domingo, 31 de julio de 2016




Llegamos a la última parte del acróstico que Irene Turral dedicó a su padre, D. Eduardo Turral con las siglas de su nombre:
R euniones: en las reuniones de las iglesias, y en casas privadas, fue su gran gozo enseñar a los creyentes a AMAR la Palabra de Dios. Un gesto frecuente que se recuerda es abrazar la Biblia hacia su corazón y levantarla gasta su oído para oír la voz de Dios.
Las grandes fiestas cristianas en los pueblos eran tan concurridas que los muros transpiraban. Las diapositivas luminosas de la Biblia también eran amadas, atraían a los hombres la primera noche, y a la siguiente noche a mujeres y niños -el lugar estaba lleno cada vez. Un gozo santo se percibía en estas ocasiones recordadas por muchos hoy. Una vez tres jóvenes vinieron a decir que ellos deseaban ser salvos. Él les explicó entre otras cosas que era un regalo de Dios que podía ser recibido por el "brazo" de la fe. En la fiesta muchos niños habían recibido sus regalos de esta forma y le sirvió como ilustración. Estos tres jóvenes fueron Samuel Vidal, Ananías Gijanto y Tomás Rojada. Fue una ocasión de gran gozo y como recordatorio D. Eduardo compuso un poema llamado "El regalo de Dios", que mostraba simple y claramente cómo el alma puede ser salvada y el gozo del perdón. Años más tarde, un hijo de Tomás Rojada aprendió este poema para recitarlo en la fiesta de Toral. Mientras lo aprendía dijo a su padre "este poema está hablándome", y allí en ese momento en su casa él fue salvado aceptando al Señor Jesús -el Regalo de Dios.
R ecuerdos: recuerdos del pasado, porque hace 20 años que D. Eduardo fue a su hogar celestial, pero está vívido en el recuerdo de todos los que le conocimos. Aunque muy mayor, estaba aún joven en espíritu y amado por los niños. Cuando la distribución de folletos se prohibió por un tiempo, él regalaba caramelos a los niños de la zona, envueltos en folletos. Una joven nos dijo que cuando era niña leyó el evangelio por primera vez de esa forma.
A clamaciones: alabanza y adoración al Señor, fueron quizá uno de los mayores legados de su testimonio. En el culto memorial, un líder cristiano de León dijo de él: "Nos enseñó a amar la Palabra de Dios, y nos mostró cómo adorar al Señor." Gracias a Dios por esto.
L iteratura: en los primeros días en los pueblos fue necesario preguntar a la gente si sabían leer cuando se les ofrecía un folleto. Eso creó la necesidad de las escuelas nocturnas para adultos. Su imprenta fue muy útil, ya que las hojas con himnos eran impresas para usarlas en las reuniones, ya que comprar un himnario entero sería muy caro para la venta y distribución.
L eón: aquí llegó como misionero alrededor del año 1.895. León la capital. Siempre hubo una comunión especial entre León y Toral, y muchos cristianos de León se bautizaron en Toral, algunos aún viven en la capital. D. Audelino González, Dña. Abigail Vidal y Ananías Gijanto que estando aún solteros dieron su testimonio allí hace tiempo. En los últimos bautismos que realizó en Toral a los 88 años se bautizaron Manolita Blanco, Mariano Barrentos y su esposa.
Vivió en León por sus últimos 13 años hasta que se fue a estar con Cristo, el primero de septiembre de 1.962, a la edad de 94 años. La noche antes de morir le dijo a sus hijas, "Voy a mi Hogar Celestial, a mi Padre Celestial, estaré cuidando de vosotras." (¡De León al Cielo!)
El texto en el calendario para ese día era "He terminado la obra que me diste para hacer".
 

(Apuntes de Irene Turrall, traducido del inglés de forma voluntaria)

No hay comentarios: