"Alcalá.-
Este es un pequeño
pueblo más allá de la estación, donde disponemos de una cocina que amablemente
nos han prestado para las reuniones. Cuando llegamos nos encontramos la puerta
cerrada, el marido, la mujer y los niños estaban en el campo recogiendo maíz,
del que hay mucho por aquí.
Caminando hacia el pueblo vimos a varias mujeres
sentadas a sus puertas haciendo punto o cosiendo, pero no parecían dispuestas a
recibirnos. Anduvimos hasta que llegamos casi a la última casa del pueblo. En
la ventana vimos a una mujer que nos sonrió y nos dio las buenas tardes,
también nos invitó a descansar un rato. Aceptamos su amable invitación, y nos
encontramos la casa y los niños bastante sucios. Si hubierais visto a esta
pobre mujer os habría dolido el corazón, porque parecía más como un animal que
como un ser humano, con muy poca inteligencia. De todas formas nos asombró su
amabilidad al ofrecernos pan, uvas y melón. Le empezamos a hablar de Jesús
cuando dijo "Venid a mí", pero ella no parecía entender nada.
Entonces su pequeñita de unos cinco años exclamó, "mamá, ¡yo sé de lo que
están hablando!". Entonces la pequeña repitió a su madre lo que habíamos
dicho. Antes de irnos, tanto la niña como su madre aprendieron un precioso
versículo, "La sangre de Jesús nos limpia... de todo pecado".
Un poco
más tarde fuimos a otra casa, donde una mujer preparaba la comida. Nos sentamos
y hablamos a ella del hogar que nos está siendo preparado para todos aquellos
que han sido lavados en la Sangre del Cordero. Parecía interesada, y dijo que a
ella le gustaría ir al cielo. Pensaba que ella debía ganarse la entrada por sus
buenas obras, y pareció muy sorprendida cuando le dijimos que ella nunca
ganaría el cielo por buenas obras sino sólo por tener nuestros corazones lavados
en la sangre de Jesús."
Vuestras en el
servicio del Maestro, S. Sharpless y E. Heighes. (Pedrola, Zaragoza)"
(Publicado en la
revista "Gleanings from Spain", Noviembre de 1.898, traducido del
inglés)
No hay comentarios:
Publicar un comentario