lunes, 29 de octubre de 2012

El cristiano ante las crisis. (Año 1.975)

Publicamos de nuevo la editorial de la revista “Edificación Cristiana”, nº 2 de 1.975 por su actualidad en el contenido:
“En nuestro idioma, rico en palabras y en modismos, todos sabemos que unas que nos son más familiares que otras, y muchas veces nos encontramos con alguna que nos parece extraña y que pocas veces la hemos leído u oído, pero éste no es el caso con la palabra CRISIS.
 
Siempre me gusta tratar de aclarar el significado de las palabras a fin de que se conozca mejor lo que se quiere decir, y así, la palabra citada CRISIS, habla de un cambio considerable y repentino, bien en sentido favorable o desfavorable que se produce ya sea en una enfermedad o un determinado hecho. Así cuando oigamos la palabra CRISIS llevemos en seguida nuestra mente a la idea de un cambio, una alteración, un momento o periodo de tiempo que será significativo.
 
Todos los medios de comunicación que nos rodean están repitiéndonos día a día la palabra CRISIS, que corre por todos los campos, abarca a todos los pueblos y sube y baja a los estamentos de la sociedad que componen cada pueblo.
 
CRISIS… CRISIS… CRISIS… es ya el grito de angustia de nuestro Siglo XX y cubre el terreno de la energía, ya sea el petróleo u otra materia prima, de la producción, de los alimentos, de la marcha de los pueblos, de las instituciones, de la familia, del hombre… es como si viniese sobre nuestros días el cumplimiento de las plagas del Apocalipsis.
 
Y también LA CRISIS ECONÓMICA nos ha llegado a España, como a otros países del mundo y que nos afecta a todos, a los no creyentes y a los creyentes, y que siendo realistas hemos de acusar su presencia a fin de saber reaccionar de la manera adecuada.
 
Los financieros y economistas nos hablan un día y otro sobre este tema, con un profundo sentido de realidad y una técnica que muchas veces no acabamos de entender,  y parece que nos llevan a la idea de que debemos preocuparnos ante esta CRISIS real y tomar nuestras decisiones frente a esa erosión en lo económico, y ante cuya presión no sabemos lo que hemos de hacer.
 
En nuestra condición de miembros de una sociedad, de un país, es este caso España, no hay duda de que debemos sentirnos preocupados y tratar de actuar con pleno conocimiento y capacidad para demostrar a cuantos nos rodean la toma de conciencia profunda que hay en nosotros y buscar la fórmula o fórmulas precisas para lograr una estabilidad. Somos conscientes de que en las Sagradas Escrituras el creyente es llamado a emplearse con toda eficacia, en ambas esferas en las que se mueve, la espiritual y la material.
 
Las CRISIS muchas veces nos hacen pensar con más realismo en lo que somos y tenemos, y de esta manera analizar con profunda sinceridad dónde está nuestra última dependencia, y estoy seguro que el momento actual debe llevarnos a ello.
 
Frente a lo que vemos tan inseguro, tan problemático en el mundo de los intereses que los hombres manejan y controlan, nosotros tenemos que ejercitar y aplicar toda aquella enseñanza que la palabra de Dios nos ha dado, esa que hemos recibido tal vez durante mucho tiempo y que no sabíamos cuándo iba a llegar el momento de ponerla en práctica. Enfatizo la idea de PONERLA EN PRÁCTICA ya que hemos de tomar conciencia de que la palabra de Dios en nosotros tiene que llevarnos a un obrar en conformidad con su sentido y sus demandas.
 
Hemos de tener una plena convicción de que por encima de toda CRISIS humana está la AUTORIDAD DE DIOS que actuará sobre cada momento, y de la forma que tal vez nosotros no podemos determinar ni saber ahora.
 
No hemos de sentirnos cogidos en el vértice de la crisis cuando ésta gire a nuestro alrededor, hemos de estar seguros de que nuestro DIOS será con nosotros y en conformidad con sus planes nosotros tendremos allí la parte que NOS TIENE RESERVADA.
 
Pienso que éste era el sentir de Lutero cuando escribía aquel himno que cantamos en nuestros himnarios, el 532, donde confesamos la confianza y seguridad de que ¡SI AUN TODO LO PERDIESEMOS… DE DIOS EL REINO QUEDA!”
 

 

Leandro Roldán

 

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