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lunes, 1 de diciembre de 2014

"Crónica de Zamora", año 1.966. (II parte y final)



... En menos de un año pasamos nosotros del proyecto, que nos parecía utópico, a la inauguración de una capilla hermosa, magníficamente bien ventilada e iluminada con tres habitaciones, además, para usos auxiliares o vivienda. Queremos hacer constar nuestra gratitud hacia todas las iglesias y hermanos que nos sostuvieron con sus oraciones y donativos para que pudiéramos ahcer todas las obras de adaptación del edificio, mobiliario, etc. "¡Mirad cuán bueno y delicioso es habitar los hermanos igualmente en uno!"

Hermanos de Toro, Benavente, Pobladura, La Torre, Villalpando, El Maderal, Toral de los Guzmanes, León, Valladolid, Salamanca, Béjar, Madrid y hasta de Inglaterra, y buena concurrencia de amigos y simpatizantes de la ciudad, llenaban el local hasta abarrotar no sólo la capilla, sino también las dependencias interiores, donde habíamos instalado un buen servicio de altavoces.

Fue un día muy lleno. El culto inaugural, a cargo de don Ernesto Trenchard y don Eric Bermejo, duró dos horas y media, soportadas a pie firme por buena parte de la concurrencia. Luego los efusivos saludos de los hermanos visitantes, con muchos de los cuales no nos veíamos desde hace mucho tiempo. Salida a un campo inmediato, donde la mayoría comimos, disfrutando de una temperatura deliciosa. El tiempo se nos hizo corto. Pronto hubo que interrumpir los saludos y conversaciones para reunirnos de nuevo en la capilla en un culto juvenil, donde don José Manuel González nos dirigió un magnífico mensaje. Tras un pequeño descanso, nueva reunión para anunciar el evangelio por boca de don Audelino González y don Federico Sancho. La juventud de León ayudó cantando algunos himnos a cuatro voces en cada culto. Eran las ocho y media cuando acabábamos los cultos de un día lleno de gozo extraordinario.

En días sucesivos la capilla se vio muy concurrida por curiosos; pero la principal satisfacción nos la dio un amigo que asistió por primera vez a un culto el día de la inauguración y que, yendo en su coche, al recordar lo que había oído, su corazón fue compungido por el Espíritu Santo, y en medio de la carretera lloró y pidió al Señor lo aceptase como su hijo. Quiera Dios que éstas sean las primicias de una cosecha abundante.

Cuando escribimos esta crónica siguen los cultos muy concurridos. Muchos son curiosos que se van pronto. Otros, sin embargo, quedan y están asistiendo con regularmente. Orad por nosotros, hermanos, para que el Señor nos dé gracia y sepamos presentar su Evangelio con sabiduría y poder de lo Alto. 

 (Rodolfo González)

 
(Publicado en la revista "Edificación Cristiana", Mayo-Julio de 1.966)

lunes, 6 de mayo de 2013

Comienzo de la obra evangélica (AA.HH) en Perlio. Fene (Prov. de La Coruña)



Hace unos años que nuestro amado hermano don Ramiro Vázquez Rivas reside en Perlío, con su señora, hijos y nietos. También los tiene en Ares, en donde su obra para el Señor y el servicio al pueblo de Dios es motivo de constante agradecimiento. Pero en Perlío, después de reuniones regulares en casa, acaba de inaugurar en el mes corriente de mayo un local adjunto a su casa, expresamente preparado para atraer a los vecinos. Oremos que esta obra traiga bendición a las almas. La industria de los astilleros y el afán de esta vida produce mucho materialismo en aquel pueblo. ¡Cuán importante, pues, es el privilegio de ser “Sal de la tierra” y “Luz del mundo”!
En conclusión, al elevar a Dios nuestro ¡EBENECER!, recordemos lo que nos manda el Señor de la mies: “Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (Lc 21:36). “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mat. 28:20)

(Publicado por Jorge de M. Davis en “Edificación Cristiana”, año 1.977, núm.  5)

martes, 30 de abril de 2013

Comienzo de la obra evangélica (AA.HH) en Soaserra (La Coruña) 1.928



"Por el año 1.928 algunos vecinos de este pueblo, en las alturas de la Sierra, decidieron que no era necesario seguir pagando ciertos foros a la Iglesia Parroquial. Al consultar la Ley sobre esta cuestión, se les indicó, casi en broma, que el único remedio de eximirse de esta carga, sería que se hiciesen “Protestantes”.
Buscaron, por tanto, a mi padre en El Ferrol, pero estaba ausente. De manera que recibiendo noticias de la obra evangélica en Ares, pronto visitaron allí a don Arturo Ginnings, quien no tardó en subir a Soaserra para predicar y enseñar el Evangelio. Así que por la gracia de Dios se convirtieron de todo corazón al Señor algunos de aquellos labradores. Uno de éstos acondicionó su pajar, a falta de local propio para capilla evangélica y para predicar al público. El Pajar se utiliza hasta esta fecha, en 1.977, pero al escribir estas líneas, ya se está construyendo activamente una capilla amplia y moderna.
Hubo, como siempre, persecuciones y tiempos difíciles. El problema de la falta de cementerio de disidentes se enfrentó mediante el esfuerzo y sacrificios del pequeño grupo de creyentes. Dieron terreno, y construyeron un cementerio que atrae la vista, en unja carretera importante. El pueblo de Dios en Soaserra siguió fielmente y creció, siendo visitado constantemente, no sólo desde Ares, sino también desde El Ferrol. De aquí subían con frecuencia los domingos don Ángel Fernández con alguno de sus hijos, andando y volviendo en el mismo día, cruzando la Ría de El Ferrol.
El testimonio en Maniños y Cardeita (Cabañas) ha sido el resultado de la fe de hermanos de Soaserra, que cuando se casaron abrieron sus casas en aquellos lugares en esa época, para que allí también sus vecinos conociesen las Buenas Nuevas. En ambos sitios hubo bendición, y hoy disfrutan de capillas propias, levantadas con mucho sacrificio y con amor al Señor."

(Publicado por Jorge de M. Davis en “Edificación Cristiana”, año 1.977, núm.  5)

martes, 23 de abril de 2013

Comienzo de la obra evangélica (AA. HH.) en Ares (Prov. de La Coruña) 1.916



“Dos años antes de arraigar el Evangelio en la Villa de Ares, ocurrió un incidente desagradable, cuando el oficial don Manuel Jordán y mi padre, don Jorge Davis, fueron rechazados a pedradas, al intentar distribuir allí unos tratados. Pero en mayo de 1916 escribe mi padre en una revista: “Hace algún tiempo que en Ares (al otro lado de la ría y después de una hora a pie) hay buena gana de recibir tratados. Don Enrique Payne (de La Coruña) y yo hemos estado considerando mucho que debemos empezar obra allí, y hemos pedido en Marín que oren por nosotros”. Ahora sucedió en Ares que los feligreses se opusieron al cura párroco por una cuestión de terrenos. Un señor escribió en LA HOJA DE ARES que no se preocupase más el señor cura, porque los aresanos habían mandado por el “Pastor protestante” de El Ferrol. Leyeron esto con sorpresa don Manuel y mi padre, pero enseguida fueron andando a ARES. Al verles aproximarse por el camino, los labradores les dijeron alegres: ¡Vivan los Protestantes! y saludos.
Después de varias visitas en busca de un local para predicar, escribió don Jorge como sigue: “En vista del local tan bueno que se nos ofreció en Ares, el pasado viernes, acompañado de don Arturo Ginnings, presenté el aviso legal para el Sr. Alcalde, a su secretario. Pasó casi dos horas consultando sus libros, y nos entregó el duplicado sellado. Mucha oración se ha hecho en El Ferrol y en otras iglesias, y alabamos a Dios que nos ha oído.”
“En la mañana del domingo 21 de mayo nos juntamos en Ares don Enrique Payne y don Arturo Ginnings conmigo. Por toda la comarca estaban enterados, y a las 4 de la tarde principiamos la reunión. Rápidamente y con quietud se llenó el local de gente, 600 a 700 personas, y diez creyentes de El Ferrol, que ayudaron mucho en los cánticos. El Señor nos ayudó grandemente al predicar la maravillosa gracia de Dios para con los pecadores. Todos escuchaban con tal atención se nos hacía fácil anunciar la historia de la Redención.” Sigue diciendo mi padre: “Muchos de los presentes eran de los pueblos cercanos, a pesar de una feria no lejos en otro pueblo (Puentedeume). Al anochecer, otra buena reunión, con unos 400 presentes. Don Arturo quedará quince días, y después vendrán más hermanos para ayudar. Hemos alquilado casa y traeré camas, etc, desde El Ferrol, y don Enrique más cosas desde La Coruña. Seguimos con cultos todas las noches. Anoche bastante más de 300 asistieron.  Agradecemos vuestras oraciones.”
En agosto relata don Arturo: “Vuelvo a estar en Ares, esta vez con mi querida esposa y los niños. Pasan de veinte los que han profesado fe. Ares depende casi totalmente de la pesca de la sardina, y hace cinco o seis años que ésta ha faltado casi del todo. Pero en la misericordia de Dios este verano se ha pescado con abundancia, y todavía llega más. Claro que los aresanos dicen que han venido las sardinas con el Evangelio. Damos gracias a Dios que así Le reconocen en las cosas temporales. Los dueños de la tarrafa han tenido la amabilidad de informarnos que podemos seguir utilizándola hasta diciembre.”
El primer entierro evangélico sucedió cuando una señora que asistía a los cultos murió repentinamente. El cura le había negado el “viático”, pero no había todavía cementerio civil. En La Coruña, don Enrique Payne obtuvo permiso del Sr. Gobernador para que se autorizase el sepelio en una parcela de tierra que hasta entonces se les había sido negado a algunos señores de Ares, lo cual fue motivo de grande satisfacción. El cortejo fúnebre fue inmenso, y don Jorge Condé (de Santo Tomé) predicó a una grande multitud en el cementerio, o sea, donde éste había de construirse. Luego se construyó por los creyentes de la Villa de Ares el cementerio dignísimo que durante tantos años ha recibido los restos mortales de los que murieron en el Señor.
La presente Capilla Evangélica, cuyo bautisterio fue objeto de mucho interés para los artesanos, se inauguró el día 10 de diciembre del mismo año en que se inició la obra, o sea, 1.916. Asistieron 25 creyentes de El Ferrol y de La Coruña. Por causa de un temporal se quedaron en Ares hasta el día siguiente, amablemente alojados por los nuevos creyentes. Se celebraron reuniones todas las noches, con asistencia de 300 a 400 personas escuchando con reverencia la Palabra, y más almas se convirtieron al Señor.
Después de los cultos anuales en Ares del año 1.924, escribió don Arturo: “Mirando atrás y viendo lo que el Señor ha hecho para nosotros aquí en Ares, recordamos que cuando hace diecisiete años don Jorge (Padre) visitó esta Villa acompañado de un oficial creyente, fueron apedreados y tuvieron que volverse enseguida a El Ferrol.”
Ha habido, como en todas las iglesias, tiempos de prueba y dificultades, pero gracias a la misericordia de Dios, la iglesia en Ares sigue floreciente.
                                     
(Continuará)

(Publicado por Jorge de M. Davis en “Edificación Cristiana”, año 1.977, núm.  5)

lunes, 11 de marzo de 2013

Comienzo de la obra evangélica (AA. HH.) en la provincia de “La Coruña” (redactado en 1.977)


“Si mirásemos atrás, al año 1.838, veríamos en la colina de El Castro de Vigo a dos extranjeros. Uno de ellos es Roberto Chapman: ambos se han descubierto la cabeza, y en aquella soledad suelen unidos hacer oración a Dios, mucha y ferviente súplica por España: que se abriese la puerta para que en aquel país prohibido de hacerlo, se predicase el Evangelio del amor de Dios.
Pasan cincuenta y cinco años, y en una carta escrita en noviembre de 1.893 el anciano y venerable Roberto Chapman recuerda a don Cecilio Hoyle esas oraciones, pues ya grandes cosas estaba Dios haciendo en Galicia y en otras regiones de España.
En febrero o marzo del año 1.875 dos jóvenes misioneros ingleses, Tomás Blamire y Jaime Wigstone, emprendieron su primer viaje a Asturias y Galicia.
Habían trabajado en Madrid y Barcelona incansablemente y sembrando la Palabra de Dios unos dos años, pero el Señor les puso en el corazón la necesidad de llevar también el Evangelio al noroeste de España. En aquel tiempo hubo libertad religiosa desde 1.868 hasta 1.876.
Sucedió, pues, que salieron de Madrid en tren a Busdongo. Estando un tramo del ferrocarril todavía incompleto, siguieron unas horas en diligencia, y otra vez en tren hasta Oviedo. Allí repartieron muchos Evangelios y tratados, asimismo en Gijón, esperando embarcar para La Coruña. El vapor hizo escala en la hermosa Ría de Ribadeo. Durante dos días trabajaron con gozo en Ribadeo, Castropol y Figueras. Otra noche a bordo les trajo a La Coruña. Allí visitaron los comercios y el puerto, siendo muy bien recibidos, y subieron a los vapores con tratados.
El Comandante les permitió entrar en el gran Cuartel con literatura para los 400 soldados que allí estaban de servicio.
Al ver con gozo cómo el Señor les había abierto una puerta para extender en Galicia el conocimiento de Su amor, en pocos días optaron regresar a Madrid por Oporto y Badajoz, lo que les costó nada menos que 27 horas en la baca de la pesada diligencia sólo para llegar a Oporto.
El 24 de abril vemos que sin tardar se encuentran de nuevo en La Coruña don Jaime y don Tomás, y la esposa de éste. Ella era de padres judíos, convertida a los veinte años, y él había sido oficial en la Armada inglesa, pero había dejado la carrera para servir al Señor enteramente y dedicar todo su tiempo a la obra.
Llegados así de nuevo a La Coruña, visitaron de casa en casa y muchos les escucharon con atención. En los barcos se encontraban a veces con marineros que ya habían recibido Evangelios y tratados en los puertos de mar de Inglaterra. En tres aldeas próximas a La Coruña con gran gozo predicaron al aire libre.
A primeros de julio de 1.875 abrieron un local en Plaza de Pontevedra, 9, tan conocido por muchos años. Cuando se anunció la apertura, centenares de personas quedaron fuera. Se anunció una reunión para las 6 de la tarde del domingo siguiente. A las 4 ya estaban grupos de personas, y a las 5.30 era tan inmensa la multitud, que celebraron dos reuniones seguidas, abarrotadas de gente. Los que no pudieron entrar llamaban: ¡Que salgan y nos hablen desde el balcón!”. Nuestros hermanos decían entre sí: “¡Ojalá deseen escuchar a Dios antes que a nosotros!”
Sobre este suceso memorable consta el relato que sigue, dado unos diez años después por don Tomás Blamire en Londres el mes de octubre de 1.886.
“Hace casi catorce años desde que el Señor nos guió a don Jaime Wigstone y a un servidor para servirle en España, sin conexión con ninguna sociedad o comité misionero, pero confiando con sencillez en el Señor para todo, y mirando a nuestro Padre para que nos supliese toda necesidad. Nuestra obra es en el noroeste de España.
En 1.875 fuimos a La Coruña y alquilamos un local para predicar el Evangelio. Después acudimos al Sr. Gobernador para obtener su permiso para abrir el local. Pero él contestó: “Prohíbo cualquier enseñanza pública, y lo que me pesa es no poder meterles en la cárcel ahora mismo”. Nos fuimos, pues, al Cónsul Británico, y él dijo: “Vuelvan ustedes al señor Gobernador y díganle de mi parte que van a abrir el local en tal y tal día”. Así lo hicimos, yendo de buena gana. El Sr. Gobernador se indignó tremendamente, y telegrafió a Madrid en contra de nosotros. Obtuvo respuesta, pero no era en ninguna manera la que esperaba, pues lo que se le contestó fue: “Guárdese V. E. de molestar a estos señores y además en el caso de cualquier escándalo tendremos a V. E. por responsable”. Por tanto, se vio obligado a ceder, y mandó a siete guardias para protegernos. Así que comenzó la obra, y ha seguido bien. Muchos han sido llamados de las tinieblas a la Luz. ¡Bendito sea su Santo Nombre!
Os cuento este relato de cómo principió, porque es una muestra de nuestras experiencias en muchos sitios. Vez tras vez hemos visto la buena mano de Dios sobre nosotros justamente cuando parecía que el enemigo iba a ahogarnos.
Con el tiempo y extendiéndose el interés, abrimos más obra en aldeas y pueblos del distrito, y ahora hay en Galicia ocho o diez locales abiertos para la predicación de la Palabra y para adorar al Señor.
Nuestras dificultades han sido grandes; hombres se han opuesto terriblemente, nos han llevado presos, nos han amenazado con catorce años de cárcel… Algunos de nuestros convertidos estás presos, y otros sometidos a juicio, todo por amor de Cristo, desde luego por denuncias falsas, siendo que es en contra de la Ley apresar a un hombre por el hecho de hacerse “protestante”.
Los dos últimos lugares que se han abierto se hallan cerca de Portugal: uno en Marín, un pequeño puerto de mar, y el otro en una aldea cercana.”
En octubre del mismo año inaugural escribía doña Rosseta de Blamire: “Hemos tenido el gozo de ver que algunas almas profesan que han hallado en Jesús su propio y todo-suficiente Salvador. Creo que cada uno ha tenido antes una Biblia, comprada desde que hay libertad religiosa”. En noviembre dice: “Nueve personas escuchan el Evangelio constantemente y nos han dicho: Vemos la diferencia, y confiamos solamente en Jesús. Cinco de ellos han sido bautizados. Una mujer, amando a Jesús, quemó las imágenes de santos y los crucifijos ante los cuales había rezado veinticuatro años. Ella y su marido han sido echados de su casa por causa del amor a Jesucristo. Otro ha cambiado su ocupación a causa de la conciencia. Estas cosas demuestran sinceridad. Desde que llegamos hemos vendido 100 Biblias.”
Abrieron obra en Arteijo y Loureda, en donde hubo fruto para el Señor, almas salvas. Algunas de ellas sufrieron duras persecuciones.
Entretanto que desde La Coruña se extendía el Evangelio por las Rías Bajas, en 1.880 vino a La Coruña otro siervo de Dios, don Jorge Chesterman, cuñado de don Enrique Payne (padre), de Barcelona, y con su familia sirvió activísimamente en las cuatro provincias de Galicia. El fue seguido en 1.910 por don Enrique Payne (hijo), quien después de dieciséis años de servicio para el Señor con sus padres en Barcelona, se trasladó con su familia a La Coruña. Don Enrique y mi padre, don Jorge Davis, buscaron un local más céntrico en La Coruña, y alquilaron lo que hoy la Capilla Evangélica en calle Panaderas, 14. Se inauguró en noviembre de 1.915, y a pesar de mucha oposición la asistencia aumentaba. Las autoridades siempre favorecieron, guardando el orden los municipales: “siempre tan buenos”, decía don Enrique.
Iniciando la obra en la Coruña, Marín, Santo Tomé, Vigo y otros sitios, los hermanos Jaime Wigstone y Tomás Blamire prosiguieron incansables; el primero en Andalucía, y el segundo mayormente en Marín, en donde el Señor le llamó a su presencia en 1.894. Al partir de este suelo, don Tomás dictó las palabras siguientes: “¡Tengo paz en mi alma, mi porvenir es brillante, tengo el cielo delante! Mi última palabra a mis hermanos es que se consagren al Señor y vivan para Él más que nunca; y mi palabra a los que no son del Señor es que huyan para refugiarse en Cristo cuanto antes”. Don Tomás había bautizado a centenares de personas en los lugares ya mencionados.
 

EL FERROL … (continuará)

 

(Escrito por Jorge de M. Davis para la revista “Edificación Cristiana”, nº4, 1.977)

 

lunes, 11 de febrero de 2013

Comienzos de la obra evangélica en Ciudad Alta (Las Palmas). (Informe de 1.976)


Continuamos con la serie dedicada a los comienzos de la obra evangélica de las AA. HH. en las  islas Canarias:

 

“Para poder explicar el inicio de la Asamblea en Ciudad Alta, será necesario remontarnos unos años atrás para hacer el debido balance del cómo y del porqué.

Al referirnos a los años atrás, queríamos significar, el carácter variado y complejo que conformaron las distintas circunstancias modificadoras en este comenzar. Parten estos inicios a raíz de diversas motivaciones que, obligan a miembros de dos iglesias bien diferenciadas, a dejar sus respectivas congregaciones. Esto, sin embargo, no es para estos hermanos sino un acicate en su deseo de servir y continuar su testimonio de una forma clara y firme. De este profundo sentido de la responsabilidad, nace el primer culto que se tuvo en un pequeño piso de “Las Chumberas”, ofrecido con todo gozo por sus propietarios. En este primer eslabón que daba la Obra, asistieron seis adultos y dos niños; su fecha: 5-5-68.

A partir de ese momento, continuaron las reuniones con carácter de familia, hasta la fecha del 25-7-68 en que nos constituiríamos en Asamblea. Fue desde el primer momento, objetivo primordial de “esta pequeña manada”, tener nuestro propio local para el mejor desenvolvimiento y trabajo en la Obra. El Señor ha sido nuestro Apoyo en este conseguir, y así el 26-4-71 se adquiere el solar donde se piensa levantar el futuro edificio.

Como siempre (a pesar de todas las bendiciones y ayudas que Dios nos concede), vemos y sentimos la “cara” del enemigo, dispuesto como siempre a impedir que el testimonio prospere, ya que en el periodo de construcción, surgen verdaderos y graves problemas, que parecen no tener solución, pero que luego hemos visto solucionarse de una manera maravillosa.

Gracias a nuestro Dios, se pueden esquivar las “cornadas” del diablo; todo esto, unido a otras experiencias nos ha servido de aprendizaje, y desde el inicio de las obras (15-10-73),  hasta que hemos podido trasladarnos (29-7-75), todo ha contribuido a nuestro mayor crecimiento. Siete fueron los años que permanecimos en el piso de “Las Chumberas”, en el mes de julio de 1.970 obtuvimos del Ministerio de Justicia, la resolución aprobatoria con el legal reconocimiento.

Hasta aquí llega lo que podríamos denominar “historia de un comienzo”… Quisiéramos ahora relatarles un poco del enclave de esta iglesia, y de lo que significa CIUDAD ALTA, dentro de la idiosincrasia de nuestra isla.

Es llamada así porque, según su nombre indica, está situada en la parte “alta” de la ciudad, su población supera en mucho las 100.000 almas, cuyo núcleo está formado por las más variopintas formas de gentes y estilos; es un área que sólo dispone de nuestro testimonio y somos conscientes de la enorme responsabilidad que esto implica. En esta encrucijada de la ciudad, y en la calle Doña Perfecta, núm. 105 (a título anecdótico referimos que la capilla es limítrofe con las calles Misericordia y Tormento, que junto con nuestro domicilio forman un “buen conjunto”. El edificio, de reciente construcción, tiene una capacidad para algo más de cien personas; sus características dominantes: salón, vestíbulo y secretaría, con un pequeño altillo o palco, siendo su superficie aproximada unos 135 metros cuadrados.

Quedan por edificar dos plantas, donde irán instaladas convenientemente las aulas para la escuela dominical, salón destinado a actos sociales (ático) y a todo lo que tenga relación con la Obra…

Dentro del campo de nuestras actividades, de momento contamos con los siguientes cultos:

Domingos 12 horas: Cena del Señor.

Domingos 18 horas: Predicación del Evangelio.

Martes 20,30 horas: Reunión de oración.

Jueves, 20:30 horas: Estudio Bíblico.

Dentro del apartado de la escuela dominical, contamos con 18 niños comprendidos en edades que oscilan entre 5 y 16 años. De momento sólo tenemos dos clases (de 5 a 7 años y de 8 a 16), y vemos la necesidad de ampliarlas y clasificarlas de acuerdo con las distintas edades. Esto es también motivo de oración, ya que pedimos a lo Alto levante las personas idóneas para ocuparse de esta “parcela” tan maravillosa dentro de la Obra.

En lo que respecta a las damas, estamos madurando la idea para poner en marcha esta actividad que es tan necesaria, no tenemos muchas, pero pensamos que sí las suficientes para comenzar.

Nuestra experiencia dentro del campo de los libros se centra en una pequeña librería, la cual dentro de  la iglesia cumple el cometido de guiar y surtir con material diverso a todas las personas que lo requieran.

La evangelización de momento no la hemos tocado, esperamos y deseamos que una vez la iglesia esté funcionando de una manera más abierta y conocida, este tema sea un reto para cada uno de sus miembros.

Para concluir esta panorámica de la Obra, queremos reseñarles que esta Asamblea está constituida por 16 miembros bautizados y siete simpatizantes, que de una manera alterna nos visitan.

En cuanto a las perspectivas de extensión del Evangelio, pensamos que será algo cada vez más difícil. Conocemos que se aduce que hay más libertad, más medios de todo tipo, que somos más conocidos, y esto (más conocidos), es lo que consideramos el verdadero toque. Estamos convencidos que con el nombre “protestantismo” se conoce hoy, cualquier cosa que no sea católico-romano, por eso creemos que el dar a conocer la VERDADERA VIDA, va a ser una lucha gigantesca a pesar de tanto progreso. No somos pesimistas a ultranza, tan sólo realistas, la tendencia actual busca las cosas que son de este mundo, que por otra parte, les son ofrecidas por determinadas religiones, que saben muy bien lo que se hacen; se deduce, por tanto, que echar por tierra tanta comodidad no sea tarea fácil. Todo esto bajo el enfoque de mirar a faz de tierra, si dependemos totalmente del Señor, no habrá ningún obstáculo que no pueda ser superado. Lo verdaderamente triste, es que toda esta serie de “cosas” se “den” también en el creyente (comodidad, sentido materialista, pobreza de espíritu, “ir a lo nuestro”…)

Si tenemos el deber de predicar el Evangelio, nuestra propia persona debe ser el más fiel reflejo de lo que con tanto denuedo afirmamos y defendemos; por lo tanto, la personalidad y vida de las iglesias, dependerá totalmente de la vida y personalidad de cada uno de sus respectivos miembros.

Deseamos que todo lo expuesto haya servido para un mayor y mejor conocimiento de la Obra en Ciudad Alta, y hagan objeto de vuestras oraciones todas nuestras necesidades.”

 

(Informe realizado por Eloy del Pino para “Edificación Cristiana”, núm 2, año 1.976)

lunes, 7 de enero de 2013

Perspectivas de la Obra: “Islas Canarias” (III parte y última)

Continuamos con la última parte de la serie dedicada al avance de la obra evangélica en las “Islas Canarias”:
METAS A ALCANZAR
a)   La intensificación de las actividades ya reseñadas, extendiéndonos hacia nuevos distritos de Telde.
b)   Establecer reuniones en los hogares de los creyentes de Telde que viven en diferentes barrios.
c)   La formación de una escuela para niños de mentalidad deficiente y la inauguración de campamentos para todos los niños en el mes de agosto a septiembre, estableciéndose dos turnos de acuerdo a las edades.
d)   La adquisición de un local en Las Palmas con apertura directa a la calle.
e)   La extensión de la Obra en la mayor plenitud posible, para lo cual es necesario que nuevos obreros sean llamados a Su mies.
f)    Una librería evangélica, pues (aunque se puede disponer de un pequeño local en sitio céntrico) hay hasta el presente otros varios factores que lo imposibilitan.
PROBLEMAS MÁS ACUCIANTES CON QUE NOS ENFRENTAMOS
Uno de ellos es la falta de consagración de muchos de los miembros, lo que implica el que sólo una minoría esté sobrecargada en el servicio y de esta manera se haga más lento el alcanzar las metas propuestas.
Otro muy importante es la escasez de fondos que ha impedido proseguir con las Conferencias anuales (siendo la última la V Conferencia tenida en el año 1.972) y emprender nuevos proyectos.
PENSAMIENTOS PERSONALES SOBRE LA OBRA EN LOS ÚLTIMOS 25 AÑOS DE ESTE SIGLO
1º/ El futuro inmediato que vislumbro para la misión de la Iglesia es de grandes posibilidades para llegar a las almas a pesar de su materialismo e indiferencia, pero que pueden perderse si continuamos con nuestra falta de vivencia evangélica.
2º/ Veo estos veinticinco años finales del milenio en que estamos de extrema necesidad de vigilancia doctrinal y ética, pues “la noche viene cuando nadie puede trabajar”.
3º/ Veo como circunstancias favorables para la extensión del Evangelio:
a)   Algunos de los medios de difusión que nos ofrece la tecnología;
b)   La insatisfacción que posee a la juventud actual, y
c)   La libertad de conciencia que posiblemente aumente.
Por el contrario veo como circunstancias desfavorables o adversas para la extensión del Evangelio:
a)   Las enseñanzas ateas en las Universidades e Institutos que los alumnos reciben.
b)   La multiplicación de doctrinas y credos que producen gran confusión, y
c)   El mal testimonio de muchos predicadores y creyentes que enseñan de una manera y viven de otra.
4º/ Por último, y en relación con la vida de la Iglesia, veo como circunstancia favorable la tolerancia y la libertad religiosa, pero como adversas:
a)   La tendencia de los creyentes a conformarse cada vez más con el mundo, confundiéndose en su corriente;
b)   Los ídolos modernos que roban el tiempo y la atención en los días agitados que vivimos;
c)   La tendencia de sustituir en el púlpito la falta de unción del Espíritu Santo por medios carnales, y
RESUMIENDO: Creo que los puntos expuestos como favorables para la extensión del Evangelio, aunque son positivos, lo que más impacto haría para extender el Evangelio sería una poderosa vida de Iglesia donde el amor a la Palabra nos llevara con verdadero fuego del Espíritu Santo a la práctica de lo que nos ha sido revelado por ella y como resultado, el amor no sería un dulce tópico, sino una realidad viviente que cautivaría al mundo que nos rodea.”


(Manuel González Calvin)

(Fin)


(Artículo publicado en la revista “Edificación Cristiana”, Núm 1, Año 1.976)

lunes, 10 de diciembre de 2012

Perspectivas de la Obra: “Islas Canarias” (I parte)


REMINISCENCIAS DE LA OBRA Y COMIENZOS DEL TESTIMONIO DE LAS ASAMBLEAS EN LA ISLA DE GRAN CANARIA.
El testimonio del Evangelio en esta isla de Gran Canaria se remonta a unos 82 años, siendo los principales pioneros hermanos naturales de Inglaterra y algunas hermanas misioneras procedentes de los Estados Unidos, como fue miss Hiller, que trabajó también en la isla de Tenerife.
La primera fecha que se tiene con exactitud es la de 1.892 a 1.893, en la que llegó don Roberto McGarva procedente de Escocia como colportor de la Sociedad Bíblica Británica y extranjera, fijando su residencia en el Puerto de la Luz por ser lugar de mucho tránsito de marineros debido al gran movimiento de buques y con las consiguientes oportunidades para la extensión del Evangelio. Viajó mucho por el archipiélago sembrando la Palabra y años más tarde se dedicó a los negocios, pero sin dejar nunca de apoyar el testimonio cristiano y la obra misionera durante los largos años de su residencia en Canarias (1.892-1.945).
Años más tarde, el que había sido colportor en la península, don Juan Márquez, y su esposa, Mrs. Márquez (enfermera inglesa), comúnmente llamada por los creyentes doña Alicia, vinieron a esta isla y pastorearon la pequeña congregación que se fue formando en dicho Puerto de la Luz y en el lugar denominado “La Puntilla” (un pequeño promontorio situado al final de la bahía de Las Canteras).
Las asambleas en Inglaterra se interesaron en las islas durante muchos años, y así, en 1.920, llegaron a Las Palmas los señores Cameron, encomendados por una asambleas de hermanos de la ciudad de Derby, los cuales trabajaron mucho, dejando un fragante recuerdo entre los creyentes, pero la salud de “don Juan” (como le llamaban) no era buena.
Alrededor de la fecha reseñada, Mrs. Márquez compró la casa en “La Puntilla”, calle Pajonales, 5, donde se venían reuniendo y en cuya compra colaboraron los señores McGarva y Cameron, local que podría albergar unas setenta personas.
La salud de don Juan Cameron se agravó a tal extremo que en el año 1.925 fue conducido a bordo del buque en que habían de tornar a Inglaterra, portado en los brazos (literalmente hablando) de un creyente y pasando a la presencia del Señor a fines del mismo año.
Meses antes de tornar a Inglaterra, el señor Cameron escribió a través de la revista “Echoes of Service” informando sobre la urgente necesidad de un misionero en las islas Canarias, donde ya habían almas salvadas, pero que necesitaban del cuidado de un pastor.
La joven pareja señores Bartlett respondieron a este llamamiento y, debidamente encomendados por su asamblea en Shankin, Isle of Wight, Inglaterra, llegaron a Las Palmas en diciembre del mismo año 1.925, radicándose asimismo en el Puerto de la Luz y reuniéndose en “La Puntilla” que era en aquel tiempo como el hogar de la iglesia evangélica y donde a la sazón trabajaban asimismo dos señoritas inglesas, miss Chart y miss Rowe.
A fines de 1.933 Mrs. Márquez, viuda y ya anciana, así como dos señoritas misioneras últimamente reseñadas, regresaron a Inglaterra. En ese tiempo los esposos Bartlett iniciaron reuniones en su casa, donde creció la asistencia a tal extremo que se trasladaron a un nuevo local en la calle Luis Morote, 55, del mismo Puerto de la Luz, donde se tenían los cultos, y asimismo se alquiló un local en el barrio de Guanarteme, donde llegaron a reunirse unas cien personas.
En el año 1.934 abrieron un local (por primera vez fuera de los distritos portuarios) en la capital misma de Las Palmas y en un lugar sumamente céntrico, calle Pablo Iglesias, 2 (hoy Calle San Bernardo), con el fin de proclamar el Evangelio allí, y donde en el transcurso de cinco a seis años se tuvieron cultos. En una de las dos puertas que daba a la calle se preparó un escaparate para exposición de Biblias y libros sueltos de la misma, el cual se mantenía bien iluminado hasta media noche, efectuándose cada día la vuelta a la página siguiente de una Biblia de púlpito allí expuesta, con el fin de que pudieran leerla los transeúntes. Era asimismo la primera vez que se inauguraba una Casa de Biblias (o Librería Evangélica, como solemos decir en este tiempo).
Varios habían sido ya los colportores que estuvieron íntimamente ligados con el testimonio evangélico durante todos los años mencionados. Don Ramón Casanovas fue muy tenaz en su labor a pesar de las burlas, apedreamiento y demás de parte de muchos, siendo sustituido en octubre de 1.935 por don Salvador Arias Castro, hombre infatigable en su servicio, destacándose mucho su labor, pues el porcentaje de Biblias que se vendían mensualmente era muy elevado hasta alcanzar casi un récord mundial en la Sociedad Bíblica.
Al comienzo de la guerra civil fueron prohibidas las reuniones en los lugares de culto, pero a fines de 1.936 se obtuvo el permiso para reanudar nuevamente los cultos en la calle de Luis Morote, reuniéndose entonces allí asimismo los creyentes de “La Puntilla” por carecer ellos aún del permiso oficial, pero los ataques no cesaron de un todo, asustando a los interesados que acudían a los cultos y el colportaje tuvo que suspenderse.
1.936-1.940 transcurrió sin mayores incidentes, pero en el año 1.941 un tropel de jóvenes que por varias semanas trataban de impedir la entrada a los interesados que acudían a los cultos en al calle Pablo Iglesias en la capital de Las Palmas y que asimismo obtuvo nuevamente permiso oficial, un domingo por la noche penetraron en el local destruyendo los himnarios. Fue éste el único acto de violencia habido y por lo que se sucedió de desaliento consiguiente para los que asistían que no eran aún creyentes fervientes, se decidió suspender los cultos allí, pero proseguir con la Casa Bíblica, cosa que asimismo tuvo que suspenderse más tarde por la incautación de las ediciones de la Sociedad Bíblica efectuada en la presencia del Cónsul Británico en Las Palmas. Poco después de esto se desalojó este local en Las Palmas.
En 1.943 los esposos Bartlett tuvieron que regresar a Inglaterra después de 18 años de servicio fructífero en los que la Obra creció bastante, prosiguiendo ésta adelante con el empuje en el testimonio de hermanos como el señor McGarva, siendo la “Casa Inglesa, Hogar para Marineros”, donde éste vivía con su familia, un lugar de entrañable comunión para los creyentes en aquellos días.
El testimonio de don Carlos Molloy, contable administrador inglés que residía en esta isla desde 1.931-1.950, se destacó grandemente. Apoyaba siempre todo lo positivo que se hacía, manteniendo una línea recta en medio de bastante confusión a veces.
Es de destacar cuánto colaboró este fiel hermano en los días de la postguerra, en los que se comportó como el valiente defensor del único baluarte que quedaba en el archipiélago, llegando a atender aun a los creyentes de la isla hermana de Tenerife cuando por motivos de su trabajo se trasladaba allí, reuniéndose con ellos en casas particulares.
Como nuestro amado hermano don Ernesto Trenchard escribió en un informe sobre las islas Canarias en septiembre de 1.971 –“dad al César lo que es del César”- dijo refiriéndose al señor Molly que: “Si hay asambleas hoy en las islas Canarias se debe mucho a su perseverante labor”.
Después de la guerra civil, la dueña del local en Luis Morote presionó para que lo desalojasen y el 23 de junio de 1.947, y después de 14 años, los creyentes volvieron a reunirse en “La Puntilla”, aunque con desagrado por la situación que este local tenía: algo arrinconada y aislada de la concurrencia.
En el año 1.948 fue arreglado el permiso para la celebración de los cultos nuevamente en “La Puntilla” –que era local de propiedad- y se anuló el de la calle de Luis Morote y Pablo Iglesias en la capital de Las Palmas.
¡Hoy consideramos con añoranza la pérdida del estratégico lugar de cultos en esta capital que tanto ha crecido, pero… en los planes de Dios, el resurgir de los principios novotestamentarios que en los corazones de algunos creyentes nunca habían sido abandonados, iba a ponerse de manifiesto en un lugar muy distante!
 
ALBORES, COMIENZO Y DESARROLLO DE LA OBRA EN TELDE…

(Manuel González Calvin)

(Continuará)

 

(Artículo publicado en la revista “Edificación Cristiana”, Núm 1, Año 1.976)

 

lunes, 3 de diciembre de 2012

Libro: “Iglesias vivientes” de John Williams (reseña de 1.975)


 

Pablo Wickham y Antonio Ruíz firman la sección de reseñas literarias donde aparece el comentario del libro “Iglesias vivientes” publicado por Editorial Literatura Bíblica de Madrid:

“He aquí un libro salido del círculo de las llamadas “asambleas de hermanos” con una frescura de visión que nos encanta. No es una apología de las citadas iglesias, sino un estudio de cómo funcionan en general haciendo continuas reflexiones sobre el modelo neotestamentario para ver “si esas cosas son así” según el pensamiento de Dios para la iglesia local. El autor no es ciego, ni mucho menos, a los fallos de los llamados “Hermanos”, sino que, muy al contrario, descubre en qué estamos siguiendo tradiciones de hombres casi como dogmas y en qué realmente estamos siguiendo lo que es la Palabra de Dios.
Por otra parte, el autor se muestra convencido de que –en general- el movimiento que describe tiene muchísimas posibilidades de caminar cerca de la voluntad de Dios para las iglesias por la capacidad de cada iglesia local para escoger en el temor del Señor su propio camino, sin que nadie le imponga decisiones humanas por medio de algún sínodo u organización de cualquier clase que sea. La iglesia que realmente quiera despojarse de añadidos contrarios a la frescura viva de la Palabra lo puede hacer cuando lo decida por sí misma, con la responsabilidad de dar cuenta sólo a su Señor. Así que no es una apología –como decimos más arriba- de “nuestras” iglesias tal como somos, sino una exposición de lo que el Nuevo Testamento enseña según lo ve el autor, un análisis de lo cerca o lo lejos que de ello están nuestras iglesias y, por fin, una valoración gozosa de las posibilidades tan grandes dentro de un círculo de iglesias que sólo al Señor reconocen como Cabeza.

En esta línea de posibilidades, el libro que comentamos es una valiosa aportación, pues con claridad insobornable nos señala qué es lo que él ve como “tradiciones acumuladas” sin base bíblica y qué es lo que considera verdaderamente basado en los principios de la Palabra de Dios. Al mismo tiempo, el autor nos dice cuál es su propia opinión al respecto en cuanto a prácticas, así como lo que él ha observado en las iglesias que conoce personalmente, en las enseñanzas de la historia del llamado “movimiento de los hermanos” y en las opiniones de sus portavoces más dignos de crédito a través de los tiempos. Es sumamente interesante leer las citas que trae a colación de hombres como Ellison, Darby, Bruce, Müller, Groves, Howley, Hogg, Craik, Borlase, Vine, etc, todos ellos enseñadores muy conocidos en el campo de las “asambleas de hermanos”, así como citas de otros de fuera de ese campo reconocidos por su erudición y honestidad exegética.

Pero el libro no es sólo opiniones, estudios o citas del Nuevo Testamento y de eruditos, sino que tiene un peso espiritual realmente animador. Se nota que el autor (conocido además por algunos de los editores) es un hombre de Dios que ama la Palabra, practica lo que cree y ama a sus hermanos con un amor que ejerce cotidianamente. Se descubre casi en cada página que estamos ante un corazón de pastor-maestro auténtico con una sabia combinación de conocimiento teórico (si cabe esta expresión) y práctica abnegada cotidiana. Leyéndolo podremos aprovechar o no muchas de sus sugerencias concretas, pero tanto si las aprovechamos como si no, hay algo que es seguro, que nos hará bien: el haber reconsiderado, muy seriamente y con lucidez, temas que a todos nos atañen muy directamente y sin concesiones a lo fácil ni a lo cómodo según el gusto de cada uno. Algunos de los editores de España usaron el libro en su primera edición inglesa para tener sus coloquios con otros hermanos en sus iglesias y testifican del gran provecho recibido por todos ellos.

Como advierten los editores de la traducción que comentamos, ni ellos ni el autor esperan ni desean que este libro llegara a ser normativo para nadie. La única norma válida para las iglesias es el Nuevo Testamento. Lo que sí que podemos asegurar desde aquí es que el libro dice mucho y de calidad. El que no nos identifiquemos necesariamente con cada punto del texto, no significa quitarle valor, sino sentar –como siempre hacemos- el principio de poder discrepar en la interpretación de aquellas prácticas que –aún en el Nuevo Testamento- no encontramos irrefutablemente claras. Pidamos al Señor que nos dé sabiduría para hallar luz en estos puntos no muy claros, y, entretanto, demos muchas gracias por libros como éste que nos proporcionan tan valiosas herramientas para ver más claro y para amarnos mientras llegamos a conclusiones de diferentes matices.

Para terminar diremos que la traducción de Santos García Rituerto, a quien tenemos el honor de contar como asiduo colaborador en estas páginas, es una traducción de verdad: por una parte exacta, y esto ya le da un gran valor; por otra parte es castellano de verdad, y esto acrecienta su valor y su comprensión rápida, cosa que no siempre acontece con las traducciones que –muchas veces- son más inglés castellanizado que verdaderas traducciones. Muchas gracias, pues, al querido hermano y verdadero poeta cristiano.”
 
(Publicado en la revista “Edificación Cristiana”, nº6, año 1.975)

martes, 27 de noviembre de 2012

Opinión de un visitante. (Por Juan Driver, año 1.976, III Parte y última)

Terminamos con este artículo la exposición del misionero Juan Driver sobre cómo veía las Asambleas en España en el año 1.976:
7)          En las Asambleas de Hermanos el lugar del “partimiento del pan” es fundamental. La comunión sirve continuamente a mantener fresca en la memoria el amor inefable de Dios; el sacrificio único de Jesucristo a favor de los hombres. Frente a una situación en que se tiende a concebir a Jesús meramente en términos de “hombre admirable” o “modelo ético”, como ha sido el caso en algunos círculos liberales, este testimonio es naturalmente esencial.
Sin embargo, uno nota generalmente en las oraciones, los himnos y otras expresiones de testimonio personal en la reunión del partimiento del pan un énfasis casi exclusivo sobre los aspectos individuales de la experiencia de la salvación. Predominan acciones de gracias por la absolución de los pecados, por el perdón por medio del sacrificio vicario de Jesucristo y, a veces, por la santificación personal que resulta. Pero la orientación suele ser no tan solamente personal, sino individualista, como si la Iglesia se compusiera meramente de una agrupación de individuos salvados cada uno independientemente de los demás por la gracia de Dios. Uno espera en vano que alguien entre los hermanos se refiera a esa rica gama de imágenes bíblicas que describe la nueva vida corporativa en Cristo, tales como: “pueblo de Dios”, “cuerpo de Cristo”, “miembros unos de otros”, “familia de Dios”, “la Vid y los pámpanos”, “la comunión de los santos”, etc. Posiblemente hay una razón porque estas figuras no predominan en nuestras oraciones, testimonios y los himnos que son escogidos con mayor frecuencia. Los símbolos que se emplean generalmente reflejan la realidad de la experiencia espiritual de una Iglesia. Y en nuestros tiempos ésta ha sido predominantemente individualista debido más a accidentes históricos e influencias seculares que a nuestra fidelidad a la Palabra de Dios.
 
8)          Aunque en sus comienzos el Movimiento de los Hermanos no recibió su inspiración fundamental de la obra reformista de Lutero, siempre ha habido una clara visión de ese principio de la Reforma, “salvación por la gracia, por la fe”, en las Asambleas. Incluso, uno suele oír en las oraciones públicas de hermanos acciones de gracias por el hecho que la salvación no tiene nada que ver con las obras. Probablemente este énfasis sea necesario en un ambiente católicorromano en el cual ha predominado un concepto no bíblico del valor de las buenas obras en la vida del cristiano.
 
Sin embargo, se debe recordar que sobre la cuestión de fe y obras Martín Lutero no ha dicho la última palabra. Evidencia de su problema está en el hecho que no sabía qué hacer con la Epístola de Santiago, el hermano de Jesús. En su protesta contra la deformación del papel de las obras de justicia en la vida cristiana, no siempre se nota con suficiente claridad en las Asambleas esa visión de la Iglesia como el nuevo pueblo de la alianza de la gracia de Dios, en el cual, librados de la esclavitud del pecado, nos sometemos por la gracia a la nueva Ley de Cristo. El cristiano asume este compromiso libre y gozosamente porque en la gracia de Dios su “yugo es fácil y ligera su carga”. De modo que en este contexto de gracia la contradicción entre fe y obras en el concepto luterano es superada. El discipulado libremente asumido dentro de la comunidad de los discípulos de Jesucristo es la forma concreta y visible que toma la salvación de Dios en este mundo.
 
CONCLUSIÓN
En la medida en que España siga su evolución socio-económica las tentaciones a acomodarse a las formas de fe y vida personalmente más fáciles y socialmente más aceptables serán cada vez mayores. Y en la medida en que continúen las nuevas corrientes de apertura política, las presiones a participar en la vida pública (incluso en formas que contradicen el espíritu del Evangelio) se presentarán con mayor agudeza.
Pero Dios nos provee con recursos espirituales y humanos a fin de discernir Su voluntad y serle fieles en estos tiempos de cambios. Para este fin se nos promete la presencia del Espíritu Santo. También han sido bendecidas las Asambleas de Hermanos en España con todos los dones y ministerios que necesitan para ser en verdad su pueblo fiel. Dios le ha dado hombres con verdadero corazón de pastor; maestros que son amantes de la verdad de Dios y cuyas vidas, al igual que doctrinas, reflejan auténticamente al Jesús del Nuevo Testamento; profetas con visión clara de la obra de Dios en su pueblo en el pasado, al igual que en el momento actual, cuyas palabras a veces son cortantes, pero  según la Revelación Divina, son Palabra de Dios para la Iglesia en nuestros tiempos.
Los Hermanos participan de una preciosa herencia espiritual. En su tradición histórica cuentan con recursos para su vida congregacional en forma única. Pero esta herencia seguirá siendo preciosa en la medida en que están dispuestos a retornar continuamente a sus raíces en la persona de Jesucristo en el Nuevo Testamento con verdadero espíritu de arrepentimiento que se manifiesta en una disposición a conformar su vida radicalmente a la Suya en un discipulado obediente.”

 
Publicado en la Revista “Edificación Cristiana”, núm 2, Año 1.976)

 

lunes, 19 de noviembre de 2012

Opinión de un visitante. (Por Juan Driver, año 1.976, II parte)


Continuamos con la exposición del misionero Juan Driver sobre cómo veía las Asambleas en España en el año 1.976:
3)          El concepto de Iglesia que predomina entre las Asambleas de Hermanos es fundamentalmente comunitario. Se concibe a la asamblea semanal como una reunión de los hermanos en la familia del Padre en torno al Señor Jesucristo. La Iglesia es esencialmente una comunidad que comparte su vida en Cristo. Se reúnen para ministrar unos a otros en el Espíritu de Cristo. En la asamblea abierta se unen en adoración corporativa y se espera oír “Palabra de Dios” por medio de la participación de los hermanos.
Sin embargo, el arreglo arquitectónico de algunos de los locales, y las costumbres “litúrgicas” en algunas congregaciones tienden a minimizar los aspectos comunitarios de la reunión. El arreglo de los asientos en el local muchas veces está orientado hacia la mesa de comunión y el púlpito (y a veces un órgano) que ocupan un lugar prominente en uno de los extremos del local. En lugar de enfatizar la comunidad de Cristo en que el pan está compartido, todo ojo está dirigido hacia el lugar donde el que oficia parte el pan y donde el expositor proclama la Palabra. La tentación a moverse hacia un sacramentalismo de facto semejante al que predomina en las iglesias oficiales, tanto Protestantes como Católicas, representa un peligro que debe ser tenido en cuenta.
 
4)          Históricamente, el Movimiento de los Hermanos surgió como protesta contra un cristianismo tibio y dogmático. Criticaban fuertemente a las Iglesias oficiales donde se consideraban buenos cristianos aquellos que confesaban las doctrinas necesarias de la Iglesia, pero que no se dedicaban con igual devoción a practicar las exigencias éticas de Jesús y los apóstoles.
Sin embargo, se observan varias tendencias entre los Hermanos que han servido para apagar algo de esa seriedad ética. (Generalmente se ha mantenido un alto nivel de seriedad ética en aquello que concierne a la vida personal, pero la seriedad en la aplicación de las enseñanzas de Jesús a las dimensiones sociales de la vida no siempre ha sido tan clara). En primer lugar, la larga lucha contra las manifestaciones del liberalismo doctrinal ha tendido a llevarles a evaluar la vida cristiana auténtica principalmente en términos de doctrina sana y luego (y no siempre se llega a ello con igual énfasis) en términos de la práctica de una vida cristiana. Y en segundo lugar, se nota entre las Asambleas de Hermanos una fuerte tendencia a dar interpretaciones “espirituales” aun a las enseñanzas bíblicas que son claramente éticas y prácticas. Aunque hay una clara preocupación por la doctrina sana (y esto está muy bien), no siempre se nota con igual claridad una preocupación por la seriedad en el discipulado cristiano práctico en todas sus dimensiones (y esto no está bien).
 
5)          El Movimiento de los Hermanos ha sido tradicionalmente, también, una protesta contra una fe de tipo intelectualista y experiencia cristiana nominal. Ha habido a lo largo de su historia un fuerte énfasis sobre la autenticidad de la fe y la importancia de la experiencia profunda y personal. El culto libre, tan fundamental entre los Hermanos, está destinado a dar expresión a esa auténtica experiencia en Cristo. Se crea el ambiente en que el Espíritu le da a uno un salmo, a otro doctrina, a otro una palabra profética, y a otro su aporte particular, pero todos contribuyen a la edificación de la congregación.
Sin embargo, no se le escapa al participante que presta un poco de atención en estas reuniones abiertas que muchas de las intervenciones de los hermanos tienden a producirse en forma un tanto estereotipadas. En lugar de reflejar nuevas experiencias en la gracia de Dios, las oraciones de muchos hermanos se vuelven rutinarias. Incluso, repiten domingo tras domingo las mismas palabras y las mismas fórmulas religiosas. De vez en cuando la oración de algún recién convertido que todavía no ha aprendido el “latín evangélico” que generalmente se emplea para estos propósitos, o de algún hermano que sí ha ido experimentando nuevas dimensiones de la gracia de Dios, cae sobre nuestros oídos como una brisa de aire puro y refrescante. ¡A uno le dan ganas de abrir los ojos y mirar a ver quién es este hermano que ha roto la rutina cúltica a que están acostumbrados! (No es que haya menos vida espiritual auténtica entre los Hermanos que entre otros evangélicos. Probablemente hay más. Pero sus formas neotestamentarias de asamblea ponen de manifiesto en seguida cuándo aparece alguna falta de auténtica experiencia espiritual en el culto. Mientras tanto la falta de autenticidad de experiencia espiritual en la congregación puede muy bien pasar desapercibida en los clásicos cultos protestantes al igual que en los católicos, debido a sus formas litúrgicas.)
 
6)          El Movimiento de los Hermanos surgió el siglo pasado en una enérgica protesta contra el estado dividido de la Iglesia Cristiana. La ausencia de auténtica unidad era uno de los problemas fundamentales de la Iglesia de esa época y desgraciadamente sigue siéndolo en nuestros días. De modo que esta protesta contra el estado dividido del Cuerpo de Cristo sigue siendo tan urgente como lo fue entonces.
Sin embargo, no es siempre tan evidente en las Asambleas de Hermanos este interés fundamental en la unidad de la Iglesia de Jesucristo. Por cierto, se critica (y con razón, a nuestro juicio) los conceptos de unidad oficialistas que comenzarían sus esfuerzos con la unión de estructuras eclesiásticas. Pero no es tan evidente la disposición de los Hermanos a mantener conversación seria y fraternal con aquellos que difieran en algún aspecto de doctrina y/o discipulado. Incluso, es más fácil dejar que viejas diferencias se consoliden y se institucionalicen que insistir en reiniciar el diálogo fraternal sobre cuestiones discutidas de fe y vida en la Iglesia. La apostasía no se hereda (como tampoco es hereditaria la fe) de modo que la Iglesia fiel siempre debe estar dispuesta reiniciar conversaciones dondequiera que se le preste atención con disposición a reconsiderar y arrepentirse.
7)   Continuará..

 

Publicado en la Revista “Edificación Cristiana”, núm 2, Año 1.976)

 Foto: Juan Driver