"Todo empezó hace unos tres años aproximadamente, cuando
algunas personas de la iglesia de Valladolid sintieron el deseo de dedicar sus
días libres a la distribución de literatura bíblica por los pueblos de
Castilla. Todo el trabajo que esto implicaba podemos decir que era de pura
artesanía, hasta la furgoneta de un hermano que fue acondicionada como el “coche
oficial” del Centro de Difusión Bíblica. Cuanto más trabajábamos, más íbamos
descubriendo la necesidad de esta labor, a la vez que las tremendas
posibilidades despertaron en nosotros una nueva visión y un ejercicio de
oración. Por fin, este año el Señor nos dio, casi simultáneamente, un coche
bíblico y una carpa. Estos donativos ratificaron nuestra confianza de que estábamos
en la voluntad del Señor y que era necesario enfrentar, con decisión y fe, el
desafío de los pueblos de Castilla.
En nuestros corazones surgió el deseo de realizar una
campaña de verano este año, contando con la colaboración de las iglesias locales
de la región (Castilla y León). No sabíamos dónde ni cómo, pero no mucho
después se abrió una puerta en la finca de don Florentino Dueñas, de Toro,
quien puso a nuestra disposición dos casas. Soñando y orando, con la
colaboración de unos treinta jóvenes, comenzamos en el mes de abril los
trabajos de acondicionamiento del lugar. ¡Recuerden que calculábamos treinta
personas!
El tiempo pasó volando colocando ladrillos, instalando
agua y servicios, pintando paredes y haciendo mermelada. Y pronto nos vimos
envueltos, sin ninguna experiencia previa, en la empresa más maravillosa que
nos pudimos imaginar.
Llegó, por fin, el primero de julio de 1.972, y
aparecieron aproximadamente treinta personas en el campamento, de todas partes
de España. Comenzamos unas clases de preparación con un hermano muy
experimentado en esta labor, don Vicente Galán, quien pensaba quedar sólo por una
semana, pero al ver la magnitud de la tarea se quedó dos; después se quedó tres
y, por fin, toda la campaña. Dios le mostró la necesidad de quedarse para
seguir preparando a todos los jóvenes que pasarían por el campamento y para
colaborar con la obra por los pueblos y la predicación del Evangelio. Al
finalizar el mes de julio, unos ochenta jóvenes (algunos hasta de sesenta y más
años de edad) habían trabajado con nosotros, incluyendo algunos del extranjero.
Llegó el fin de julio y nos dimos cuenta, después de un
mes de experiencia, de lo mucho que teníamos que aprender en cuanto al
servicio. Pero también fue un mes en el que experimentamos día tras día la
grandeza de Dios. Agosto trajo una verdadera avalancha. Ni por un momento
habíamos pensado que nos llegaríamos a reunir hasta cien personas a la vez, y
que al llegar al final de la campaña unas ciento cincuenta personas habrían de
participar con nosotros en esta labor. Gracias a Dios por las tiendas de
campaña, que hicieron un servicio inestimable, y el mismo bibliobús, que también
sirvió de dormitorio en bastantes ocasiones, además de la magnífica labor que
desempeñó día tras día en los pueblos y en los barrios de Toro.
Damos continuamente las gracias a Dios por la vida de
cada una de estas personas que vinieron a trabajar con nosotros. Diferentes
edades: desde catorce hasta sesenta años; diferentes regiones: Cataluña,
Andalucía, Galicia, León, Castilla, Aragón y Asturias; diferentes iglesias:
algunas recién nacidas y otras con años de experiencia. ¡GLORIA A DIOS! UN SOLO
CUERPO, unidos en amor, trabajando para un mismo Señor.
Por el testimonio de algunos jóvenes sabemos de su
condición cuando vinieron a la campaña, su fe quebrantada por las filosofías
del mundo, y cómo su estancia entre nosotros les revolucionó para bien. Ahora
sus vidas tienen sentido y desean servir a Dios en el lugar donde Él les ha
colocado.
Sobre la labor evangelística, estamos muy agradecidos al
Señor porque se ha podido dar un testimonio claro y contundente por medio de la
literatura, el testimonio personal casa por casa y la predicación al aire libre
en unos cincuenta pueblos, muchos de los cuales volvimos a visitar varias
veces. Cada día en las plazas tuvimos reuniones con veinte, treinta, cincuenta
y hasta ochenta niños; y en muchas ocasiones se anunció el Evangelio a los
mayores también. Casi mil niños solicitaron un sencillo curso sobre el
Evangelio según San Lucas, y tenemos varios contactos muy interesantes, tanto
entre los niños como entre personas mayores. Orad por el alcalde y el cartero
de Peleagonzalo. Creemos que están muy cerca del Señor..."
(Continuará)
(Publicado en la Revista "Edificación Cristiana", noviembre de 1.972)
Foto: Bibliobús usado en la Campaña de Toro
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