martes, 11 de marzo de 2014

Noticias desde Murcia, Agosto de 1.905




Annie E. Vaughan escribe:

 
"Queridos amigos, os alegrará oír que el Señor ha dado una puerta abierta en un pueblo grande de esta provincia. El nombre del pueblo es "Fortuna".

Oímos de él hace unas semanas como un pueblo abierto al evangelio. Así que una mañana nos propusimos hacer una amigable visita, y ver a un hombre que era propietario de una salón adecuado para las reuniones. Nos dijeron que estaría dispuesto a dejárnoslo para este propósito. Fuimos muy amablemente recibidos en el hostal del pueblo, y encontramos que la información era cierta, así que solicitamos el salón e hicimos los arreglos necesarios. Estábamos muy agradecidos de encontrarnos en un ambiente tan amigable. No siempre es así, ni siquiera en las carreteras del país cerca de los pueblos. Hace unos días uno de los obreros españoles recibió un fuerte golpe en una mano por una pieza de metal que se le arrojó. Muchos de los que podrían ser amigables tienen miedo de mostrarlo.

Pero regresemos a Fortuna. Sobre quince días después de la primera visita regresamos de nuevo. Esperábamos empezar temprano en la mañana, pero nos fue imposible, y así que tuvimos que esperar e ir en el frío de la tarde. Llegamos antes de las ocho, y al entrar en el pueblo vimos un gran grupo de hombres, mujeres y niños a la puerta de la iglesia. Sus caras eran tan solemnes que era imposible decir si eso significaba que eran amigables o no. Rodearon la caravana y nos siguieron hasta el salón, pero no hubo gritos ni nos arrojaron piedras así supimos que la mayoría eran amigables. Supimos después que los curas habían alertado a la gente contra nosotros, diciéndoles que una imagen del Señor Jesús y otra de la Virgen sería colocada en el suelo, y que les pediríamos pisarlas, etc., etc. Una nota también había sido puesta en la puerta, diciendo, que si no dejábamos a la gente de Fortuna en paz, seríamos tratados peor que en Molina, y no podríamos desplazarnos de un lugar a otro, y concluía con la expresión, "muerte para todos vosotros".

La reunión estaba para empezar a las 9 en punto, así que textos y lámparas fueron preparados y la gente empezó a llegar. Algunos de ellos caminaron alrededor de la pared con los textos, y los copiaron en trozos de papel. Los himnos fueron cantados mientras otros iban llegando y pronto el salón estaba lleno. Había sentados unos ciento veinte, pero debía haber unos doscientos o más de pie, y la calle estaba llena también.

La gente, aunque cansada de lo que no les trae paz o descanso, no son incrédulas, y están deseosos de escuchar la verdad. Al final de la reunión algunos compraron himnarios, y algunos pocos Biblias y Nuevos Testamentos.

A la siguiente semana los colaboradores españoles fueron para celebrar la reunión. Los curas habían trabajado duro, y el pueblo estaba dividido. Unos eran partidarios de los curas, los otros (la mayoría) por el Evangelio. Algunos dijeron, "¿por qué tantas procesiones y cultos? si son necesarios, ¿por qué no los teníamos antes?" Esa misma tarde una procesión dio la vuelta al pueblo, y sobre las nueve de la noche otra. La hora de abrir el salón llegó, pero sólo unas doce personas entraron; el resto permaneció fuera en una plaza abierta. Los curas empezaron con sus gritos de "Muerte a los protestantes", etc., algunos de las personas respondían en contestación de acuerdo a la frase dicha. Luego la banda empezó a tocar, y de nuevo más gritos se oyeron.

Nuestros amigos dentro se preguntaban qué hacer. El ruido y la confusión era tan grande que apenas si podían escuchar las voces los unos de los otros, y eso a pesar de los pocos que habían entrado. De todas formas, decidieron empezar la reunión, y uno de ellos empezó a orar. En ese momento el ruido de afuera cesó, y la gente se dispersó.

El alcalde había enviado a los guardias civiles a restaurar el orden y a dispersar a la multitud; así que el cura y sus seguidores tuvieron que regresar de vuelta a la iglesia, y lo que el enemigo quería que fuese un disturbio se convirtió en una tranquilidad como nunca.

Los guardias estuvieron toda la tarde para guardar la puerta, y un largo culto tuvo lugar. Nuestros amigos regresaron llenos de gozo, porque el Señor le había dado la Victoria.

El pasado miércoles hubo unos trescientos adultos presentes, y algunos estuvieron escuchando desde la calle.

Deseamos que nuestros lectores se unan con nosotros en alabanza a Dios por esta puerta abierta, y oramos que el Señor pueda preparar muchos corazones no solo para oír la Palabra, sino para recibirle a Él como su Salvador personal.

Aquí en la ciudad..."

 

(Continuará)

 

(Publicado en la revista "Gleanings from Spain", núm 9, septiembre de 1.905, traducido del inglés)

 

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