A vueltas con los ‘tesoros’ en el archivo, vamos a pasar a hablar de algunos libros que se encuentran en las estanterías, concretamente sobre el tema de misiones.
El movimiento de los Hermanos tiene una larga tradición de obra misionera, tanto es así que se podría decir que la visión misionera forma parte de las mismas raíces del Movimiento. El primer nombre que se relaciona sobre todo con este tema, entre las primeras figuras de los Hermanos, es Anthony Norris Groves, el ‘padre de las misiones de fe’ y se puede leer acerca de su vida, su visión y su servicio misionero en la biografía de Robert Dann: ‘Father of Faith Missions: the Life and Times of Anthony Norris Groves’ (2004).
Hay que decir que la mayoría de los libros que vamos a citar a continuación están en inglés, debido a la larga historia de la actividad misionera en el mundo anglosajón; pero cada vez hay más publicaciones en español y, sin duda, el número irá creciendo. ¡ Ojalá cuenten entre ellas relatos de misioneros desde España!
Uno de los tomos más antiguos en la biblioteca del CEFB remonta a 1842: ‘Missionary Labours and Scenes in Southern Africa’ (Obra misionera y escenas del sur de África) del escocés Robert Moffat, suegro del famoso David Livingstone, que dedicó más de cincuenta años de su vida, junto con su esposa, a llevar el evangelio a los pueblos del sur de África, desde Ciudad del Cabo hasta el territorio de Matabele.
En aquellos tiempos estos siervos del Señor no sólo estaban haciendo una labor pionera en el sentido espiritual, sino que muchas veces también en el sentido geográfico. Se adentraban en tierras previamente desconocidas, cual intrépidos exploradores, y muchos de los conocimientos que tenemos de aquellos países se deben inicialmente a su actividad, de la que luego daban constancia por medio de informes para la Real Sociedad Geográfica. Es el caso de Moffat, como también lo fue del Dr. Livingstone.
Moffat no pertenecía al movimiento de los Hermanos, por la sencilla razón que este aún no había empezado cuando él salió para África, pero Frederick Stanley Arnot sí lo fue. Su familia era vecina de la familia de los Livingstone en Glasgow y, como joven, era un gran admirador de este hombre. Tanto es así que terminó por seguir las huellas de su héroe y en 1881, a la edad de 23 años, embarcó para África. Durante los próximos siete años efectivamente desapareció en las tierras incógnitas del interior del continente africano: Angola, el sur del Congo, el norte Zambia…una zona que se conocía como la “Franja amada”. Arnot pasó el resto de su vida, hasta su muerte en 1914, llevando el evangelio a tribus en estas zonas. Dependió enteramente de su Señor, viviendo en las condiciones más sencillas. Hay dos libros suyos en la colección, el primero, ‘Garenganze’, es de 1889 y pertenecía a D. Ernesto Trenchard. El siguiente se titula ‘Bihé y Garenganze: a record of four years work and journeying in Central Africa’, publicado en 1900.
Durante uno de sus visitas periódicas al Reino Unido, Arnot reclutó a otros obreros para acompañarle en la tarea. Entre ellos fue el Dr. Walter Fisher, un médico de Londres, probablemente uno de los primeros médicos misioneros en Zambia. Su hija se casó con Arnot y la ‘dinastía’ Arnot-Fisher ha dado misioneros a África hasta nuestros días. El relato de esta notable familia se puede leer en ‘Fishers* of men: the missionary influence of an extended family in Africa’(Pescadores de hombres: la influencia de una familia extendida en África) de Pauline Summerton (2003). Es una lectura emocionante e inspiradora, que habla de la gracia de Dios y el poder de unas vidas entregadas enteramente a El.
Otro de los jóvenes que volvió con Arnot en 1889 fue Daniel Crawford, otro escocés que en ese año sólo tenía 19 años. Después sólo volvió al Reino Unido una vez antes de su muerte en 1926. Conocido en África como ‘Kanga Vanta’, recorrió grandes extensiones de Angola y Congo, viviendo entre el pueblo y observando sus costumbres, su forma de pensar y sus valores. Fruto de esta labor es su libro ‘Thinking Black: veintidós años, sin interrupción, en las savanas de África Central’ (Pensando en negro). Publicado en 1912, el título, hoy en día, no se consideraría políticamente correcto, pero es una obra extraordinariamente adelantada para su época. El autor es un hombre que se entregó al pueblo al que fue a servir y los observa con amor y humor, contando anécdotas de sus viajes y su relación con el pueblo. No es un relato cronológico, sino más bien temático, y tremendamente estimulante para la reflexión sobre la obra misionera. El ejemplar que tenemos tiene el atractivo añadido de tener una dedicatoria escrita a mano para D. Arturo Ginnings cuando estuvo en Marín.
El movimiento de los Hermanos tiene una larga tradición de obra misionera, tanto es así que se podría decir que la visión misionera forma parte de las mismas raíces del Movimiento. El primer nombre que se relaciona sobre todo con este tema, entre las primeras figuras de los Hermanos, es Anthony Norris Groves, el ‘padre de las misiones de fe’ y se puede leer acerca de su vida, su visión y su servicio misionero en la biografía de Robert Dann: ‘Father of Faith Missions: the Life and Times of Anthony Norris Groves’ (2004).
Hay que decir que la mayoría de los libros que vamos a citar a continuación están en inglés, debido a la larga historia de la actividad misionera en el mundo anglosajón; pero cada vez hay más publicaciones en español y, sin duda, el número irá creciendo. ¡ Ojalá cuenten entre ellas relatos de misioneros desde España!
Uno de los tomos más antiguos en la biblioteca del CEFB remonta a 1842: ‘Missionary Labours and Scenes in Southern Africa’ (Obra misionera y escenas del sur de África) del escocés Robert Moffat, suegro del famoso David Livingstone, que dedicó más de cincuenta años de su vida, junto con su esposa, a llevar el evangelio a los pueblos del sur de África, desde Ciudad del Cabo hasta el territorio de Matabele.
En aquellos tiempos estos siervos del Señor no sólo estaban haciendo una labor pionera en el sentido espiritual, sino que muchas veces también en el sentido geográfico. Se adentraban en tierras previamente desconocidas, cual intrépidos exploradores, y muchos de los conocimientos que tenemos de aquellos países se deben inicialmente a su actividad, de la que luego daban constancia por medio de informes para la Real Sociedad Geográfica. Es el caso de Moffat, como también lo fue del Dr. Livingstone.
Moffat no pertenecía al movimiento de los Hermanos, por la sencilla razón que este aún no había empezado cuando él salió para África, pero Frederick Stanley Arnot sí lo fue. Su familia era vecina de la familia de los Livingstone en Glasgow y, como joven, era un gran admirador de este hombre. Tanto es así que terminó por seguir las huellas de su héroe y en 1881, a la edad de 23 años, embarcó para África. Durante los próximos siete años efectivamente desapareció en las tierras incógnitas del interior del continente africano: Angola, el sur del Congo, el norte Zambia…una zona que se conocía como la “Franja amada”. Arnot pasó el resto de su vida, hasta su muerte en 1914, llevando el evangelio a tribus en estas zonas. Dependió enteramente de su Señor, viviendo en las condiciones más sencillas. Hay dos libros suyos en la colección, el primero, ‘Garenganze’, es de 1889 y pertenecía a D. Ernesto Trenchard. El siguiente se titula ‘Bihé y Garenganze: a record of four years work and journeying in Central Africa’, publicado en 1900.
Durante uno de sus visitas periódicas al Reino Unido, Arnot reclutó a otros obreros para acompañarle en la tarea. Entre ellos fue el Dr. Walter Fisher, un médico de Londres, probablemente uno de los primeros médicos misioneros en Zambia. Su hija se casó con Arnot y la ‘dinastía’ Arnot-Fisher ha dado misioneros a África hasta nuestros días. El relato de esta notable familia se puede leer en ‘Fishers* of men: the missionary influence of an extended family in Africa’(Pescadores de hombres: la influencia de una familia extendida en África) de Pauline Summerton (2003). Es una lectura emocionante e inspiradora, que habla de la gracia de Dios y el poder de unas vidas entregadas enteramente a El.
Otro de los jóvenes que volvió con Arnot en 1889 fue Daniel Crawford, otro escocés que en ese año sólo tenía 19 años. Después sólo volvió al Reino Unido una vez antes de su muerte en 1926. Conocido en África como ‘Kanga Vanta’, recorrió grandes extensiones de Angola y Congo, viviendo entre el pueblo y observando sus costumbres, su forma de pensar y sus valores. Fruto de esta labor es su libro ‘Thinking Black: veintidós años, sin interrupción, en las savanas de África Central’ (Pensando en negro). Publicado en 1912, el título, hoy en día, no se consideraría políticamente correcto, pero es una obra extraordinariamente adelantada para su época. El autor es un hombre que se entregó al pueblo al que fue a servir y los observa con amor y humor, contando anécdotas de sus viajes y su relación con el pueblo. No es un relato cronológico, sino más bien temático, y tremendamente estimulante para la reflexión sobre la obra misionera. El ejemplar que tenemos tiene el atractivo añadido de tener una dedicatoria escrita a mano para D. Arturo Ginnings cuando estuvo en Marín.
Nota: * El apellido Fisher significa pescador.
(Continuará)
Redacción: Alison Barrett
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