Publicamos de nuevo la editorial de la revista “Edificación
Cristiana”, nº 2 de 1.975 por su actualidad en el contenido:
“En
nuestro idioma, rico en palabras y en modismos, todos sabemos que unas que nos
son más familiares que otras, y muchas veces nos encontramos con alguna que nos
parece extraña y que pocas veces la hemos leído u oído, pero éste no es el caso
con la palabra CRISIS.
Siempre
me gusta tratar de aclarar el significado de las palabras a fin de que se
conozca mejor lo que se quiere decir, y así, la palabra citada CRISIS, habla de
un cambio considerable y repentino, bien en sentido favorable o desfavorable
que se produce ya sea en una enfermedad o un determinado hecho. Así cuando
oigamos la palabra CRISIS llevemos en seguida nuestra mente a la idea de un
cambio, una alteración, un momento o periodo de tiempo que será significativo.
Todos
los medios de comunicación que nos rodean están repitiéndonos día a día la
palabra CRISIS, que corre por todos los campos, abarca a todos los pueblos y sube
y baja a los estamentos de la sociedad que componen cada pueblo.
CRISIS…
CRISIS… CRISIS… es ya el grito de angustia de nuestro Siglo XX y cubre el
terreno de la energía, ya sea el petróleo u otra materia prima, de la
producción, de los alimentos, de la marcha de los pueblos, de las
instituciones, de la familia, del hombre… es como si viniese sobre nuestros
días el cumplimiento de las plagas del Apocalipsis.
Y
también LA CRISIS ECONÓMICA nos ha llegado a España, como a otros países del
mundo y que nos afecta a todos, a los no creyentes y a los creyentes, y que
siendo realistas hemos de acusar su presencia a fin de saber reaccionar de la
manera adecuada.
Los
financieros y economistas nos hablan un día y otro sobre este tema, con un
profundo sentido de realidad y una técnica que muchas veces no acabamos de
entender, y parece que nos llevan a la
idea de que debemos preocuparnos ante esta CRISIS real y tomar nuestras decisiones
frente a esa erosión en lo económico, y ante cuya presión no sabemos lo que hemos
de hacer.
En
nuestra condición de miembros de una sociedad, de un país, es este caso España,
no hay duda de que debemos sentirnos preocupados y tratar de actuar con pleno
conocimiento y capacidad para demostrar a cuantos nos rodean la toma de
conciencia profunda que hay en nosotros y buscar la fórmula o fórmulas precisas
para lograr una estabilidad. Somos conscientes de que en las Sagradas Escrituras
el creyente es llamado a emplearse con toda eficacia, en ambas esferas en las
que se mueve, la espiritual y la material.
Las
CRISIS muchas veces nos hacen pensar con más realismo en lo que somos y
tenemos, y de esta manera analizar con profunda sinceridad dónde está nuestra
última dependencia, y estoy seguro que el momento actual debe llevarnos a ello.
Frente
a lo que vemos tan inseguro, tan problemático en el mundo de los intereses que los
hombres manejan y controlan, nosotros tenemos que ejercitar y aplicar toda
aquella enseñanza que la palabra de Dios nos ha dado, esa que hemos recibido
tal vez durante mucho tiempo y que no sabíamos cuándo iba a llegar el momento
de ponerla en práctica. Enfatizo la idea de PONERLA EN PRÁCTICA ya que hemos de
tomar conciencia de que la palabra de Dios en nosotros tiene que llevarnos a un
obrar en conformidad con su sentido y sus demandas.
Hemos
de tener una plena convicción de que por encima de toda CRISIS humana está la
AUTORIDAD DE DIOS que actuará sobre cada momento, y de la forma que tal vez
nosotros no podemos determinar ni saber ahora.
No
hemos de sentirnos cogidos en el vértice de la crisis cuando ésta gire a
nuestro alrededor, hemos de estar seguros de que nuestro DIOS será con nosotros
y en conformidad con sus planes nosotros tendremos allí la parte que NOS TIENE
RESERVADA.
Pienso
que éste era el sentir de Lutero cuando escribía aquel himno que cantamos en
nuestros himnarios, el 532, donde confesamos la confianza y seguridad de que
¡SI AUN TODO LO PERDIESEMOS… DE DIOS EL REINO QUEDA!”
Leandro
Roldán
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