lunes, 28 de mayo de 2012

Noticias de las iglesias de Duque de Sesto-Vallecas (Año 1.972)

“El pasado día 26 de marzo (1.972) tuvo lugar en esta iglesia un culto de bautismos donde cinco hermanos manifestaron públicamente su fe en Cristo Jesús bajando a las aguas. Con tal motivo hubo una hermosa oportunidad de anunciar el Evangelio a bastantes personas nuevas en nuestra capilla de Vallecas, y al final del culto, muchas de ellas muy interesadas desearon conversar con nosotros. Dios fructifique la semilla sembrada por tal motivo.
Reiteramos a nuestros hermanos recién bautizados, el gozo de nuestra comunión y el ferviente deseo de que sus vidas sean para la gloria de Dios por Cristo Jesús en la Iglesia.
En nuestra capilla de Vallecas hemos celebrado del 17 al 23 de abril pasado unos cultos especiales de evangelización que han culminado con un acto al aire libre el domingo 23 desde las doce a las dos de la tarde en el Parque Azorín de este distrito de Vallecas.
El predicador para esta campaña ha sido don Miguel Valbuena, de Barcelona, y hemos tenido unos cultos muy hermosos con resultados visibles de cinco jóvenes que manifestaron aceptar a Cristo, amén de muchas personas interesadas, algunas siguen viniendo a los cultos, y muy buenas oportunidades de testimonio personal después de cada reunión. Los mensajes han estado a la altura del auditorio y de los tiempos que vivimos, proclamando el Evangelio con mucha sencillez y manifiesto poder del Espíritu Santo.
En cuanto al acto al aire libre en el parque mencionado, hubimos de proveernos de la correspondiente autorización gubernamental mediante la gestión del señor Cardona, secretario del Servicio Evangélico de Asistencia Legal, y aunque hubimos de dar muchos pasos, el Señor ayudó en todo y por fin pudimos tener el permiso del Gobierno Civil como también de la Dirección de Parques y Jardines. Conjuntamente con este acto, coincidiendo con el “Día del libro”, se tuvieron dos puestos de libros, uno dentro del parque y otro fuera, lo cual también fue una oportunidad de hermoso testimonio y venta de literatura evangélica. En las dos horas mencionadas, de 12 a 2 del domingo 23, tuvimos la proclamación del Evangelio con mensajes breves del señor Valbuena y otros hermanos de esta Iglesia. En la parte de canto y música tuvimos la colaboración de un joven de la iglesia de Getafe, Alberto, y David y Arnaldo de la iglesia de Pueblo Nuevo, que juntamente con el coro de la iglesia realizaron una labor magnífica dentro de este acto. Y algo muy maravilloso fue la obra personal por todo el parque: se formaron grupos muy interesantes, toda la iglesia trabajaba con gozo, incluso los jóvenes que dieron testimonio durante la semana, uno de ellos hablaba con un grupo de jóvenes y les decía: “Vuestros mismo problemas eran los míos hace unos días, y ahora al aceptar a Cristo, Él los ha hecho desaparecer”, y daba este testimonio con gozo y seguridad.
Llenos todos de gozo por esta experiencia maravillosa, y nueva por las puertas que el Señor abre en estos tiempos, a las siete de la tarde tuvimos la Mesa del Señor.
También nos fue permitido instalar en el parque unos altavoces mediante baterías, y así pudimos anunciar el Evangelio a muchísimas personas que se congregaron allí y a otras que estaban más retiradas e incluso de las casas cercanas. Los días anteriores el tiempo no estaba muy bueno, pero durante aquellas dos horas lució el sol, se quitó el viento y, por ello, la asistencia fue mayor. Así que el Señor contestó también nuestra oración por un buen día, a pesar de las previsiones adversas del “hombre del tiempo”.
Ahora, con mucha gratitud a Dios en nuestros corazones, deseamos que esto sea para su gloria, y con mucha confianza dejamos los resultados en sus manos sabiendo que Él va a fructificar la abundante siembra realizada. Y si Él nos sigue guiando por este camino, estamos muy dispuestos a repetir la experiencia cuantas veces sea necesario y Él nos guíe para ello.”


Publicado en la revista “Edificación Cristiana”, mayo de 1.972

martes, 22 de mayo de 2012

Semblanza de Don Ernesto Trenchard. (1902-1972) (II parte y última)

“… Los años van pasando sobre el siervo del Señor, y de vez en cuando ese cuerpo grande le hace pasar ratos amargos, pero siempre de una manera maravillosa vuelve a reponerse, y casi nos atrevemos a decir que aparecía con mayores fuerzas, un ánimo más profundo de servicio, un querer hacer más frente a lo que contemplaba que quedaba pendiente.
Don Ernesto era un hombre duro y ambicioso, no en la forma en que conocemos estas expresiones a nuestro alrededor. Era duro, porque sabía encajar bien la adversidad, los momentos difíciles dentro del ministerio y del trabajo, cuando llegaban circunstancias que hacían asomar lágrimas a sus ojos, que daban mayor dimensión a su rostro, que hacían bullir en su mente preguntas de duda, que él mismo contestaba volviendo a mirar a su Señor, a su hermano, y pensaba que también Cristo había muerto por él o ella…
Era ambicioso, porque sólo tenía un pensamiento: hacer, trabajar, dejar, pasar…; y cuántas veces le hemos oído repetir aquellas palabras de 2ª Tim 2:2, que  nos revelaban su ardor y sentir. Su ambición era tomar más de su Señor y pasarlo a los que junto y más lejos vivían su fe y daban también testimonio del Señor.
La primavera ya florecía en Madrid, con cierta pereza, con más retraso que en la caliente Andalucía, o el Levante luminoso, o en la fértil Cataluña; los días eran más templados en la cornisa cantábrica, allá por aquellas duras peñas; las playas llenas de sol de las Baleares y Canarias empiezan a llamar cual sirenas a los visitantes de otras latitudes que venían cual ávidas abejas a buscar sol y luz, calor y vida… Don Ernesto pasaba por una de esas crisis, de su cuerpo, como él decía, y de la cual iba saliendo, tal vez ahora con más trabajo, teniendo que luchar más con aquellos órganos que habían decaído, que ahora no tenían una reacción tan favorable como antes.
Ello, no obstante, en su mente sólo había anhelo y pensamientos para el trabajo de los próximos días.  Unos y otros habíamos quedado citados para vernos en su casa y examinar problemas y puntos necesarios en la Obra…
Y así, en esa cuesta o pendiente de las recuperaciones cuando se está a punto de culminar otra vez la cima, el siervo fue promovido a otra esfera de mejor servicio, esta vez junto a su Señor la noche del día 19 de abril, en esas horas finales, casi cuando damos por terminado el día.
Muchos, muchos, venidos de toda España, aquellos que le conocieron a lo largo de los años citados, unos más íntimamente, otros menos, todos estábamos allí para decir a don Ernesto ¡adios!, para oír en silencio sus palabras, para retener ante nosotros la imagen de aquel hombre grande que había terminado su camino aquí.
El testimonio en la capilla en calle Trafalgar y en el cementerio civil el día 21 fue impresionante: no era un dolor de desesperación, eran lágrimas que corrían suaves por muchos rostros que no querían permanecer en aquellos ojos que habían visto por última vez al siervo.”

Leandro Roldán
(Semblanza publicada en la revista “Edificación Cristiana” (Mayo de 1.972)

lunes, 14 de mayo de 2012

Semblanza de Don Ernesto Trenchard. (1902-1972) (I parte)


“Desde muchos ángulos podríamos empezar nuestra semblanza sobre don Ernesto Trenchard y desde cada uno siempre tendríamos un buen punto de partida para traer a nuestra mente lo que fue nuestro amado hermano, cuyo recuerdo todavía está tan fresco en nuestras mentes.
No vamos a escribir ningún panegírico, estamos ciertos que ello no hubiera sido del agrado de nuestro hermano, pues más que cantar alabanzas sobre su persona y su obra, deseamos invocar un recuerdo sencillo, sentido y profundo a la vez, con el mismo sentimiento con que evocamos cosas nuestras, alegres o tristes que han forjado parte de nosotros mismos.
Unos conocieron a don Ernesto al poco tiempo de su llegada a España, allá por el año 1924, y le vieron como aquel joven alto de ojos claros que venía a vivir en España para servir a su Señor, otros en los años de la II República. Don Ernesto había nacido en Inglaterra el 19 de abril de 1902.
Durante los años de nuestra guerra civil, 1936-1939, también hubo españoles que conocieron a don Ernesto en Inglaterra, cuando acogió a los refugiados que salieron de España, tratando de evitar los horrores de aquella lucha fratricida, y convivió con ellos mirando cada día el momento de poder volver a España, la cual le llamaba, como un macedonio en la lejanía.
Nuevos hombres y mujeres entran en contacto con don Ernesto, el cual, de nuevo en España, en los años difíciles que siguieron al fin de la guerra, 1939, volvió a tomar el arado para abrir surcos en un suelo duro, ahora con heridas, con dolor y con terruños manchados de sangre.
En cada época de las citadas arriba, don Ernesto tuvo un ministerio: predicar y enseñar el Evangelio, esas buenas nuevas que le habían cautivado, que sentía de forma tan profunda y cuya llamada no podía eludir, amaba con profunda sinceridad a su Señor y su vida había sido consagrada a Él y a su segunda patria, España, llegando a tenerla tan dentro de sí, que era frecuente oírle decir: “nosotros, los españoles”, frase que podía pronunciar sin sentido de usurpación o con un sentido de advenedizo.
Don Ernesto conoció bien nuestro pueblo, sus hombres, su historia y sus tierras, las cuales atravesó de Norte a Sur, de Este a Oeste.
Su vocación, todos lo sabemos, era un secreto a voces, eran los libros, el estudio, el análisis, el resumen y la exposición que contuviese el sentido real de la Escritura poniendo luz en los lugares oscuros, quitando del camino los elementos difíciles para que todo lector pudiese entender el sagrado mensaje.
En el año 1949, don Ernesto fija su residencia en Barcelona, para seguir su servicio y trabajo, entregando su alma a su vocación del estudio y la enseñanza y da comienzo a una de las obras que habría de seguirle en la posteridad, con un alcance y profundidad que nosotros no podemos medir.
Son años duros, no existe mucha comprensión sobre el tipo de trabajo que realiza, faltan dones para aprovechar bien aquella labor, pero el siervo del Señor no sólo se alienta con los resultados conseguidos, sino que tiene la plena convicción de que el Señor hará prosperar su labor.
Nuevos hombres y mujeres conocen a don Ernesto y se vinculan con su trabajo; a unos los tiene cerca, que escuchan su voz y se nutren de su saber; a otros, más lejos, esparcidos en diversos rincones de España les escribe, corrige sus ejercicios, aclara sus dudas, les va dando ideas para que formen su personalidad.
Don Ernesto no está quieto en Barcelona, va de un lado para otro por España, corre con sus dos muletas la quebrada superficie de nuestra piel de toro, marcha en coche cuando es preciso ir en coche, por caminos duros y malos, de esos que tenemos en España en rincones y pueblos, desde donde le ha llegado una invitación. Sabe de nuestros trenes, de sus largas noches, de sus coches duros, de su andar fatigoso… También surcó los aires, como si desde arriba quisiese contemplar más de ese país que amaba, abarcar más extensión para sentir así una mayor vinculación…
Ya en el año 1964 pasó a Madrid, y desde la capital de España sigue con su incansable labor: escribe, enseña, aconseja, orienta…, parece que se multiplica, busca hombres y mujeres que sean sus colaboradores directos, los estimula y los sensibiliza hasta hacerles oír la voz del servicio.”


(Continuará)
Leandro Roldán
(Semblanza publicada en la revista “Edificación Cristiana”, Mayo de 1.972)

lunes, 7 de mayo de 2012

Encomendación de Pedro Inglés y Puri Suárez. (1.971)



"La tarde del sábado 18 de septiembre (1.971) fue testigo de otro acto de gran significación que tuvo lugar en la iglesia de la calle de Trafalgar, 32, a las 8 de la noche: la encomendación a la obra del Señor en España del querido matrimonio formado por Purita Suárez y Pedro Inglés.
A este acto estuvieron asociadas de forma especial las iglesias hermanas en calle Duque de Sesto-Vallecas y Pinzón (Carabanchel), con amplia representación de sus ancianos y miembros. También fue motivo de gozo contar con la presencia de hermanos responsables de otras iglesias de Madrid.
La presidencia corrió a cargo de la iglesia de Trafalgar, la cual hizo una presentación de los esposos señores Inglés, así como de su servicio anterior, su vocación y llamamiento, exponiendo acto seguido el gozo que era para todos los presentes la salida de este matrimonio a la Obra en España, frente a la gran necesidad de “hombres y mujeres libres para el servicio tan tremendo a realizar”, subrayando al mismo tiempo la responsabilidad que entrañaba, a la vez que privilegio, para las iglesias vinculadas a este acto, en especial para la de Trafalgar.
Cuando tomó la palabra el hermano Pedro Inglés para contarnos cómo fue el proceso de su llamada al servicio, lo hizo partiendo de la personalidad propia de cada uno –la de su esposa y la suya-, y nos fue llevando por el camino de su propia experiencia vivida hasta el momento del encuentro definitivo y de la respuesta última a su Señor.
Palabras a recordar son aquellas que Pedro nos dijo: “El Señor fue ganando poco a poco mi personalidad de tal manera que sentí una plena dependencia de Él, con un firme convencimiento de que mi SER tenía que convertirse en HACER…” Unas veces hablaba en singular, expresando procesos suyos o de su esposa, otras veces en plural, expresando experiencias compartidas en común: “No quedaron reductos invencibles en nosotros, y nos pusimos a comprobar, con mayor entrega aún, la realidad de nuestro espíritu de sacrificio y la indiferencia ante el riesgo, poniéndonos totalmente en las manos del Señor, para ver si era Su voluntad y para ver si lo que pensábamos en teoría correspondía a la realidad vital y práctica…” “Hemos entendido bien que no sólo basta con ver las necesidades, es absolutamente preciso identificarse con ellas…”
Las oraciones de encomendación fueron pronunciadas por hermanos de las iglesias citadas y por los de Trafalgar. El coro de la iglesia puso su nota musical en el ambiente con alegría, voces cálidas de simpatía y comunión hacia el joven matrimonio.
Las palabras de ministerio finales, en un espacio de tiempo ya algo reducido, quedaron a cargo de don Ernesto Trenchard. Podemos destacar que, en síntesis, su mensaje quedó condensado en la siguiente frase: “LA VISIÓN Y LA CARGA”, lección basada sobre el evangelio según Mateo 9:35-48, y el mandato de “ID VOSOTROS…”
Tras una ofrenda de dedicación a nuestros hermanos, como primer paso de comunión práctica, la reunión tocó a su fin, dando paso a un momento más íntimo y personal de saludos a nuestros amados hermanos.
¿Y ahora qué? Ahora queda nuestra responsabilidad de seguir encomendando cada día a nuestros hermanos a la Gracia del Señor, de la misma manera que debemos hacerlo también cada día a favor de los demás siervos, muchos de los cuales han envejecido en el servicio y están con la antorcha extendida esperando el relevo.
L. Roldán
(Revista “Edificación Cristiana”, Diciembre de 1.971)
Nota: Pedro Inglés y Puri Suárez continúan en la actualidad como obreros del Señor en Linares (Jaén)