sábado, 9 de enero de 2016

"Trabajo cristiano en Madrid" por Albert R. Fenn (diciembre de 1.890, II parte)




"... Creyentes caminando en la verdad.

El agradecimiento a Dios se oye a menudo en nuestras reuniones de oración, y en otras ocasiones por habernos guardado en sus caminos hasta ahora: de hecho, no es pequeña la misericordia con lo que nos rodea. No contamos con atracciones exteriores para retener a las personas,  mientras que las ceremonias de Roma agradan a los sentidos. Solo podemos mantener nuestro "campo" por mantener la santidad, y eso significa comunión con Cristo y obediencia a su Palabra. Con los que se oponen está "la mano del hombre", riqueza, influencia y números; con nosotros está el Señor nuestro Dios, y con su ayuda los creyentes están firmes, son generalmente puntuales en su asistencia, y, aunque extremadamente pobres, están listos para contribuir a las necesidades de otros, y a los gastos de limpieza, luz, etc., voluntariamente dando a estas necesidades unas cincuenta libras al año. No somos muy "dotados" pero encontramos sitio para el uso de los talentos que tenemos, así que, en el verano cuando nos vemos obligados a ausentarnos, los hermanos toman las responsabilidades de las reuniones y las dirigen con beneficio y aceptación.

Durante el año varios han sido llamados al Hogar Celestial. La pobre y anciana Teresa, de unos dieciséis años en comunión, fue una de ellas. Su casa o mejor dicho su habitación estuvo siempre abierta para todo aquel que quería saber sobre la verdad, y por años semanalmente se celebró una reunión por la tarde. Pensamos que ella se merece nuestro testimonio ya que hizo cuanto pudo todos los años que estuvo entre nosotros. Todo el mundo en el lugar donde vivía la respetaba. Tal como recomienda el evangelio.

Josefa fue otra; oyó la verdad casi inmediatamente después de la revolución (1.868) y algunos años después vino a nosotros para pedir el bautismo y se convirtió en "una madre en Israel". Primeramente, y por un largo tiempo trabajó asiduamente como una mujer-biblia y tenía un tacto peculiar, desarmando a los opositores con acertados comentarios o una respuesta dócil y sabia. En el funeral, en el camino al cementerio, dos hermanos dijeron: "nos reíamos de ella y nos burlábamos cuando venía a nuestros talleres y hablaba con nosotros y nos ofrecía libros; pero ella continuaba viniendo y no aceptaba una negativa hasta que le compramos Biblias y asistimos a las reuniones". Con el paso de los años, ya mayor y consecuentemente obligada a estar mucho más en casa, los jóvenes creyentes a menudo iban a ella para consejo. "Los queridos corderitos" les llamaba, refiriéndose a sus dificultades. Ahora ella descansa de sus labores y de sus dolores, ya que pasó por un gran sufrimiento por un largo tiempo. Seguramente fue verdad para ella, que su fin fue en paz, porque cuando no pudo hablar más, ella miraba y sonreía hacia aquellos que la rodeaban. Se había ganado la estima de sus vecinos así que ellos estaban dispuestos a hacer pequeños servicios a su favor.

Otro fue un anciano amable..."

 

(Continuará)

 

Fuente de la información: Centro de Documentación Evangélica, Toral de los Guzmanes, León. 

Foto cortesía de Alex Quintero.

Estos informes  de Fenn no constan en otro Archivo en el Reino Unido o España.

(Traducción del inglés realizada como trabajo voluntario)

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