lunes, 17 de octubre de 2011

Apuntes autobiográficos del misionero Federico H. Gray. (II parte)

“...Dimos principio al 1.934 celebrando la Semana Universal de Oración, seguida de las festividades de los niños, que, dirigidos por don Mariano San León, nos dieron dos noches de placer y satisfacción, recitando sus poesías y cantando sus villancicos e himnos con entusiasmo y alegría. En febrero pasé buena parte del tiempo visitando en Benavente y los pueblos cercanos y tratando de animar a los creyentes residentes allí, además de atender a algunos asuntos relacionados con la obra que había hecho el señor Shallis. Más adelante varios misioneros vinieron para ayudar en los cultos y Clases Bíblicas. Al fin de abril asistí al Congreso Evangélico en Madrid, al cual vinieron bastantes creyentes de varias partes del país, atraídos por los excelentes discursos, llenos de provechosas exposiciones doctrinales.
De allí, acompañé al señor Buffard a Valdepeñas y otros centros, en donde bastantes almas oyeron los mensajes del glorioso Evangelio; luego salimos para Valencia, pasando por Albacete, Chinchilla y Almansa, repartiendo centenares de tratados hasta llegar a Valencia, al anochecer. Nos quedamos allí el domingo e invitados por los dirigentes de dos Iglesias Bautistas predicamos en ambas, alternando mañana y tarde. El lunes continuamos nuestro viaje temprano y desayunamos en Castellón, comimos en la playa cerca de Tortosa y llegamos a Barcelona por la tarde. Don Percy pasó una temporada con sus amigos y un servidor fue hospedado en casa de don Samuel Payne, y cuánto me gocé hallarme entre tantos amigos antiguos y algunos nuevos, y estar en los cultos con tan armoniosa comunión y mensajes hermosos.
De allí volví a Madrid y pasé algunos días visitando los colegios y las capillas de Trafalgar y Tetuán y dando alguna meditación a unos y otros. Invitado por los señores Trenchard, me llegué a Toledo, y mucho me interesó visitar e investigar los edificios que hacen aquella ciudad un museo de extremo interés. De regreso a Madrid tuvimos una reunión juvenil en Trafalgar, en que hice una llamada a los jóvenes a que abandonasen los deseos perversos y buscasen lo bueno y lo noble con afán. En camino a casa me detuve en El Escorial para visitar a un joven desorientado a quien había procurado llevar a Cristo, pero no quiso verme. ¡Qué triste caso!
En el mes de julio nos visitaron el señor Strachan y don Samuel Palomeque, y éste último nos dio un discurso elocuente y convincente sobre “El Curso y el Fin del Mundo”, en el Cinema La Fuente. Varios siervos del Señor nos prestaron su ayuda de diferentes maneras para esparcir las verdades cristianas en estos meses de otoño, y en noviembre logré asistir al entierro de nuestro amado hermano, el bien conocido colportor, don Ventura Vidal, en cuya casa durante muchos años se celebraron los cultos, honrando así el nombre del Señor. A petición de la familia, un servidor dirigió el culto en el cementerio, y don Eduardo Turrall elevó una sentida oración y don Juan Varetto pronunció un mensaje conmovedor de consolación al numeroso acompañamiento, y, sin duda, los muchos miembros de la familia presentes quedaron muy confortados.
Para terminar el año celebramos una campaña de evangelización dirigida por el renombrado evangelista don Samuel Palomeque, y sus insistentes llamadas a las almas para entregarse a Cristo impresionaron hondamente a muchas almas y algunas aceptaron al Salvador con gozo, esto nos llevó a bendecir a Dios por esta nueva manifestación de su amor y poder. Al empezar el año 1.935 Dios me infundió nuevas fuerzas dándome un mensaje del Salmo 119, “Sostenme y Susténtame”, que me hizo sentir más que nunca la intensa y urgente necesidad del apoyo y esfuerzo divinos, y la Semana de Oración vino a confirmar la mucha necesidad de esta súplica. A mediados del mes me trasladé a Madrid y el Señor me concedió una serie de excelentes cultos en Duque de Sesto y, además, en Tetuán y Trafalgar, experimenté mucha ayuda del poder del Espíritu Santo. Volviéndome en abril a la comarca de Benavente, y reuniéndome con don Audelino y don Gabriel, celebramos varios cultos en Benavente mismo y La Torre y Castrogonzalo, procurando exponer la preciosidad de la sangre de Cristo para nuestra redención y santificación. Volví a Valladolid para “Semana Santa”, y don Mariano y un servidor compartimos los cultos, ensalzando el infinito valor del sacrificio del Hijo de Dios para salvar y libertar los pecadores arrepentidos de la esclavitud de Satanás y de la condenación.
El lunes, después del domingo de la gloriosa resurrección, recibimos la tristísima noticia del fallecimiento de nuestro querido hermano don Gabriel Bermejo, y, en seguida, me puse en camino para Castrogonzalo. Cuánta pena me causó entrar en aquella casa donde sólo diez días antes le había dejado relativamente bien, y ahora hallar una viuda con sus tres hijitos. El día siguiente se efectuó el entierro en medio de una lluvia torrencial, estando presentes don Juan Biffen, su cuñado; don Audelino González y un servidor y varios hermanos y amigos, pero el tiempo impidió que celebrásemos el acto como deseábamos, así arreglamos cultos memoriales en Castro y Benavente las noches siguientes. ¡Cuán incomprensibles son los caminos del Señor!, pero siempre nos doblegamos ante la santa voluntad de Dios...” (Continuará)


Revista "Edificación cristiana", (Nov-Dic de 1.964)

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