Don Enrique Turral, Marín. (1.867-1.953)

“El martes, día 12 de mayo (1.953) pasó a la presencia del Señor el veterano y conocidísimo misionero, don Enrique Turral, de Marín, a la edad de 86 años. Había padecido del corazón durante años, pero el mal se agravó durante las tres últimas semanas de su vida. Mostró su habitual espíritu de animoso valor durante sus padecimientos, deseando “partir y estar con Cristo”, pero pensando más en su esposa, que le sobrevive, y en la Obra, que no en sí mismo. El fin llegó muy temprano por la mañana del martes. Después de un ataque, se volvió y se “marchó”, sin luchas ni despedidas, pero una sonrisa de absoluta satisfacción quedó impresa en su rostro en el momento en que “la fe” se trocó en “vista”.
La “casa terrena” se colocó en la Capilla, que había hecho resonar tantas veces con la predicación del Evangelio, para que la “familia” cristiana pudiese despedirse por la última vez. Todo el pueblo de Marín fue conmovido y la iglesia toda participó en la vigilia. Los señores Condé y Woodford, amigos y colegas del finado, estuvieron presentes, ayudando en todo, mientras que, en el culto de la capilla tomaron parte los señores Campelo, Puente, Lisardo, González y Davis. La gran congregación que llenó la capilla, incluía a muchos católicos romanos, pues “Don Enrique” fue muy conocido y respetado en todo el pueblo de Marín.
El mal tiempo reinante no impidió que una gran multitud se congregara en el cementerio evangélico para el último acto, donde dieron sentidos mensajes los señores Millos, Cecilio Fernández y Condé. Este último basó su plática en el texto: “Acordaos de vuestros pastores (“guías”) que os hablaron la Palabra de Dios...”, rindiendo tributo a su colega por su lealtad, su fidelidad a la Palabra y por el esfuerzo que siempre tenía por meta: “Jesucristo, el mismo ayer, hoy y por los siglos”. También recordó a la nueva generación que los obreros pasan, pero la Obra sigue, citando el mandato de Dios “LEVÁNTATE PUES...”.
A don Enrique Turral, como a pocos, se puede aplicar las palabras de Pablo: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe...” Su partida rompe uno de los últimos eslabones con los “adalides” que, en relación con las iglesias de los llamados “Hermanos”, trajeron el Evangelio a España, pues conocía personalmente a Roberto Chapman y al gran evangelista Blamire, cuya predicación fue tan bendecida en Marín y distrito, dando lugar a la formación de la iglesia que fue, por muchos años, la mayor de España. Algún día la historia de estos gloriosos días tendrá que narrarse con más detalle...
Hacemos extensiva nuestra sentida simpatía a la viuda de nuestro hermano, quien, en edad avanzada y con salud quebrantada, ha perdido por ahora su ser amado, como también la querida iglesia de Marín, que tanto echará de menos a su destacado “guía”.

E. T.

(Revista “El camino”, nº 102, Junio de 1.953)

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