Terminamos
con este artículo la exposición del misionero Juan Driver sobre cómo veía las
Asambleas en España en el año 1.976:
7)
En
las Asambleas de Hermanos el lugar del “partimiento del pan” es fundamental. La
comunión sirve continuamente a mantener fresca en la memoria el amor inefable
de Dios; el sacrificio único de Jesucristo a favor de los hombres. Frente a una
situación en que se tiende a concebir a Jesús meramente en términos de “hombre
admirable” o “modelo ético”, como ha sido el caso en algunos círculos
liberales, este testimonio es naturalmente esencial.
Sin
embargo, uno nota generalmente en las oraciones, los himnos y otras expresiones
de testimonio personal en la reunión del partimiento del pan un énfasis casi exclusivo
sobre los aspectos individuales de la experiencia de la salvación. Predominan
acciones de gracias por la absolución de los pecados, por el perdón por medio
del sacrificio vicario de Jesucristo y, a veces, por la santificación personal
que resulta. Pero la orientación suele ser no tan solamente personal, sino
individualista, como si la Iglesia se compusiera meramente de una agrupación de
individuos salvados cada uno independientemente de los demás por la gracia de
Dios. Uno espera en vano que alguien entre los hermanos se refiera a esa rica
gama de imágenes bíblicas que describe la nueva vida corporativa en Cristo,
tales como: “pueblo de Dios”, “cuerpo de Cristo”, “miembros unos de otros”,
“familia de Dios”, “la Vid y los pámpanos”, “la comunión de los santos”, etc.
Posiblemente hay una razón porque estas figuras no predominan en nuestras
oraciones, testimonios y los himnos que son escogidos con mayor frecuencia. Los
símbolos que se emplean generalmente reflejan la realidad de la experiencia
espiritual de una Iglesia. Y en nuestros tiempos ésta ha sido predominantemente
individualista debido más a accidentes históricos e influencias seculares que a
nuestra fidelidad a la Palabra de Dios.
8)
Aunque
en sus comienzos el Movimiento de los Hermanos no recibió su inspiración
fundamental de la obra reformista de Lutero, siempre ha habido una clara visión
de ese principio de la Reforma, “salvación por la gracia, por la fe”, en las
Asambleas. Incluso, uno suele oír en las oraciones públicas de hermanos
acciones de gracias por el hecho que la salvación no tiene nada que ver con las
obras. Probablemente este énfasis sea necesario en un ambiente católicorromano
en el cual ha predominado un concepto no bíblico del valor de las buenas obras
en la vida del cristiano.
Sin
embargo, se debe recordar que sobre la cuestión de fe y obras Martín Lutero no
ha dicho la última palabra. Evidencia de su problema está en el hecho que no
sabía qué hacer con la Epístola de Santiago, el hermano de Jesús. En su
protesta contra la deformación del papel de las obras de justicia en la vida
cristiana, no siempre se nota con suficiente claridad en las Asambleas esa
visión de la Iglesia como el nuevo pueblo de la alianza de la gracia de Dios,
en el cual, librados de la esclavitud del pecado, nos sometemos por la gracia a
la nueva Ley de Cristo. El cristiano asume este compromiso libre y gozosamente
porque en la gracia de Dios su “yugo es fácil y ligera su carga”. De modo que
en este contexto de gracia la contradicción entre fe y obras en el concepto
luterano es superada. El discipulado libremente asumido dentro de la comunidad
de los discípulos de Jesucristo es la forma concreta y visible que toma la
salvación de Dios en este mundo.
CONCLUSIÓN
En
la medida en que España siga su evolución socio-económica las tentaciones a
acomodarse a las formas de fe y vida personalmente más fáciles y socialmente
más aceptables serán cada vez mayores. Y en la medida en que continúen las
nuevas corrientes de apertura política, las presiones a participar en la vida
pública (incluso en formas que contradicen el espíritu del Evangelio) se
presentarán con mayor agudeza.
Pero
Dios nos provee con recursos espirituales y humanos a fin de discernir Su
voluntad y serle fieles en estos tiempos de cambios. Para este fin se nos
promete la presencia del Espíritu Santo. También han sido bendecidas las
Asambleas de Hermanos en España con todos los dones y ministerios que necesitan
para ser en verdad su pueblo fiel. Dios le ha dado hombres con verdadero
corazón de pastor; maestros que son amantes de la verdad de Dios y cuyas vidas,
al igual que doctrinas, reflejan auténticamente al Jesús del Nuevo Testamento;
profetas con visión clara de la obra de Dios en su pueblo en el pasado, al
igual que en el momento actual, cuyas palabras a veces son cortantes, pero según la Revelación Divina, son Palabra de
Dios para la Iglesia en nuestros tiempos.
Los
Hermanos participan de una preciosa herencia espiritual. En su tradición
histórica cuentan con recursos para su vida congregacional en forma única. Pero
esta herencia seguirá siendo preciosa en la medida en que están dispuestos a
retornar continuamente a sus raíces en la persona de Jesucristo en el Nuevo
Testamento con verdadero espíritu de arrepentimiento que se manifiesta en una
disposición a conformar su vida radicalmente a la Suya en un discipulado
obediente.”
Publicado
en la Revista “Edificación Cristiana”, núm 2, Año 1.976)
No hay comentarios:
Publicar un comentario