La misionera C. B.
Light escribe en la revista "Gleanings from Spain", nº 9, Septiembre
de 1.905:
(continuación de la
primera parte)
"A la
siguiente mañana dejamos a esta buena gente y paramos en Pedrola, un par de estaciones
más cerca de Zaragoza. Aquí una mujer nos condujo en su carrito cubierto hasta
el pueblo. Llegando allí tuvimos que beber de la fuente, las aguas que
supuestamente tienen propiedades especiales; luego nos dirigimos más lejos a un
parte adosada del mismo pueblo, donde una de las más grandes sorpresas me
esperaba...
¡Al bajar del carro me sentí como si me
hubiera caído de repente en una cama de plumas! pero pronto me di cuenta que yo
estaba en los brazos de un vieja mujer sin dientes y muy gorda, que me estaba
sujetando a mí de un brazo y a la srta. Heighes de otro, otorgándonos muchos sinceros
besos. Ella estaba encantada de vernos. ¡Solo hubiera deseado si alguien
hubiera podido tomarnos una foto! En la casa de esta buena mujer - construida
por ellos mismos, con su techo de barro- pasamos el día. Tomamos parte de su
propia cena, y muy amablemente nos dieron platos y un vaso para compartir entre
nosotras. La familia comió como es usual en la manera española -de un mismo
plato y bebieron de la misma botella. Después nos fuimos a descansar, porque
hacía mucho calor y era imposible salir.
Tomamos nuestro
propio té de la tarde y los españoles disfrutaron de una taza también, mientras
los dos arenosos gatos (que estuvieron atados con una cuerda a la chimenea
abierta) y dos perros grandes miraban en silencio. Estoy agradecida al decir
que esta casita estaba muy limpia, como estaban las que visitábamos en este
parte de España.
También podría
mencionar que Pedrola ha sido trabajado por varios años por esta misión. Pero
solo esta mujer era convertida junto con algunos hombres. Pienso en esta
querida gente unida para alabar, con sólo el Espíritu Santo para enseñarles, y siendo
animados de vez en cuando por algún visitante ocasional.
En el pueblo hay
algunos partidarios del evangelio, y otros que fuertemente se oponen, así que
en nuestra visita por la tarde (en un día festivo) no estábamos seguras de qué
recepción tendríamos.
Me sorprendió cuán
ansiosos estaban por recibir folletos en español, y los niños nos seguían para
pedirnos libros para sus hermanos o padres, si ellos no podían leerlos por sí
mismos, pero cuando se les dijo que si no dejaban de seguirnos no les sería
permitido venir a la reunión de la tarde dejaron de hacerlo.
¡No olvidaré esa
reunión! El patio había sido cuidadosamente barrido, y sobre las 9.20 de la
noche unas 80 personas se reunieron, jóvenes y mayores, hombres y mujeres
(algunas con bebés en sus brazos), y niños.
Había solo media
docena de sillas, así que se sentaron en el suelo en frente de la mesa donde
estaba la srta. Heighes y uno de los misioneros españoles, y el resto
permaneció de pie por una hora. El lugar estaba alumbrado por solo dos
parpadeantes lámparas de estilo español. ¡Era una extraña vista! Aquellos que
podían ver y podían leer cantaron los himnos, y muchos se unían en los coros.
De manera atenta
escucharon la vieja, vieja historia, y una solo podía orar que muchos pudieran
ser ayudados esa noche.
Me sorprendo en el
deseo de tantos de escuchar el Evangelio cuando sabemos de la oposición por
parte de los curas, y cuando te piden que regreses pronto es duro tener que
rehusar la invitación. Que el Señor de la mies envíe más obreros a su mies, y
que sean especialmente dotados con sabiduría y ánimo (y que no teman por ser
apedreados o encarcelados incluso ocasionalmente), así que muchas de estas
queridas personas sean traídas a la luz y ser ayudados en la vida cristiana.
Debo añadir que me
he encontrado invariablemente con amabilidad y hospitalidad de cada uno de los
obreros de esta misión, y mi interés es que este buen trabajo se haya
beneficiado con mi visita."
Foto: contraportada de la revista "Gleanings from Spain"
Foto: contraportada de la revista "Gleanings from Spain"
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