martes, 14 de enero de 2014

"La primitiva iglesia, en la España del '98"




"Los amigos son un regalo del alma: el día menos pensado hasta se le ocurre hacerte un obsequio. Pero uno de veras, excepcional, inesperado. Como el que acaban de entregarme ahora. ¿En qué consiste? Pues son siete libros, encuadernados en tela verdemar, siena, azul marino y sangre de toro, en los que el tiempo ha dejado sus huellas.

Con la emoción de quien está a punto de hacer un notable descubrimiento, voy hojeando las 1.366 páginas -entre blancas y amarillas- de los siete ejemplares que me dejó don Gabino. Se titulan: "Gleanings from Spain" (algo así como "Apuntes y Noticias desde España") y se refieren a unos años decisivos de nuestra Historia: 1.898-1.905. Desgraciadamente, me falta el resto de la colección...

¿De qué trata? A medida que uno va leyendo estos informes mensuales, redactados en Zaragoza y luego en Madrid van surgiendo del casi absoluto olvido personas y circunstancias reales de nuestro pasado evangélico. Como dijo Quevedo: "Las grandes almas que la muerte ausenta, de injuria de los años vengadora, libra -cortés lector- docta la imprenta."

Así, a lo largo de esos siete tomos, uno se va enterando de los que fue la "Primitiva Iglesia Cristiana" en sus comienzos: un amplio y abnegado esfuerzo de misión apostólica en la España del '98 y en las primeras décadas del actual siglo.

 

SANGRE, POBREZA Y CORRUPCIÓN.

El final del s. XIX coincide con la liquidación de nuestro imperio colonial. Terminada su expansión hacia el Lejano Oeste, los U.S.A. buscan nuevos mercados y aplican la conocida doctrina de Monroe: "América para los (Norte) americanos". En 1.898 estalla el "Maine" la guerra Hispano-Americana, y perdemos Filipinas, Puerto Rico y Cuba... Nuestros soldados regresan, heridos en cuerpo y alma, pero 140.000 de ellos no volverán nunca más... Dentro de la Península la situación raya también con lo catastrófico: paro, miseria y especulación se dan la mano; cunde el desaliento y el anarquismo; en agosto de 1.897, Cánovas del Castillo cae asesinado... En lo político hay confusión y caciquismo; los crecientes impuestos de guerra provocan tumultos, a veces ahogados, con sangre... la peste estalla en Oporto, alcanzando Galicia, Extremadura y parte de Andalucía... Vigila el clero para mantener su dominio sobre la vida pública y privada de los españoles -desde la cuna hasta el féretro- sancionando injusticias sociales y el desorden establecido... España es un paraíso para los ricos y un infierno para los pobres... Mientras tanto, el juego, la prostitución, el alcohol, los toros y las ceremonias religiosas distraen a las masas casi analfabetas...

Perdidos en es maremagnum de personas y cosas, unos miles de "herejes" se empeñan en hacer leer un Libro (desconocido y prohibido) a sus compatriotas y se atreven a cuestionar la Religión del Estado (muchas veces superficial) pero incrustada en el folklore celtibérico...

Es en esa sociedad tan peculiar donde irrumpirá una millonaria evangélica inglesa (doña Julia F. Stone, señora de Jones) al frente de un batallón de misioneros y evangelistas. A los pocos años, serán 28 esforzados británicos de ambos sexos, secundados por 17 españoles y españolas, tan abnegados como aquéllos. Frente a la mofa, el despiadado insulto, las piedras o la cárcel inclusive y ante la culpable indiferencia de las masas -"religiosas" pero  "muertas en sus delitos y pecados"- anunciaron, sin cansarse, el beneficio de Cristo crucificado: perdón, paz y vida eterna.

 

¡PASAD A ESPAÑA Y AYUDADNOS!

 

(Continuará)

(Redactado por Pablo Enrique Le More y publicado en la revista "Edificación Cristiana", marzo-abril de 1.981)

 

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