Me es muy grato evocar el viaje realizado a España el pasado otoño. Mi esposa fue operada de la vista en la benéfica institución el “Hospital de las Colonias Extranjeras” (antes “Enfermería Evangélica”), quedando sumamente agradecidos a todos los amigos que, en una forma u otra, nos mostraron su simpatía en esta prueba.
Esta ida a España fue una bella ocasión de poder visitar de nuevo algunas congregaciones en Barcelona, en las que, juntos los creyentes, pudimos compartir algunas riquezas espirituales y al mismo tiempo observar placenteramente algunos resultados preciosos del anuncio del Evangelio. No cesamos de orar por todas las asambleas que visitamos y por otras que, muy a pesar nuestro, no pudimos visitar; deseando que el desarrollo y el aumento tan notable de todas ellas vaya siempre en “crescendo” bajo el poder de Dios y Su Santa Palabra.
También tuvimos la oportunidad de ir juntos con D. R. Porrera a Madrid para asistir a las Conferencias Anuales, parándonos en nuestro viaje en Zaragoza, donde tuvimos un cordial recibimiento de todos los hermanos, en particular de los apreciados esposos Sres. Gimeno y también Sr. Solé y aún otros. En la casa de nuestros amigos tuvimos una preciosa reunión, estando todos los asistentes muy apretujados, pero sintiendo la preciosa presencia del Señor. Pensamos que quizás puedan ya reunirse holgadamente en el local que poseen, pero que entonces permanecía cerrado a causa de la demora del permiso de apertura de parte de las autoridades.
Llegados luego a Madrid nos esperaba abierta la casa hospitalaria de nuestros amados siervos de Dios, el Sr. y la Sra. Biffen (¡cuán reconocidos les quedamos!). Y ¡qué placer de poder saludar en ella otros siervos, a la venerable Dª Amelia Rhodes, los esposos Sres. Gray, de Valladolid, y Sres. Woodford, de Vigo, al Sr. García de Gijón.
No olvidamos los preciosos momentos pasados en dicha Conferencia, tanto por los edificantes estudios bíblicos sobre la persona divina del Espíritu Santo, a cargo de varios hermanos muy dotados, como por las otras sesiones sobre asuntos particulares de la Obra del Señor en España, ni tampoco de las magnas reuniones de evangelización cada noche en la misma espaciosa capilla de la calle Trafalgar. ¡Qué satisfacción de poder confraternizar en plena comunión con los diferentes creyentes de Madrid y con otros hermanos y obreros del Señor venidos de varias provincias para darnos breves reseñas de la Obra, incluso con los esposos Sres. Craig, de Argentina!
Nuestras oraciones son continuas a favor de todos estos “embajadores de Cristo” respecto a sus corrientes actividades, sin olvidar el trabajo especial de los Cursos Bíblicos de don Ernesto Trenchard y de su colaborador D. F. Pujol, de Barcelona.
Ahora deseo pedir a todos los amigos se acuerden también de nosotros aquí en Argelia, de toda nuestra labor en la viña del Señor; que oren por los ocho creyentes que fueron bautizados en noviembre, la mayoría jóvenes, para que vayan progresando en su vida espiritual, y por otros jovencitos recién convertidos; también por los viajes de evangelización que realizamos con nuestro querido hermano el Sr. Corbaz, a fin de que los muchos tratados y Testamentos que se esparcen junto con las conversaciones y reuniones que tenemos sea ricamente bendecido, con muchas almas que entren en el Camino, que acepten la Verdad y que gocen de la Vida eterna.
Esta ida a España fue una bella ocasión de poder visitar de nuevo algunas congregaciones en Barcelona, en las que, juntos los creyentes, pudimos compartir algunas riquezas espirituales y al mismo tiempo observar placenteramente algunos resultados preciosos del anuncio del Evangelio. No cesamos de orar por todas las asambleas que visitamos y por otras que, muy a pesar nuestro, no pudimos visitar; deseando que el desarrollo y el aumento tan notable de todas ellas vaya siempre en “crescendo” bajo el poder de Dios y Su Santa Palabra.
También tuvimos la oportunidad de ir juntos con D. R. Porrera a Madrid para asistir a las Conferencias Anuales, parándonos en nuestro viaje en Zaragoza, donde tuvimos un cordial recibimiento de todos los hermanos, en particular de los apreciados esposos Sres. Gimeno y también Sr. Solé y aún otros. En la casa de nuestros amigos tuvimos una preciosa reunión, estando todos los asistentes muy apretujados, pero sintiendo la preciosa presencia del Señor. Pensamos que quizás puedan ya reunirse holgadamente en el local que poseen, pero que entonces permanecía cerrado a causa de la demora del permiso de apertura de parte de las autoridades.
Llegados luego a Madrid nos esperaba abierta la casa hospitalaria de nuestros amados siervos de Dios, el Sr. y la Sra. Biffen (¡cuán reconocidos les quedamos!). Y ¡qué placer de poder saludar en ella otros siervos, a la venerable Dª Amelia Rhodes, los esposos Sres. Gray, de Valladolid, y Sres. Woodford, de Vigo, al Sr. García de Gijón.
No olvidamos los preciosos momentos pasados en dicha Conferencia, tanto por los edificantes estudios bíblicos sobre la persona divina del Espíritu Santo, a cargo de varios hermanos muy dotados, como por las otras sesiones sobre asuntos particulares de la Obra del Señor en España, ni tampoco de las magnas reuniones de evangelización cada noche en la misma espaciosa capilla de la calle Trafalgar. ¡Qué satisfacción de poder confraternizar en plena comunión con los diferentes creyentes de Madrid y con otros hermanos y obreros del Señor venidos de varias provincias para darnos breves reseñas de la Obra, incluso con los esposos Sres. Craig, de Argentina!
Nuestras oraciones son continuas a favor de todos estos “embajadores de Cristo” respecto a sus corrientes actividades, sin olvidar el trabajo especial de los Cursos Bíblicos de don Ernesto Trenchard y de su colaborador D. F. Pujol, de Barcelona.
Ahora deseo pedir a todos los amigos se acuerden también de nosotros aquí en Argelia, de toda nuestra labor en la viña del Señor; que oren por los ocho creyentes que fueron bautizados en noviembre, la mayoría jóvenes, para que vayan progresando en su vida espiritual, y por otros jovencitos recién convertidos; también por los viajes de evangelización que realizamos con nuestro querido hermano el Sr. Corbaz, a fin de que los muchos tratados y Testamentos que se esparcen junto con las conversaciones y reuniones que tenemos sea ricamente bendecido, con muchas almas que entren en el Camino, que acepten la Verdad y que gocen de la Vida eterna.
Armengol Felip
Fuente: Revista “El camino” nº99 (Marzo de 1.953)
Fuente: Revista “El camino” nº99 (Marzo de 1.953)
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