Linares y La Carolina, dando a todos exhortaciones y mensajes de la Palabra; luego volvimos a Valdepeñas, en donde di una serie de estudios sobre la segunda venida del Señor. Antes de volver a Madrid fuimos a Almodóvar y Puertollano, regresé a casa el 9 de mayo, deteniéndome un día en Ávila.
Al fin del mes tuvimos el bautismo de cuatro creyentes, quienes ya habían manifestado su fe en el Salvador, muy gozosos y agradecidos al Señor por su ingreso en la iglesia.
Invitados por unos muy amados amigos, pudimos en el otoño pasar unas semanas de descanso en Inglaterra, y volver dando alabanzas a Dios por el beneficio de esta vacación de grato reposo.
En la primera parte de 1.931 fuimos a Castro-Gonzalo y León, para consolar y animar a las congregaciones, especialmente en la última asamblea, donde había fallecido un amado hermano. Más adelante pasamos una corta temporada en Santander y fuimos con el colportor a Medina del Campo y Salamanca para trabajar en las ferias y circular las Sagradas Escrituras. Como en aquel tiempo teníamos libertad religiosa, mandamos construir una caseta portátil y la colocamos en el Campo Grande durante la Feria Anual; con una hermosa colección de Biblias, Nuevos Testamentos y literatura evangélica exhibida al público. Varios hermanos colaboraron con nosotros en esta campaña y logramos circular gran cantidad de libritos y tratados gratis, además de vender más de mil ejemplares de las Sagradas Escrituras y otras obras de sana y amena literatura.
Nunca descuidamos las visitas personales a los creyentes y amigos, procurando un rato de lectura bíblica y conversación, pero especialmente a los enfermos, moribundos y desconsolados. En octubre tuvimos la satisfacción de bautizar a cinco convertidos que habían expresado el deseo de obedecer al Salvador y confesar su fe en las enseñanzas apostólicas según constan en los Hechos de los Apóstoles.
En el principio del año 1.932 sufrimos una pérdida de un joven muy fiel y celoso en seguir a su Maestro y Salvador, pues durmió en el Señor el querido Juan San León y mucho lo echamos de menos.
El 15 de febrero don Arturo Shallis, quien durante varios años había venido trabajando y sembrando las palabra divina en Benavente, por fin logró organizar la apertura del testimonio evangélico en este pueblo; con la ayuda valiosa de don Miguel Aguilera, célebre evangelista. Este dio en el Cinema Benavente una conferencia pública que impresionó favorablemente a la numerosa asistencia, y el día siguiente se inauguraron los cultos en un local, en donde continuaron bastante tiempo. Invitado por don Arturo, un servidor tuvo el placer de compartir con otros siervos del Señor en esta campaña, de la cual el Salvador se valió para salvar algunas almas que luego formaron una pequeña iglesia de Cristo allí.
En el año anterior don Ernesto Trenchard había empezado un curso de estudio bíblico en Arenas de San Pedro, y para este año había invitado a don Miguel Aguilera y a un servidor para dar las clases a un grupo de jóvenes, uno de los cuales se rindió de todo corazón al Salvador para consagrar su vida a trabajar en extender el Evangelio. Mientras estábamos allí llevábamos una vida sencilla y campesina que mucho nos favoreció en nuestra vida espiritual.
Al llegar el otoño colocamos de nuevo nuestra Caseta Bíblica y con varios ayudadores trabajamos dando testimonio de nuestra plena confianza en Cristo y expendiendo las Sagradas Escrituras, repartimos a numerosas almas interesadas una buena cantidad de literatura evangélica.
Al principio de octubre emprendí otro viaje a Valdepeñas para tomar parte en una Conferencia, pero una tarde recibí un telegrama inesperadamente anunciándome que mi querida esposa se había puesto gravemente enferma de repente. Después de implorar la ayuda del Señor en cuanto al viaje tan largo a casa, con varios íntimos y cariñosos amigos, decidimos salir inmediatamente en automóvil y de noche para Valladolid, y llegamos allí de madrugada, hallando la paciente en estado muy grave. ¡Cuántas gracias di a Dios al hallarla todavía con vida! Luego mejoró un poquito y pudo asistir una vez a la Cena del Señor, pero vino una recaída y fue lentamente empeorando hasta el 21 de febrero de 1.933, cuando sufrió un colapso y pasó tranquilamente a la presencia del Señor, a quien había servido con tanto amor y con toda su alma. Según el mismo médico había trabajado tan enérgicamente, agotando todas sus fuerzas con exceso de beneficiar a otros. Dos días más tarde llevamos sus restos mortales a descansar hasta la venida del Señor, en el Cementerio civil, viniendo don Arturo Shallis y don Arturo Chappell para celebrar los cultos funerales en la casa, en la capilla y, finalmente, en el Cementerio, a las once.
Después de 33 años de vida y servicio unido y consagrado al Señor, qué solitaria parecía mi vida al tratar de continuar mis trabajos sin su ayuda, pero nuestro Padre celestial nunca nos falta y Él fue mi consuelo y sostén. Recibí muchísimas visitas y cartas de condolencia y cariñosa simpatía en aquellos días, correspondiendo con mi agradecimiento a los amados hermanos, quienes procuraban consolarme y animarme a seguir adelante, contando con la presencia de mi mejor Amigo y Consejero, Jesucristo.
Al fin de marzo mis buenos amigos, señores Rhodes, me invitaron a pasar una temporada con ellos, ocupando el tiempo principalmente con una serie de reuniones y visitas, y al regresar a Valladolid el colportor, con un servidor, nos dedicamos unas semanas a trabajar en la Caseta en las Moreras, que nos dio oportunidad de despachar buen número de Biblias y prociones de las Escrituras y conversar con las muchas personas que nos visitaban.
El 19 de junio fuimos muy penosamente sorprendidos por un telegrama de Inglaterra anunciándonos que don Arturo Shallis había fallecido inesperadamente después de una operación, y pidiéndonos que comunicáramos esta triste noticia a su esposa, quien se hallaba en Castrogonzalo con su hijo, cuidando de la obra. Doña Josefina Greening se fue tan pronto como pudo a este pueblo para darles este penoso informe, y doña Elena Shallis y su hijo se dispusieron precipitadamente y marcharon a Inglaterra en seguida para estar presentes en el entierro, el segundo de este año.
Un servidor también salió más tarde para Inglaterra para pasar una breve estancia con la familia de mi amada esposa y ver los miembros de mi familia y, al mismo tiempo, ponerme bajo tratamiento médico, porque después de lo que había sucedido en los meses pasados no me encontraba nada bien. Pronto volví a España, desembarcando en La Coruña, pasando unos días muy agradables con los señores Payne, y llegando a Valladolid el 14 de septiembre, hallando todo bien.
Mientras los señores Clarke habían tomado posesión de mi casa, dejándome el despacho y dormitorio y permitiendo que tomara mis comidas con ellos. Este arregló resultó muy satisfactorio y así seguimos tres años, hasta que se vieron obligados a volver a Inglaterra.
Al llegar las Ferias Anuales en septiembre, otra vez establecimos la Caseta Bíblica, y durante esta temporada de tres semanas tuvimos mucha ayuda de nuestros consiervos, con resultados muy favorables, hasta de los mismos feriantes nos fueron favorables y amistosos.
En octubre me fui a Benavente y, encontrándome con tan buenos amigos y colaboradores con don Audelino González y don Ventura Vidal, pudimos dar algunas conferencias con numerosos simpatizantes; más tarde llegó don Gabriel Bermejo, quien ya ocupaba el puesto del inolvidable señor Shallis en esta comarca, y todos pudimos visitar Castrogonzalo y Fuentes, tratando así de fomentar la obra. Después de volver a casa nos hizo una breve y provechosa visita don Percy Buffard, y en diciembre nos prestaron la ayuda de su presencia don Gabriel y don Vicente, predicando el Evangelio en nuestro Aniversario. Luego terminamos el año celebrando el consabido culto de vigilia con acciones de gracias y alabanzas a Dios y mensajes alentadores para el Nuevo Año...”


Continuará

Foto: Federico Gray y su esposa Florencia (Año 1924)

lunes, 3 de octubre de 2011

XVIII CONFERENCIA ANUAL DE MADRID. (Octubre de 1.964)

Seguimos “rescatando” reseñas de lo que fueron las famosas conferencias de Octubre en la iglesia de Trafalgar, 32 (Madrid). En esta ocasión presentamos la XVIII Conferencia según reseña aparecida en la revista “Edificación Cristiana”, en fecha de septiembre-octubre de 1.964:

“La decimoctava conferencia no es ya un programa a cumplir, sino que es objeto de crónica y comentario de quienes habiendo asistido, vueltos a sus lares cuentan en sus casas e iglesias lo que han visto, oído y sentido. Porque, ver a los santos congregados, oir la Palabra, y sentir profundamente la presencia del Señor, son tres experiencias que resultan de promover la vida espiritual, en aplicación de sencillos postulados nuevo-testamentarios, “Juntos”, “La Palabra”, “El Señor”, todo ello envuelto en un espíritu de oración.
Cuatro días, amén del culto de Apertura y Bienvenida, de apretado trabajo espiritual. Sería excesivamente extenso reseñar todo este trabajo en su precioso detalle, ya que todas las actividades y cultos de la Iglesia, tuvieron su lugar y hora. Obreros del Señor y Ancianos de las asambleas, en cálidos cambios de impresiones sobre la Obra y su desarrollo en España, reuniones de juventud, se Señoras y Señoritas, Predicación de la Buena Nueva, Ministerio de la Palabra, Estudio Bíblico, Escuela Dominical y Culto de Adoración.
Creemos que la conferencia toda se ha movido alrededor del sencillo y a la vez sólido bloque de doctrina ministrada en el Estudio Bíblico, estructurado esta vez en el grave y reflexivo texto de la Epístola a los Efesios.
Nuestras mentes renovaron, con la claridad de las ideas expuestas con orden y vigor, por D. Fernando Pujol, la firme convicción de una “Iglesia elegida en Cristo”.El crecimiento y el Ministerio en la Iglesia” son temas que en la Epístola a los Efesios tienen una diafanidad tal que cualquier incorporación de conveniencias episódicas, a través de los siglos y las civilizaciones, queda evidente en seguida como cuerpo extraño e inconveniente. Don Ernesto Trenchard dirigió la atención de nuestras mentes hacia el contenido elemental e incontrovertible del texto paulino. La parte práctica de la epístola, desglosada en dos extensos y ordenados estudios, a cargo de don Pablo Wickhan y don Eric Bermejo, titulados: “La iglesia de los Hijos de Luz” y la “Iglesia Militante”, dejó una impresionante evidencia de la necesidad de mantener estrechamente vinculada la dirección vital de nuestros actos, al repertorio de nuestras convicciones cristianas, confiando en la guía y poder del Espíritu Santo.
No podemos por menos que dar gracias al Señor por su cuidado al levantar en estos cuatro días un monumento (en el más estricto sentido de esta palabra) de clara amonestación y amoroso estímulo.
Los reportajes, como siempre, movieron las corrientes de simpatía hacia zonas, grupos y situaciones, que algunas veces olvidamos, pero que si anotamos cuidadosamente merecen ser tenidos en cuenta en oración ante el Trono de la Gracia.
... Y entrelazándolo todo, el abrazo, el apretón de manos, la mirada gozosa de gente que se saluda sabiendo que va al cielo, dispuesta mientras a dar testimonio de la salvación que es en Cristo Jesús, viviendo santa, justa y píamente, esperando la manifestación del Gran Dios y Salvador nuestro. Amén.”


Foto: Coro de Trafalgar.