lunes, 30 de enero de 2012

Serie Campamentos: “Campamento de Berea”.

“BEREA” es el nombre dado a una antigua casa de campo, que, poco a poco, se ha ido habilitando como lugar de “retiro” para los evangélicos.
En el momento presente puede albergar, cómodamente, a 50 personas (aunque en más de una ocasión se ha rebasado esa cifra). En el piso superior hay dos grandes habitaciones con camas de dos pisos para las señoritas y cinco habitaciones para matrimonios con sus correspondientes aseos; en la planta baja hay dos grandes habitaciones con camas de dos pisos para los jóvenes, un gran comedor que sirve también de sala de reuniones, la cocina, el office y los aseos para varones.
Durante el presente año 1.965, se han celebrado, en Berea, dos “retiros”. El primero, de dos días de duración, para jóvenes, y el segundo, de tres días de duración, para los Ancianos de las asambleas. En ambos, cada uno dentro de su carácter, hubo un programa intenso de estudio de la Palabra, oración y cambio de impresiones.
Berea ve su mayor actividad durante los meses de julio y agosto. En el presente año 3 turnos de 12 días cada uno se han sucedido; en el primero de dichos turnos hubo una asistencia total de 25 personas, en el segundo de 62 y en el tercero de 55. La base del programa diario lo han constituido dos estudios bíblicos de una hora de duración cada uno, una meditación devocional por la mañana y rato de oración todas las noches, además de excursiones, baños y juegos propios de la juventud. También ha sido de particular interés varios coloquios que en cada turno han surgido sobre temas diversos.
Berea ha demostrado, una vez más, la exactitud de la exclamación del Salmista: “¡Mirad cuan bueno y cuan delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía!”
Berea se ha mostrado como un oasis de paz y tranquilidad, separado del ruido y de la “corriente de este mundo”, donde los hermanos pueden oir “el silbo apacible y delicado” de la presencia de Dios.
De la obra en Berea se cuidan el matrimonio Giordano, y este año han tenido la eficaz colaboración de los matrimonios Stunt y Andreu, además de otros hermanos y hermanas que han prestado su ayuda de una forma u otra.”


(Reseña realizada en el año 1.965 por Santiago Giordano)
(Revista “Edificación Cristiana”, Agosto-Octubre de 1.965)

lunes, 23 de enero de 2012

Serie "Campamentos": CAMPAMENTO EN ÁGUILAS (Murcia).-

“Fue durante las Reuniones de Madrid, en octubre de 1.960, que se habló de la conveniencia de celebrar campamentos en lugares donde no había nada. La idea fue recogida por don Juan Federico y un servidor y se empezó a trabajar en ella. El lugar tenía que ser Águilas, ya que allí existía una hermosa propiedad que nos ofrecía posibilidades para empezar. Hablamos de ello con don Pedro Martínez, quien no solamente aceptó, sino que además, se entregó totalmente al trabajo y gracias a su aportación y esfuerzo se habilitó y restauró lo que se llamaba “Casa de Paz”, lindante con la Capilla. Por fin, el día 17 de julio de 1.961 empezamos con 7 jóvenes más tres profesores, don Juan Gholdston, don Juan Federico y un servidor... como anécdota, la cuota que se pagó aquel año, en los quince días, fue de 25 pesetas, por estudiante.

FINALIDAD.- La proyección que se tenía de la labor de campamento era combinar las vacaciones de los jóvenes con el estudio de la Palabra, aprovechando las hermosas playas de Águilas tan cercanas del lugar donde se celebraban los campamentos –tres minutos- y dar un impulso, aprovechando cursos de E. Bíblico, al estudio constante de ella.

NÚMERO DE JÓVENES.- Ha sido de 60 asistentes, durante los cuatro años celebrados. Se hace notable avance progresivo, con la imposibilidad de aceptar más por falta de elementos.

MATERIALES ESTUDIADOS.- Carta a Filipenses, Timoteo, 1ª Corintios, Doctrinas fundamentales, Desarrollo de la Iglesia, Puntos importantes de los Hechos, Rasgos sobresalientes de los Evangelios, El Libro de Proverbios, Biografías Bíblicas, Historia Eclesiástica, Biografía de David y el Periodo Intertestamentario.

El valor permanente de este tipo de ministerio está en que de una manera continuada se puede desarrollar un tema o presentar un libro con sus propias características. Al mismo tiempo que se aprende a conocer la Biblia. Algunos de los jóvenes que asisten nunca han tenido la ocasión de poder estudiar un libro de la Biblia de una manera continuada. El campamento le brinda esa posibilidad. Otros, por su trabajo, ni siquiera tienen costumbre de escribir, ya que las lecciones que se exponen, incluyen unas preguntas que el estudiante tiene que contestar; se aprende, pues, a redactar, pensar y dejar constancia, por escrito de lo que se ha aprendido; 15 días no pueden ser definitivos, pero puede ser un principio –un leve empujón- para que al regreso, en la Iglesia, puedan continuar con la labor emprendida. Descubrir a los jóvenes el valor de la Palabra de Dios es el esfuerzo de los que trabajan en el campamento, a fin de que puedan hacer de ella su “tesoro”.

(Reseña realizada en el año 1.965 por J. Guerola)
(Revista “Edificación Cristiana”, Agosto-Octubre de 1.965)

lunes, 16 de enero de 2012

Serie “Campamentos”: Campamento de Villar (Pontevedra). (I parte)

Empezamos una nueva serie, publicada originariamente en el año 1.965, dedicada a conocer el comienzo de los campamentos que las Asambleas de Hermanos realizaban en esa época.

“Era hacia finales del año 1.949 cuando don Edmundo Woodford y un servidor (Celestino Puente) iniciábamos un diálogo, considerando la mejor manera de ayudar a nuestros jóvenes en su provechoso empleo de sus vacaciones de verano y la posibilidad de despertar en ellos un interés en el estudio de la Palabra de Dios, dándoles orientación a tal fin.
Poco se puede hacer en el limitado espacio de 15 días, pero no dudábamos que este servicio para el Señor, bien enfocado, podría contribuir al bien particular del joven y también en el de la asamblea, ya que pudiera ayudar a levantar algún don especial.
Fue objeto de especial oración, y pronto nos dimos cuenta de que el Señor nos había inspirado tales pensamientos. Ahora bien, para llevarlo a cabo había dos factores de primordial importancia, serios de resolver, a saber:
1º) ¿Cuál iba a ser el lugar indicado para esta clase de campamentos, que reuniese las condiciones propias?
Después de buscar la dirección del Señor, Villar fue el lugar de elección, una vez que contábamos con el beneplácito unánime de aquella congregación.
2º) ¿Cómo reaccionarían los hermanos responsables de otras asambleas ante este plan? Fueron diversas las posturas, pero el Señor hizo la provisión necesaria para que todos los planes fuesen adelante.
Como consejero y maestro solicitamos la valiosa colaboración del tan querido, don Mariano San León, formando así una especie de “Consejo” para su dirección.
Las primeras clases dieron comienzo en la primavera del año 1.950, llegando a una asistencia de 11 alumnos. En años sucesivos contamos con un número mayor, según las posibilidades propias de alojamiento, llegando incluso a tener que celebrar dos turnos ante la respuesta tan favorable a nuestras invitaciones.
En 1.954 pudimos ampliar las instalaciones del campamento, lo cual nos permitió alojar a los 18 jóvenes que asistieron aquel año. Hemos de destacar que para la obra de ampliación se recibió una ayuda eficaz de diversas congregaciones y hermanos particulares, pero la mayor parte fue contribución de la propia Iglesia de Villar.
Una vez que disponíamos de otras posibilidades y mejora en los servicios pensamos en la posibilidad de establecer un turno para señoritas, con la misma finalidad que hemos indicado al principio, y en el verano de 1.955 dábamos comienzo a esta otra parte de nuestra labor.
Podemos citar que el número de asistentes en estos 16 años ha sido de 255 varones y 174 señoritas.
En ambos turnos y durante este periodo se estudiaron una gran variedad de temas, citando entre otros: “INSPIRACIÓN DE LAS ESCRITURAS”, “CONSAGRACIÓN”, “LA MUJER EN EL HOGAR”, etc. etc. Cada año se ha estudiado también un libro de la Biblia, haciendo una exégesis o análisis del mismo. Ha sido repasado todo el Nuevo Testamento y una buena parte del Antiguo Testamento.
Entre los profesores que han colaborado en las clases de verano citamos a don E. Woodford, don Mariano San León, don Federico Gray, don Juan Biffen, señor Craig (de Argentina), don Fernando Pujol, don Pablo Wickham, don Ernesto Trenchard, don Jorge Davis, don Álvaro Figueirido, don Eric Bermejo, don Francisco Martín y don Celestino Puente. Con las señoritas doña Carolina Gray, doña Eloisa Ginnings, doña Raquel Chesterman, doña Eunice Woodford, señora Craig, doña Lina Holloway, doña Gertrudis Trenchard, doña María San León, señoritas Turral y señora Puente.
Nos es grato poder subrayar algunos testimonios que poseemos de alumnos que pasaron por nuestras clases, algunos de ellos con hijos que pronto ocuparán los sitios que dejarán un día sus padres... “Nunca olvidaré el mucho bien que me han hecho estas clases, cuya enseñanza me ha ayudado a obtener un más alto concepto de la Palabra de Dios”; “No dejaré de recomendar a otros la asistencia a estas clases por el mucho bien que me hicieron...”; “... Aun para saber convivir y entrar en relación armoniosa con otros hermanos, pese a la diversidad de caracteres, etc., además de aprovechamiento de los estudios, doy gracias a Dios por haber tenido esta oportunidad.”
Podemos asegurar, además, que de aquellos que asistieron a estas clases más de una veintena están hoy haciendo algún servicio especial en su Iglesia. Claro está que tales resultados no se pueden atribuir únicamente a nuestras clases, pero hemos contribuido en alguna medida a ello.
Todo esto nos alienta sobremanera a proseguir adelante con el mismo celo que al comienzo, hasta que el Señor disponga otra cosa.
Una nota destacada es la ayuda que presta a este servicio la iglesia de Villar. El Señor la viene usando como “columna y apoyo”. Tal es el honor que la cabe.
Avanzamos un anhelo que está dentro de nosotros como final de nuestro informe. ¿Podremos llegar a establecer otro turno para matrimonios y hermanos que han pasado de la edad juvenil y que de alguna manera sirven al Señor en sus asambleas...? Oremos para que el Señor nos muestre su voluntad.

Celestino Puente”


(Revista “Edificación Cristiana”, Agosto-Octubre de 1.965)

Foto: Libro publicado con motivo del centenario de la obra evangélica en Villar

lunes, 9 de enero de 2012

Hace un siglo... (1.965) (III parte y última)

“... Galicia. Aparte del viaje de don Roberto Chapman a Galicia en 1.838, los primeros misioneros que empezaron la obra de las Asambleas, en el Noroeste de España, fueron los señores Tomás Blamire y Jaime Wigstone así como el señor Spooner. Parece que dichos misioneros no dudaron en plantar el estandarte del Evangelio en el lugar más importante de la región, La Coruña, que en aquel tiempo era el centro comercial y administrativo de Galicia. En 1.875, a pesar de las dificultades y oposiciones de las autoridades locales, abrieron el primer local evangélico en la capital gallega.
Después de haber puesto los fundamentos espirituales de la obra en La Coruña, los señores Blamire y Wigstone dirigieron sus esfuerzos a las localidades de Villagarcía (1.878) y Vigo (1.878). En esta última ciudad comenzaron obra evangélica, permaneciendo el señor Wigstone al frente de la misma hasta 1.885, en cuyo año partió hacia Linares (Jaén), donde comenzó la obra que Dios ha conservado hasta nuestros días.
Don Jorge Spooner dirigió sus esfuerzos hacia El Ferrol, en cuya ciudad fijó su residencia, en 1.879, empezando la obra evangélica. Los comienzos de la obra fueron muy difíciles en esta localidad. Fue a raíz del fiel testimonio del Teniente Coronel –más tarde General- don Juan Labrador, que la obra creció, especialmente al trasladarse al Ferrol, en 1.905, don Jorge Davis, quien había servido al señor en Linares y La Carolina desde 1.891.
Por su parte don Tomás Blamire, en 1.879 dio comienzo a la obra de Pontevedra, capital, donde se convirtió el sacerdote católico, don Castor Miranda de Quirós. Circunstancias que no vienen al caso relatar, llevaron al señor Blamire, aquel mismo año, a abrir obra en Marín, que en aquel tiempo era un pequeño pueblo de pescadores. La cordial acogida que los habitantes de dicha localidad reservaron al señor Blamire y su mensaje, decidieron a éste trasladarse a Marín, en 1.879, donde fijó su residencia. Dios bendijo de tal forma la obra, que el verdadero problema fue el lograr un lugar bastante grande para acomodar las multitudes que ansiaban oir el Evangelio. El primer bautismo tuvo lugar en 1.882, y en sólo dos años fueron bautizados unas cien personas.
La obra pronto se extendió a Santo Tomé, donde en 1.886 pudo erigirse una espaciosa sala evangélica. A don Cecilio Hoyle y los señores White se debe especial mención por su contribución en este distrito, y más tarde, desde 1.900, la larga y fiel labor de don Enrique Turrall.
Merece capítulo aparte la obra de don Jorge Chesterman, uno de los “apóstoles” de aquellos primeros tiempos. Con su luenga barba, su bicleta inglesa del siglo pasado y su enorme humanidad no es raro, que los sencillos labriegos gallegos, creyendo a almas poco caritativas, cuando veían aparecer por los senderos de sus lugares a don Jorge, exclamaran: “¡O demo montado”. “


(Miguel Valvuena, Revista “Edificación Cristiana” , Agosto-Octubre de 1.965)

Foto: Thomas Blamire

lunes, 2 de enero de 2012

Hace un siglo... (II parte) (escrito en 1.965)

"... Barcelona.- Como hemos indicado anteriormente, después de algunos meses de trabajos de evangelización en Madrid y otras regiones, en 1.869, don Jorge Lawrence decidió fijar su residencia en Barcelona, donde cinco años antes había empezado a testificar por Cristo. Es imposible valorar la influencia del señor Lawrence en el desarrollo de la obra evangélica de Barcelona. Su santa audacia le condujo a utilizar todos los medios a su alcance con el fin de anunciar el Evangelio. Tal fue la impresión que produjeron los métodos de Lawrence, que cuando Menéndez Pelayo, en su “Historia de los Heterodoxos Españoles”, se refiere a la obra evangélica en Barcelona, menciona únicamente la actividad de Lawrence, escribiendo lo siguiente:
“Nunca vi en Barcelona otro indicio señalado de protestantismo que cierto carro “bíblico y blindado” que todas las mañanas hacía parada en la Rambla con Biblias y folletos.”
Aunque el historiador santanderino habla con cierta ironía de aquel carrito, lo cierto es que aquel precursor de los “coches bíblicos” se hizo célebre en las Ramblas, como lo había sido en las ferias de San Isidro y San Antonio, en Madrid. A dicho carrito, Lawrence añadió pronto otro coche bíblico más grande y con mejores condiciones de evangelización por diversas regiones de España.
Al propio tiempo que desplegaba estas actividades, el señor Lawrence empezó a celebrar reuniones en su propia casa. Debido a la gran asistencia, pronto decidió abrir un local evangélico en el populoso barrio de Gracia, donde más tarde inauguró unas escuelas que tuvieron muy buena acogida. En efecto, en pocos meses se organizaron escuelas en Gracia, en la calle Ferlandina y en el típico barrio marítimo de la Barceloneta. Jorge Muller, el fundador del famoso orfanato de Bristol, que ayudó, grandemente, a la marcha de las escuelas, después de una visita a las mismas en 1.878, escribe lo siguiente: “Hemos visitado 19 escuelas con una asistencia de 756 alumnos”.
Con la llegada de los señores Payne y Fenn, que habían permanecido seis meses en Madrid, la obra de Barcelona recibió un nuevo impulso, extendiéndose al dominio literario. Se instaló una imprenta y se publicaron dos revistas, una para adultos, con el nombre de “La Aurora de Gracia”, y otra para niños, titulada “La Estrella de Gracia”. En su celo por dar a conocer las Escrituras, el señor Lawrence llegó a imprimir dos ediciones del Nuevo Testamento. Necesitaríamos de un espacio del cual no disponemos para dar detalles de la obra de don Enrique Payne y sus hijos, y los señores Senigton y Rubio..."



(Continuará)

(Miguel Valvuena, Revista “Edificación Cristiana” , Agosto-Octubre de 1.965)


Foto: carro bíblico