Llegamos a la última parte del acróstico que
Irene Turral dedicó a su padre, D. Eduardo Turral con las siglas de su nombre:
R euniones: en las
reuniones de las iglesias, y en casas privadas, fue su gran gozo enseñar a los
creyentes a AMAR la Palabra de Dios.
Un gesto frecuente que se recuerda es abrazar la Biblia hacia su corazón y
levantarla gasta su oído para oír la voz de Dios.
Las grandes fiestas cristianas en los
pueblos eran tan concurridas que los muros transpiraban. Las diapositivas
luminosas de la Biblia también eran amadas, atraían a los hombres la primera
noche, y a la siguiente noche a mujeres y niños -el lugar estaba lleno cada
vez. Un gozo santo se percibía en estas ocasiones recordadas por muchos hoy.
Una vez tres jóvenes vinieron a decir que ellos deseaban ser salvos. Él les
explicó entre otras cosas que era un regalo de Dios que podía ser recibido por
el "brazo" de la fe. En la fiesta muchos niños habían recibido sus
regalos de esta forma y le sirvió como ilustración. Estos tres jóvenes fueron
Samuel Vidal, Ananías Gijanto y Tomás Rojada. Fue una ocasión de gran gozo y
como recordatorio D. Eduardo compuso un poema llamado "El regalo de
Dios", que mostraba simple y claramente cómo el alma puede ser salvada y
el gozo del perdón. Años más tarde, un hijo de Tomás Rojada aprendió este poema
para recitarlo en la fiesta de Toral. Mientras lo aprendía dijo a su padre
"este poema está hablándome", y allí en ese momento en su casa él fue
salvado aceptando al Señor Jesús -el Regalo de Dios.
R ecuerdos:
recuerdos del pasado, porque hace 20 años que D. Eduardo fue a su hogar
celestial, pero está vívido en el recuerdo de todos los que le conocimos.
Aunque muy mayor, estaba aún joven en espíritu y amado por los niños. Cuando la
distribución de folletos se prohibió por un tiempo, él regalaba caramelos a los
niños de la zona, envueltos en folletos. Una joven nos dijo que cuando era niña
leyó el evangelio por primera vez de esa forma.
A clamaciones:
alabanza y adoración al Señor, fueron quizá uno de los mayores legados de su
testimonio. En el culto memorial, un líder cristiano de León dijo de él: "Nos
enseñó a amar la Palabra de Dios, y
nos mostró cómo adorar al
Señor." Gracias a Dios por esto.
L iteratura: en los
primeros días en los pueblos fue necesario preguntar a la gente si sabían leer
cuando se les ofrecía un folleto. Eso creó la necesidad de las escuelas
nocturnas para adultos. Su imprenta fue muy útil, ya que las hojas con himnos
eran impresas para usarlas en las reuniones, ya que comprar un himnario entero
sería muy caro para la venta y distribución.
L eón: aquí llegó
como misionero alrededor del año 1.895. León la capital. Siempre hubo una
comunión especial entre León y Toral, y muchos cristianos de León se bautizaron
en Toral, algunos aún viven en la capital. D. Audelino González, Dña. Abigail
Vidal y Ananías Gijanto que estando aún solteros dieron su testimonio allí hace
tiempo. En los últimos bautismos que realizó en Toral a los 88 años se
bautizaron Manolita Blanco, Mariano Barrentos y su esposa.
Vivió en León por sus últimos 13 años hasta
que se fue a estar con Cristo, el primero de septiembre de 1.962, a la edad de
94 años. La noche antes de morir le dijo a sus hijas, "Voy a mi Hogar
Celestial, a mi Padre Celestial, estaré cuidando de vosotras." (¡De León
al Cielo!)
El texto en el calendario para ese día era "He
terminado la obra que me diste para hacer".
(Apuntes de Irene
Turrall, traducido del inglés de forma voluntaria)