R obos. Los viajes
los hacía en un carro sin muelles a través de las llanuras con su esposa y sus
pequeños, hasta llegar a Toral de los Guzmanes, Jiménez de Jamuz y Castrocalbón
donde él abrió lugares para las reuniones.
Se enfrentaron a miles de peligros,
aventuras y ladrones. Desde los albores de la mañana hasta con las estrellas
nocturnas, buscando alcanzar algún pueblo. Estos viajes pueden hacerse ahora en
menos de 2 horas con la comodidad de un coche en ¡carreteras reales! En una
ocasión, atrapados en el barro, tuvieron que dejar todo hasta el día siguiente,
y dormir en una aldea cercana. A la mañana siguiente encontraron que mucho
había sido robado incluyendo un reloj (un regalo de boda) y todos los premios
de la Escuela Dominical de la aldea a la que iban. Pero la sra. Turrall estaba
satisfecha porque la ropa del bebé estaba allí. Años más tarde en una casa de
un pueblo que usaban, un ladrón sólo pudo encontrar un dolar que estaba
envuelto en un papel que decía claramente ¡que era una moneda falsa!
D elicias. La música
era una delicia. El violín, el órgano, el piano, las canciones enseñadas en
forma de himnos y coros. Llegó a ser conocido como "el músico". Esto
conllevó que el evangelio permaneció en la memoria de muchos. Este año, 1.981,
sus hijas visitaron un pueblo donde su trabajo empezó hace 60 años y tuvo que
ser dejado al final, había en la calle personas mayores que empezaron a cantar
los himnos que aprendieron tanto tiempo atrás - y especialmente "El gran
médico está cerca ahora". Compuso muchos himnos, algunos están en
himnarios aún dando vueltas por el mundo, también tradujo himnos del inglés.
Muchos fueron escritos para reuniones especiales al abrirse nuevas iglesias o
para otros eventos. "Juntos en tu presencia" es uno de ellos. Fue
verdad para él lo que decía David: "Él puso un cántico nuevo en mi boca
para alabar a nuestro Dios -muchos lo verán..." (Salmo 40:3)
O ración. "Orad
sin cesar" fue su texto favorito, y su hijo cuando era pequeño por error
leyó "dejar sin orar". Raramente hacía una visita sin una oración.
También en conversaciones a menudo las personas podían oírle decir "vamos
a orar sobre eso" y después la charla continuaba. Escribía los himnos en
sus rodillas, con la Biblia abierta para poner las palabras de la Biblia. Cuántas
vigilias tuvo por los problemas en las iglesias. Mientras conducía su
bicicleta, con cada pedalada, el nombraría a los creyentes, uno por uno y los
lugares donde se había comenzado la obra, Ardón, Zotes, Gijón, León, etc. Sin
duda el Señor oyó estas súplicas.
T racts (Folletos).
Era su placer ir a la carretera principal y distribuir folletos, y hablar a los
que regresaban de los mercados desde la Bañeza habiendo vendido sus productos y
queriendo regresar a sus distantes pueblos antes de que anocheciera, por miedo
a los lobos en el monte. Amaba dar folletos en los viejos y lentos trenes, que
le proporcionaban mucho tiempo para conversaciones. Un día estaba sentado
frente a un cura y después de repartir folletos en ese tren se sentó de nuevo
sin ofrecerle ninguno al cura. El cura le recordó que no le había dado ninguno
y con placer se lo entregó. Pero después de echarle un vistazo, lo arrojó por
la ventana. Fue llevado por el aire a otra ventana y cayó a los pies de Cecil,
entonces un jovencito. Dándose cuenta que era el del cura y pensando que lo
había perdido, lo tomó y muy amablemente le dijo "su folleto señor".
El cura se quedó tan asombrado que ¡lo guardó!
Ú til. Sí, "útil para Dios"
porque un nuevo trabajo es un trabajo difícil sin un grupo de creyentes. Esto
se hizo en lugares muy aislados y en días de mucha menos libertad para el
evangelio y a menudo con mucho más antagonismo. Estar dispuesto a hacer frente
a cualquier tipo de trabajo así como en el lado espiritual no se realiza por
todos. Gracias a Dios por Su ayuda, a veces con las autoridades, o al mover
Dios los corazones para aceptar a Cristo. A menudo también estaba al cuidado
del mantenimiento de los edificios de los locales, e hizo suyas las palabras
"todo lo que te venga para hacer, hazlo según tus fuerzas." Cuán a
menudo el Señor perdonó, y su gracia abundó. A la mitad de su vida, se le pidió
también cuidar el trabajo en distintas partes de Galicia cuando varios
misioneros estuvieron en Inglaterra, tales como Vigo, Ares, Marín, Ferrol,
Coruña y desde luego, Gijón.
(Apuntes de Irene
Turrall, traducido del inglés de forma voluntaria)
(Continuará)