En Arenas de San Juan, el Señor nos dio una oportunidad
para hablar con una mujer bastante fanática, y le pregunté, "¿eres salva o
condenada?" , su contestación fue, "¡Dios lo sabe!". Le dije,
"En qué estado tan triste estás, tú no eres feliz, ¡yo soy más feliz que
tú!". Ella preguntó con ansiedad, "¿Por qué?", a lo que le
contesté, "Porque yo puedo decir que soy salva." "¿Quién puede
saber eso?" dijo. Y le contesté, "Usted puede "señora"",
y ella preguntó: "¿Cómo?" Vi cuan confundida estaba y le leí Juan
3:16, y otros versos, y cuando se fue prometió regresar a las reuniones. No se
ha perdido ninguna, y hemos visto un gran cambio en ella, así que cuando dije
"Yo soy salva," ella me respondió "Y yo también. Y estoy tan
agradecida por lo que me dijiste de la sangre salvadora de Jesús y del amor de
Dios."
"Demos gracias
a Dios por todo".
(M. O.)
(Publicado en la
revista "Gleanings from Spain", núm 10, octubre de 1.905, traducido
del inglés)
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