La misionera Ellen
Heighes escribe desde Zaragoza en 1.905:
Necesitamos mantenernos
en comunión con el Gran Pastor, para que su amor por los perdidos fluya
libremente a través de nosotros.
La otra semana una
mujer creyente que vive aquí nos acompañó a su pueblo, donde tiene una casa
vacía. A nuestra llegada apenas si podíamos ver a través del polvo y las
telarañas, pero con una escoba y la ayuda de una vecina esto fue pronto
remediado. Después nos proveímos de algo para comer, en la forma de una buena
ración de arroz y carne, y como éramos siete en número, y todo teníamos buen
apetito después de nuestro viaje en la mañana temprano, esto fue muy apreciado.
Antes de tomar nuestros asientos en el suelo estuvimos todos alabando al Señor
por la manera maravillosa en la que nuestra comida nos fue entregada. Una mujer
vino con una tabla, otra con platos, tenedores, y cucharas, y al final, una
querida mujer mayor nos trajo un colchón y dos almohadas para nuestra siesta de
la tarde. Tuvimos un buen tiempo, visitando a las personas en sus hogares
durante la tarde, y nos animó mucho cuando al final del día vimos a muchos
hombres en la reunión de la noche, que se celebró en el patio, habiendo
preparado asientos con piedras, paja, etc.
A la vuelta a casa,
llegamos a Zaragoza sobre las 2 de la madrugada; de esta manera evitamos el
calor del día; y una y otra vez agradecemos al Señor por las mulas y el
carruaje, que nos hace tan buen servicio en llevar las buenas nuevas de pueblo
a pueblo.
En Alfajarin
tuvimos una reunión muy concurrida, y también fuimos privilegiados al visitar a
una niña enferma, a la que pudimos hablar de Jesús y el camino al cielo, donde
no habrá dolor ni enfermedad.
El Señor ha tenido
a bien llevarse al pequeño hijo de uno de los creyentes aquí en Zaragoza. Tanto
el padre como la madre han dado un buen testimonio de la paz y el gozo que el
Señor da en los tiempos de dificultad. Un buen número de personas estuvieron
presentes en el cementerio, y el Señor habló con poder a través de sus siervos
españoles, mientras testificaban con seguridad de la resurrección de los
muertos y la vida eterna como una posesión de todos aquellos que creen en el
Señor Jesucristo. Muchos corazones fueron tocados mientras cantamos lentamente
y de una forma dulce en español: "Duerme,
oh amado, duerme, y descansa; pon tu cabeza en el pecho del Salvador. Nosotros
te amamos mucho, pero Jesús te ama más. ¡Buenas noches! ¡Buenas noches! ¡Buenas
noches!"
Oímos a varios
decir mientras nos volvíamos: "es
la verdad; esta gente posee algo que nosotros no conocemos".
Acompañadnos en
oración para que muchos más puedan conocer la verdad de las palabras dichas por
el Señor Jesús en Juan 5: 24, 25 : "De
cierto, de cierto, os digo, que el que oye mi palabra y cree en el que me
envió, tiene vida eterna, y no vendrá a condenación, sino que ha pasado de
muerte a vida", "De cierto, de cierto te digo, que la hora viene y
ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios y aquellos que la
oigan vivirán."
(Publicado en la
revista "Gleanings from Spain", núm 9, septiembre de 1.905, traducido
del inglés)
Foto: Alfajarín en Zaragoza.
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