Nació
en La Carolina (Minas del Centenillo), hijo de padre inglés y madre española,
educado en la religión protestante, pero ya joven estudiante, dudaba incluso de
la existencia de Dios. Fue en el año 1.921 en Linares, cuando clamó a Dios
pidiendo que se le revelase y en el mismo momento vio su condición de pecador,
pidió el perdón de sus pecados y aceptó a Cristo como Salvador. Continuó
estudiando, obteniendo los títulos de Perito Electricista, Perito Mecánico e
Ingeniero Industrial.
Terminados
sus estudios, en 1.929, vino a trabajar a Barcelona. En 1.930 contrajo
matrimonio con doña Magdalena Urrutia Hernando. El 29 de noviembre de 1.931,
domingo, a las 4 de la tarde, tuvo lugar la primera reunión pública en la
Iglesia de Avenida Mistral, 97, entonces Avenida Milans del Bosch.
Durante
el verano de siguiente año 1.932, eran bautizadas 25 personas. Antes de tres
años el número de miembros de la nueva Iglesia rebasaba la cifra de cien.
El
domingo, 4 de marzo de 1.934, se trasladaba la Iglesia a la calle Francisco
Layret 167 (hoy Marqués del Duero). El motivo del traslado fue que en aquella
época la Avenida de Mistral era un lugar muy poco transitado mientras que la
calle Marqués del Duero, era un hormiguero de gente.
El
emplazamiento de la nueva Iglesia fue bien aprovechado, pasaba tanta gente que
se vio la necesidad de tener dos cultos de Evangelio durante la tarde, además
de continuas campañas de Evangelización colocándose grandes carteles en la
puerta de la Iglesia.
Además,
se alquiló un pequeño local en la barriada de La Torrassa donde se predicaba
todos los domingos el Evangelio, luego, cuando pareció que aquel barrio ya
había sido evangelizado y no respondía, se trasladó a la barriada de Santa
Eulalia, donde se alquiló otro local.
Vale
la pena señalar que poco después de dejar Avenida Mistral 97, don Enrique
Haselden alquilaba los mismos locales donde antes había estado emplazada la
Iglesia para montar un taller. La Guerra Civil de 1.936-1.939 sorprendió a la
Iglesia en pleno desarrollo, en los primeros días de la Guerra el local
destinado a Evangelización en la Barriada de Santa Eulalia fue saqueado y se
perdió todo su mobiliario, al final de la Guerra lo único que pudo recuperarse fue
el armonio.
Terminada
la Guerra Civil en el año 1.939, comenzó una época difícil para el pueblo de
Dios en España. La iglesia de Marqués del Duero, 167, como todas las demás de
Barcelona tuvo que cerrar sus puertas y don Enrique abrió las de su domicilio
particular. En su casa se tenía el culto de Santa Cena, cultos de Evangelio,
cultos de jóvenes. En más de una ocasión se rebasó la cifra de 100 asistentes.
Como consecuencia de esto don Enrique fue detenido, permaneciendo dos semanas
en la cárcel, y dada la circunstancia de ser súbdito inglés, fue expulsado de
España. Esto ocurría en noviembre de 1.940 en plena Guerra Mundial.
Don
Enrique tuvo que permanecer en Inglaterra hasta 1.945, pero allí no perdió el
tiempo. En el lugar donde vivía, organizó una Escuela Dominical entre los niños
del barrio y en el momento de dejar Inglaterra para regresar a España, dejaba
organizada una Escuela Dominical con más de 150 niños, y con el gozo de haber
visto a varios de ellos entregarse a Cristo.
Durante
su ausencia, la Iglesia que se había reunido en calle Marqués del Duero, siguió
celebrando cultos por las casas viendo como muchas personas aceptaban a Cristo
como Salvador, una de las casas que se abrió para la predicación del Evangelio
estaba situada en Santa Coloma y así principió lo que es hoy (n.r: escriben en
1.969) la Asamblea de Santa Coloma. Cuando en octubre de 1.945 las Iglesias de
Barcelona pudieron abrir de nuevo sus puertas, una serie de circunstancias
hacían necesario para la Iglesia que en 1.936 se reunía en calle Marqués del
Duero otro lugar de culto, además de éste, y fue entonces cuando don Enrique
generosamente cedió graciosamente el local donde tenía instalado su taller y
así pudieron abrir las puertas dos Iglesias; una en calle Marqués del Duero y otra
en Avenida Mistral.
Ya
de regreso a España, don Enrique proyectó toda una reforma de los locales de su
antiguo taller, derribando tabiques, cubriendo patios y construyendo un palco,
y así llegó a su actual estructura la Iglesia de Avenida Mistral, esto tenía
lugar en el año 1.947.
En
octubre de 1.949, un grupo de hermanos de Mistral, sintiendo su deseo de
extender el Evangelio a otro distrito y en plena comunión con la Asamblea
Madre, abrían un nuevo lugar de culto en la calle Pinar del Río, 27 y al año siguiente
ya era reconocida como Asamblea autónoma.
En
septiembre de 1.956, un grupo de hermanos pertenecientes a las Asambleas de
Marqués del Duero y Avenida Mistral abrían otro en la calle Alegría, 54 (La
Florida), hoy Asamblea autónoma.
En
octubre de 1.966, después de haberse comprado el terreno y edificado exprofeso
para reunirse la Iglesia, sea abría un nuevo lugar de testimonio en el Pasaje
de Jaime Roig 14 (Las Corts).
Al
publicar estas líneas en memoria de don Enrique y dar toda la serie de datos que
preceden no queremos ensalzar ni por un momento al hombre, sino por el
contrario, mostrar lo que puede hacer el Señor con un siervo que se abandona en
sus manos.
Don
Enrique era para todos los que le conocíamos un hombre bueno, simpático, muy distraído,
alegre, el antitipo de un santurrón, con sus defectos, sus fallos... pero un
hombre redimido por Cristo que se había consagrado por completo a su Señor, y
en su consagración no había excluido su bolsillo.
Don
Enrique no dejó su profesión, con lo que ganaba de su trabajo cubría sus
necesidades y ayudaba a la Obra, pero además se preparaba para poder predicar
el Evangelio y exhortar a la Iglesia, y llegado el caso entregó todo lo que
tenía a su Señor. En la madrugada de día 29 de junio último, don Enrique sufrió
una trombosis cerebral que le afectó centros vitales, entre ellos el habla,
aunque con dificultad había ratos que podía decir algo y teniendo a todos los
suyos a su alrededor les expresó su gozo y su seguridad de ir con su Señor y
cantó con ellos el himno "Cristo está conmigo: ¡Qué consolación!".
¿Había
alguna preocupación en esos momentos? Sí, la salvación de todos sus seres
queridos y parientes.
¿Algún
sentimiento? Sí, el de su indignidad, algunas de sus últimas palabras, que
repitió varias veces, fueron: "Estoy muy contento". "Estoy muy
contento". "Todo por Gracia". "No merezco nada".
"Todo por Gracia".
¿Se
lamentaba de algo? Sí, de que su entrega a su Señor no hubiese sido mayor, de
que no le hubiese podido ser más útil.
Cuando
la enfermedad cerró sus labios, antes de que la muerte los sellase, ni una
queja, su rostro reflejaba la paz y el gozo de su corazón, cuando los suyos le
leyeron el Salmo 23 al llegar al versículo 4 "Aunque ande en valle de
sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo", él les
interrumpió para expresar como pudo que aquella era su experiencia.
El
día 7 de julio de 1.967, a las 7 de la tarde, el Señor llamó a su presencia a
su siervo don Enrique, mientras todos los suyos y algún anciano de la Iglesia
estaban orando alrededor de su cama.
(Revista
"Edificación Cristiana", número complementario 1.967-1.968)
No hay comentarios:
Publicar un comentario