LUCES Y SOMBRAS
En la capital
conquense, S. Sharples y su ayudante español tropiezan con una violenta (y bien
orquestada) persecución. Casi a diario, unos mozalbetes irrumpen en las
reuniones gritando: ¡Viva la Virgen! y destrozando Biblias, folletos e
himnarios. Al cabo de una semana se presentó un policía para cobrar una multa
de 25 pesetas (¡casi el sueldo mensual de un obrero!) por... "continuo
alboroto y escándalo público". Poco después se comprobó que los
"elementos incontrolados" de turno fueron enviados por el alcalde y
con la bendición eclesiástica...
UN GIRO
Tras cinco años de
esforzados trabajos y ante redoblados ataques organizados a nivel nacional, la
obra parece dar un giro. En 1.902, doña Julia Jones deja Zaragoza (donde sin
embargo, prosigue el testimonio) e instala la casa central en Madrid. Desde
aquí sigue escribiendo, orando, predicando a las mujeres y cuidando atentamente
de la marcha de la misión.
Además, en el
barrio de la Guindalera, abre un confortable "Hospital evangélico inglés"
dotado de los últimos adelantos de la ciencia médica. Es inaugurado en 1.904 en
presencia del cuerpo médico, de la prensa, de destacadas personalidades y del
embajador británico en persona. Con ello, doña Julia (que sufragó todos los
gastos) quiere alcanzar a la clase media alta e incluso a la aristocracia,
dándoles a conocer el auténtico Cristo de las Escrituras (frente a las
aberrantes caricaturas del mismo). A cada enfermo se le regala un Nuevo
Testamento (libre de humanas acotaciones) y literatura evangélica escogida. Más
adelante -y siempre con el mismo fin- doña Julia Jones abrió en la madrileña
calle del Carmen un selecto salón de té, donde acudían miembros de la casa real
y de la aristocracia. Al lado había un salón de lectura ampliamente provisto de
Biblias, Nuevos Testamentos y "Mensajeros de la Verdad". Los
cuantiosos gastos de mantenimiento y la falta de personal adecuado no
permitieron que ambos servicios (Hospital y salón de té) fuesen llevados a cabo
durante muchos años. Quedan como testimonio de un inteligente esfuerzo para
evangelizar a todas las capas de la sociedad española.
A partir de 1.905,
la actividad de la "Primitiva Iglesia" va desplazándose lentamente
hacia el Oeste: Salamanca y Extremadura; luego hacia La Mancha (Ciudad Real,
Torralba de Calatrava, Valdepeñas y Albacete) y hacia el Sureste: Murcia.
Finalmente, desbordará al Sur de Despeñaperros: Jaén, Casillas de Chilluevar,
La Puebla de Cazalla (hacia 1.910) y Camas (al lado de Santiponce de Sevilla).
La primera Guerra Mundial y el fallecimiento, en 1.916, de don Huntington Stone
parecen haber mermado las filas y los recursos de lo que ahora se llama:
"Misión Evangélica Inglesa".
Pero, estando la
capilla madrileña en la calle de Silva (entre 1.913 y 1.920), siguen llegando
algunas misioneras más: doña Ana, doña Clara Adams y doña Mercedes Vaughan.
Esta fue la última que "partió para estar con Cristo", en septiembre
de 1.962.
Por su parte, don
Federico D. Jones (secundado por hermanos catalanes como don Amado Alqueza y
don Jaime Casals) testificó activamente en las provincias de Huesca y Lérida,
formándose entre 1.920 y 1.936- diversos grupos de creyentes en Alcarraz,
Almacellas, Corbins, Termens, Monzón y cinco puntos más, sin olvidar la capital
leridana y la Ciudad Condal. En 1.933, don Federico hizo construir el primer
"Coche Bíblico" que hubo en España. !Aquello era una verdadera casa
sobre ruedas", dice J. Casals en sus memorias, "tenía: cuatro camas,
cocina, comedor, despensa, lavabo, estantes de la librería ambulante, con su
micrófono y altavoz para anunciar la Palabra del Señor". Hasta el
estallido de la Guerra Civil, el camión bíblico rodó por 38 provincias
españolas anunciando la Biblia en centenares de pueblos grandes y pequeños.
En total, cabe
afirmar que la "Primitiva Iglesia" estableció obra evangélica
(pasajera o perdurable) en más de 54 pueblos y ciudades, que visitó
regularmente más de 230 sitios habitados, proclamando en cerca de dos mil
lugares que Jesucristo es el único Salvador y Señor: ¡Tierra, tierra, tierra!
oye palabra del Eterno..." (Jer 22:29). Sus mensajeros recorrieron
poblados, vecindarios y aldeas a pie, a lomo de burro, en carruajes tirados por
mulas, en trenes e incluso en un flamante "automóvil" que, a
principios de siglo, atraía a grandes multitudes. Así, en Ibahernando
(Cáceres), la señorita Mathews -al verse rodeada por centenares de curiosos que
no la dejaban bajar -utilizó el vehículo de motor para hablar sobre Juan 3:16.
Mientras que en los pueblos manchegos por donde pasaba, curas y frailes
alertados predicaban a los feligreses: ¿Habéis visto jamás un carro que ande
sin caballería? No, ¿verdad? ¡Pues es la mejor prueba de que los diablos están
dentro de ese coche! ¡Apedreadlo!
A MODO DE CONCLUSIÓN...
(Continuará)
(Redactado por
Pablo Enrique Le More y publicado en la revista "Edificación
Cristiana", marzo-abril de 1.981)
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