CARTAGENA.
Las primeras
noticias de Obra Evangélica en Cartagena,
se remontan al año 1.836. El testimonio viene por una lápida existente en el
cementerio llamado de "los ingleses", pero su nombre oficial es de
"Cementerio Protestante". En esa época ya existía una Capilla Anglicana, construida por
la Colonia inglesa en Cartagena para celebrar su culto de acuerdo con su fe. Es
notable el hecho de que en los Archivos Municipales y en una de sus actas se
hace constar la presencia de un grupo de protestantes en la Ciudad. En las
mismas actas ya en el año 1.870 se señala a Felipe Orejón como pastor de la Iglesia Protestante. En efecto, en
el cementerio protestante se encuentra la tumba de don Felipe Orejón juntamente
con la de su esposa y una niña.
La primera persona
de las Asambleas de que tenemos noticias de su llegada a Cartagena es de don Samuel Payne. Fue su estancia
breve, pero a su regreso a Barcelona se interesó por el testimonio en este
distrito a casusa de la conversión de don
Pedro Rubio.
Los primeros
misioneros llegaron en el año 1.875, sus nombres don Juan Richards y don
Ricardo Holloway. Es interesante reseñar que el viaje de Barcelona a
Cartagena lo realizaron con bicicleta. Los dos eran solteros y juntos empezaron
a testificar del Evangelio en una Aldea próxima a la Ciudad, El Algar. No tardaron mucho en regresar
a Inglaterra para volver casados, don
Juan con doña Ana y don Ricardo con
doña Violeta. Parece ser que don Juan y su esposa se trasladan a Cartagena
y don Ricardo queda en El Algar. El testimonio del Evangelio da sus primeros
frutos y un matrimonio recién casados so bautizados. Las condiciones de vida no
eran muy saludables y doña Violeta fallece al nacer su hija. Sus restos son
enterrados y así se conservan en el Cementerio protestante de Cartagena. Don
Ricardo sigue trabajando en el distrito, mientras don Juan lo hace en la
Ciudad. En medio de esa labor descubren que en uno de los barrios de
"extramuros" S. Antón, un cuarteto de hombres se reúnen para leer la
Biblia. El resultado es que se convierten, son bautizados y así se forma el
primer núcleo de Iglesia. Se ha llegado al año 1.898. Ya tenemos en esas fechas
las primeras actas de la actuación de la Iglesia, y los nombres de sus
miembros. Don Ricardo, mientras tanto, se ha vuelto a casar y se instala
definitivamente en Cartagena. La labor evangelizadora da la oportunidad de
abrir testimonio en los pueblos de alrededor. La Unión, Molinos Marfagones, se
llega hasta Alicante, Murcia, Archena. Cualquier oportunidad que se presenta es
aprovechada. Así surgen los colportores que salen a los pueblos con la palabra
de Dios. Es una época en que el Señor bendice y prospera el Evangelio y aunque
no faltan las dificultades propias de la época la Obra crece y el Señor añade a
la Iglesia los que han sido salvos. A la mitad de los años treinta Cartagena
cuenta con dos Asambleas, una en el barrio de San Antón y otra en la misma
ciudad, en un lugar céntrico. Los siervos de Dios mantienen una labor amplia,
ya que durante ese tiempo les vemos viajar por distintos lugares de nuestro
país. La impresión es que el Evangelio ha entrado en una fase de prosperidad.
Sin embargo, la
guerra Civil marca una época negativa para el testimonio del Evangelio en
Cartagena. Ciudad militar, se convulsiona y los grandes movimientos de gentes
se hacen notar con las dificultades para hablar del Evangelio. Los siervos de
Dios deben abandonar Cartagena por disposición del Consulado. Los jóvenes y no
jóvenes son incorporados a filas. Los bombardeos de la ciudad dificultan los
cultos y la Iglesia sufre por ello. El testimonio se mantiene, pero las huellas
se dejan sentir. Así se llega a 1.939.
Cartagena queda
traumatizada como resultado de la contienda. Aquí la guerra termina el 31 de
marzo del año 1.939. Las consecuencias se dejan sentir entre los hermanos. Un
buen número tendrán que buscar otros lugares de residencia. Don Ricardo ha
partido para estar con el Señor, el regreso de don Juan se alarga debido a la
Segunda Guerra Mundial, pero Dios levanta el hombre providencial. Don Carlos Coll, militar de carrera,
Comandante de Infantería de Marina y Juez Militar durante la Guerra Civil, se
convierte al Evangelio. Su carácter humilde y retraído le hace pasar casi
desapercibido antes de la Guerra Civil. Su alto cargo durante la guerra no le
deja mucho tiempo. Al terminar la guerra se le procesa y se le quiere condenar
a muerte. Le salva su conducta, su testimonio intachable. Es el único que
escapa de la muerte entre muchos militares que quedaron en Cartagena durante la
contienda. Eso sí, se le separa del servicio activo, es ya teniente Coronel.
¿Qué sería hoy? Pero aquella situación le da la oportunidad de dedicar tiempo y
esfuerzo para el Señor. Lucha por el Evangelio y, aunque le trae grandes
problemas, incluido su propia familia y las gentes que le rodean, tiene el
aprecio de sus hermanos y la bendición del Señor, y la Iglesia se beneficia de
ello.
Pero su salud se ve
quebrantada y en enero del 47 pasará a la presencia del Señor...
(Continuará)
(Redactado por
Joaquín Guerola para la revista "Edificación Cristiana", número 73,
mayo-junio de 1.978)
Foto: Cartagena durante un bombardeo en la Guerra Civil.
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