martes, 30 de abril de 2013

Comienzo de la obra evangélica (AA.HH) en Soaserra (La Coruña) 1.928



"Por el año 1.928 algunos vecinos de este pueblo, en las alturas de la Sierra, decidieron que no era necesario seguir pagando ciertos foros a la Iglesia Parroquial. Al consultar la Ley sobre esta cuestión, se les indicó, casi en broma, que el único remedio de eximirse de esta carga, sería que se hiciesen “Protestantes”.
Buscaron, por tanto, a mi padre en El Ferrol, pero estaba ausente. De manera que recibiendo noticias de la obra evangélica en Ares, pronto visitaron allí a don Arturo Ginnings, quien no tardó en subir a Soaserra para predicar y enseñar el Evangelio. Así que por la gracia de Dios se convirtieron de todo corazón al Señor algunos de aquellos labradores. Uno de éstos acondicionó su pajar, a falta de local propio para capilla evangélica y para predicar al público. El Pajar se utiliza hasta esta fecha, en 1.977, pero al escribir estas líneas, ya se está construyendo activamente una capilla amplia y moderna.
Hubo, como siempre, persecuciones y tiempos difíciles. El problema de la falta de cementerio de disidentes se enfrentó mediante el esfuerzo y sacrificios del pequeño grupo de creyentes. Dieron terreno, y construyeron un cementerio que atrae la vista, en unja carretera importante. El pueblo de Dios en Soaserra siguió fielmente y creció, siendo visitado constantemente, no sólo desde Ares, sino también desde El Ferrol. De aquí subían con frecuencia los domingos don Ángel Fernández con alguno de sus hijos, andando y volviendo en el mismo día, cruzando la Ría de El Ferrol.
El testimonio en Maniños y Cardeita (Cabañas) ha sido el resultado de la fe de hermanos de Soaserra, que cuando se casaron abrieron sus casas en aquellos lugares en esa época, para que allí también sus vecinos conociesen las Buenas Nuevas. En ambos sitios hubo bendición, y hoy disfrutan de capillas propias, levantadas con mucho sacrificio y con amor al Señor."

(Publicado por Jorge de M. Davis en “Edificación Cristiana”, año 1.977, núm.  5)

martes, 23 de abril de 2013

Comienzo de la obra evangélica (AA. HH.) en Ares (Prov. de La Coruña) 1.916



“Dos años antes de arraigar el Evangelio en la Villa de Ares, ocurrió un incidente desagradable, cuando el oficial don Manuel Jordán y mi padre, don Jorge Davis, fueron rechazados a pedradas, al intentar distribuir allí unos tratados. Pero en mayo de 1916 escribe mi padre en una revista: “Hace algún tiempo que en Ares (al otro lado de la ría y después de una hora a pie) hay buena gana de recibir tratados. Don Enrique Payne (de La Coruña) y yo hemos estado considerando mucho que debemos empezar obra allí, y hemos pedido en Marín que oren por nosotros”. Ahora sucedió en Ares que los feligreses se opusieron al cura párroco por una cuestión de terrenos. Un señor escribió en LA HOJA DE ARES que no se preocupase más el señor cura, porque los aresanos habían mandado por el “Pastor protestante” de El Ferrol. Leyeron esto con sorpresa don Manuel y mi padre, pero enseguida fueron andando a ARES. Al verles aproximarse por el camino, los labradores les dijeron alegres: ¡Vivan los Protestantes! y saludos.
Después de varias visitas en busca de un local para predicar, escribió don Jorge como sigue: “En vista del local tan bueno que se nos ofreció en Ares, el pasado viernes, acompañado de don Arturo Ginnings, presenté el aviso legal para el Sr. Alcalde, a su secretario. Pasó casi dos horas consultando sus libros, y nos entregó el duplicado sellado. Mucha oración se ha hecho en El Ferrol y en otras iglesias, y alabamos a Dios que nos ha oído.”
“En la mañana del domingo 21 de mayo nos juntamos en Ares don Enrique Payne y don Arturo Ginnings conmigo. Por toda la comarca estaban enterados, y a las 4 de la tarde principiamos la reunión. Rápidamente y con quietud se llenó el local de gente, 600 a 700 personas, y diez creyentes de El Ferrol, que ayudaron mucho en los cánticos. El Señor nos ayudó grandemente al predicar la maravillosa gracia de Dios para con los pecadores. Todos escuchaban con tal atención se nos hacía fácil anunciar la historia de la Redención.” Sigue diciendo mi padre: “Muchos de los presentes eran de los pueblos cercanos, a pesar de una feria no lejos en otro pueblo (Puentedeume). Al anochecer, otra buena reunión, con unos 400 presentes. Don Arturo quedará quince días, y después vendrán más hermanos para ayudar. Hemos alquilado casa y traeré camas, etc, desde El Ferrol, y don Enrique más cosas desde La Coruña. Seguimos con cultos todas las noches. Anoche bastante más de 300 asistieron.  Agradecemos vuestras oraciones.”
En agosto relata don Arturo: “Vuelvo a estar en Ares, esta vez con mi querida esposa y los niños. Pasan de veinte los que han profesado fe. Ares depende casi totalmente de la pesca de la sardina, y hace cinco o seis años que ésta ha faltado casi del todo. Pero en la misericordia de Dios este verano se ha pescado con abundancia, y todavía llega más. Claro que los aresanos dicen que han venido las sardinas con el Evangelio. Damos gracias a Dios que así Le reconocen en las cosas temporales. Los dueños de la tarrafa han tenido la amabilidad de informarnos que podemos seguir utilizándola hasta diciembre.”
El primer entierro evangélico sucedió cuando una señora que asistía a los cultos murió repentinamente. El cura le había negado el “viático”, pero no había todavía cementerio civil. En La Coruña, don Enrique Payne obtuvo permiso del Sr. Gobernador para que se autorizase el sepelio en una parcela de tierra que hasta entonces se les había sido negado a algunos señores de Ares, lo cual fue motivo de grande satisfacción. El cortejo fúnebre fue inmenso, y don Jorge Condé (de Santo Tomé) predicó a una grande multitud en el cementerio, o sea, donde éste había de construirse. Luego se construyó por los creyentes de la Villa de Ares el cementerio dignísimo que durante tantos años ha recibido los restos mortales de los que murieron en el Señor.
La presente Capilla Evangélica, cuyo bautisterio fue objeto de mucho interés para los artesanos, se inauguró el día 10 de diciembre del mismo año en que se inició la obra, o sea, 1.916. Asistieron 25 creyentes de El Ferrol y de La Coruña. Por causa de un temporal se quedaron en Ares hasta el día siguiente, amablemente alojados por los nuevos creyentes. Se celebraron reuniones todas las noches, con asistencia de 300 a 400 personas escuchando con reverencia la Palabra, y más almas se convirtieron al Señor.
Después de los cultos anuales en Ares del año 1.924, escribió don Arturo: “Mirando atrás y viendo lo que el Señor ha hecho para nosotros aquí en Ares, recordamos que cuando hace diecisiete años don Jorge (Padre) visitó esta Villa acompañado de un oficial creyente, fueron apedreados y tuvieron que volverse enseguida a El Ferrol.”
Ha habido, como en todas las iglesias, tiempos de prueba y dificultades, pero gracias a la misericordia de Dios, la iglesia en Ares sigue floreciente.
                                     
(Continuará)

(Publicado por Jorge de M. Davis en “Edificación Cristiana”, año 1.977, núm.  5)

martes, 16 de abril de 2013

Breve biografía de Juan López Soto (1.938-2.013)



El pasado 10 de abril partía a la patria celestial Juan López Soto a los 74 años de edad tras una breve enfermedad del corazón.
Juan fue el mayor de siete hermanos y le tocó ser cristiano evangélico (o protestante) en los difíciles años de la posguerra debido a la oposición del nacional-catolicismo.
Muy pronto tuvo que abandonar el colegio ante la imposición de que tenía que realizar la “primera comunión” lo que le llevó a trabajar desde su temprana edad para ayudar a mantener a la numerosa familia.
Desde pequeño aprendió la Palabra de Dios ya que nació en una familia creyente y asistía a la iglesia en C/Cambroneras, 27 de Linares (Jaén). En su juventud se bautizó lo que le convirtió en la cuarta generación de cristianos evangélicos, aunque muy bien sabía que “Dios tiene hijos y no nietos”. Algunos de sus profesores fueron grandes hombres (y mujeres de Dios) como María Haselden y Rafael Villa. Desde muy joven mostró gran celo en colaborar en la iglesia y en visitar a los pueblos vecinos como La Estación de Linares-Baeza, Bailén, Baños de la Encina, La Carolina y Guarromán, para apoyar el ministerio.
Compaginó su trabajo como soldador en la “Fundición de Plomo de la Cruz” con sus responsabilidades en la iglesia como diácono y más tarde como parte del Consejo de Ancianos de la iglesia en C/ Cambroneras, 27 de Linares.
Se casó en 1.963 con Irene Cañas Saeta, una joven de la iglesia de Linares y tuvieron cinco hijos, todos creyentes que sirven en diferentes iglesias evangélicas de España y diez nietos.
Su fidelidad y compromiso con los principios de las Asambleas no le impidió visitar y colaborar con iglesias de otras denominaciones, alegrándose siempre de que el evangelio se predicara y creciera.
Su pasión por la historia le llevó a realizar un trabajo de investigación sobre el comienzo de la obra protestante en la provincia de Jaén que se remonta a mediados del s. XIX, lo que le llevó a editar varios “Cuadernos para la Historia de la Provincia de Jaén” y su culminación fue editar el libro: “Nuestras RAICES EVANGÉLICAS en la Provincia de Jaén” ( Linares, 2010 ). Allí reseña, brevemente, la vida de unos sesenta creyentes: españoles y extranjeros, con numerosas fotografías.

Un versículo que resume su vida sería el de 2Ti 4:7 "He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe."