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lunes, 30 de mayo de 2011

Poesía: "Contemplación"


“Déjame estar tranquilo... reposar en calma...


Y sentir de la dulce melodía, que me priva el afán de cada día.


Déjame ver del cielo la hermosura, oír el eco de sus gratos cantos,


Que mi ALMA se ensanche, es mi deseo,


que mi débil voz una a los santos.


Dejad, pues, que contemple el ALMA mía,


que levante los ojos de este suelo,


Que contemple y que ría es mi deseo,


que su vista se fije en el Cielo.


No voy yo a ser tan poco cauteloso,


que lo feo me prive de lo hermoso,


Que lo temporal me prive de lo eterno, teniendo como pago el mismo infierno.


Dejadme contemplar a mí en calma y que me alegre y cante con mi ALMA,


Dejadla estar alegre, que se ría, libre ya del trajín de cada día,


Y que mire con agrado TU semblante..., tan sola y anhelante...


Dejadme contemplar quieto..., en reposo... sí, ya le veo y es del todo HERMOSO."



Santiago Miñambres (23-06-1935) en Salamanca y a orillas del río Tormes.


(Poesía publicada en la revista “El joven cristiano”, (Agosto de 1.935)


Puede leerse una breve biografía de este fiel creyente en la página web de FONDEVAN aquí.


Foto: Santiago Miñambres y esposa en sus últimos años.

lunes, 21 de febrero de 2011

"Peregrino", poesía dedicada a Saturnino Martínez

Peregrino
Te vas guerrero valiente
La batalla ha terminado
Te vas en carro de fuego
Por ángeles escoltado

Te vas porque Dios lo quiere
Te necesita a su lado
Quiere ofrecerte su mano
Que da reposo al cansado

Aún recuerdo los días
Hace ya bastantes años
Visitando nuestra iglesia
Que apenas ha comenzado

Los viajes con Anita
Y tu exquisito cuidado
Los campamentos en Pinos
Que tanto han aportado
A la vida de los nuestros

¡Aún hoy lo recordamos!
Encontrarlo cada año
En Trafalgar el primero
Y llevando siempre a su lado
A su hermano y compañero

Y si tenías la suerte
De verlo antes de entrar
El café gratis, era parte
Del estratégico plan.

Decidió dejar su patria
Para venir al Hogar
Son su amada y pocas fuerzas
Mas decidido a ayudar.

Ha consumido su vida
En aras del Evangelio
Con el celo de la Palabra
Y testimonio certero.

Ha gastado una y mil veces
Los minutos de su tiempo
Las horas meses y años
Consolando y convenciendo

Ha recorrido caminos
Que otros no hemos andado
Caminos de sufrimiento
De esplendor y de milagros

De ver cómo las personas
Ardían con fuego vivo
Al escuchar la Palabra
Fielmente cada domingo

Milagro de ver a hombres
Y mujeres redimidos
Abrazar el llamamiento
De compromiso y servicio

Milagro de vivir la vida
Con Cristo comprometido
Diciendo como el apóstol
“Ya no soy yo el que vivo
Sino Cristo en su poder
El que transforma la vida
Y viene a vivir contigo”

Siempre ha sabido sacar
Lo bueno de cada gente
Aprendiendo a contentarse
Con lo que Dios proveyera

Ha sido ejemplo de fe
Fidelidad y servicio
Ha sido ejemplo de amor
Ofrecido al desvalido

Ha demostrado en su vida
Ser un hombre talante
Serio cuando hizo falta
Consejero y divertido

Esa es la larga vida
Que ha vivido Saturnino
Llena de goces y sombras
Y con un firme destino

Llegar primero a la meta
Y por fin lo ha conseguido.
Medalla para el vencedor
Y corona de platino

Dos cosas quiero dejar
Recordando a Saturnino
Hombres y mujeres fieles
Que tengan claro el destino
Son buscados como antaño
En el siglo veintiuno.

La otra cosa es que el valor
Es requerido en la lucha
No me avergüenzo de ser
De los que creen la locura
Que el Evangelio es Poder
Para todas la criaturas.

Hoy digo adiós a mi hermano
Sintiendo el hueco que deja
Y animando a los presentes
A seguir con dicha Empresa.

Autora: Loli Duque (usada con permiso).
(Poema leído en memoria de Saturnino Martínez en Linares doce de Febrero de dos mil once).

domingo, 26 de diciembre de 2010

Poesía: ¡Qué íntimo te hiciste!

¡Qué íntimo te hiciste!
De que lejos viniste, ¡oh Príncipe del Alba!
¡Qué lejos tu palacio! ¡Qué lejos tu país!
Tenías tu morada en cumbre inaccesible,
Vivías en la llama de eterno resplandor.

De qué lejos viniste, Señor y no obstante
Qué intimo te hiciste cuando llegado aquí,
Tu pabellón asientas en medio de los hombres,
Tan ciegos y dañados, y empiezas tu misión.

Qué íntimo te vemos... Aun más que un hermano.
Suprema maravilla, ¡Tú lo quisiste así!
Aun más que un hermano y más que un amigo;
Y más que un maestro y más que un protector.

Te adentras voluntario en nuestras amarguras,
Con un amor que nadie pudiera concebir.
Con qué amor afrontas el juicio y la sentencia
De nuestro desvarío y nuestra transgresión.

Por eso, anonadado, mis ojos te contemplan
En ese pobre y frío establo de Belén.
¡Qué poco comprendemos de tu amor soberano!
¡Pero, Señor, te amamos con todo el corazón!

(M. San León Herreras, extracto del poema: ¡Qué íntimo te hiciste!)