Hija de una familia inglesa que vino a Linares en el siglo XIX para el laboreo de las minas de plomo. James Wigstone hace mención en el año 1885 de esta hermana diciendo que era muy activa en las cosas del Señor en Linares.
Cuando George Davis, misionero inglés, residente en La Carolina, decide marchar a Galicia en el año 1905, en La Carolina quedó un gran vacío que era aliviado por las visitas que hacían los creyentes de Linares.
La señorita Juanita Chilcott, deja Linares en 1906, para afincarse en La Carolina definitivamente, dedicando toda su vida al servicio del Señor en aquella ciudad. La señorita Chilcott hizo visitas casa por casa y se encontraba con muchas personas deseosas de escuchar la Palabra de Dios por lo que se alegraba de la decisión que tomó.
En el año 1907, dice lo siguiente en una carta mandada a Inglaterra:
“Tengo mucho trabajo aquí por hacer visitando, distribuyendo literatura y estableciendo conversaciones con la gente, siento una profunda necesidad de ser ayudada con las oraciones de los creyentes ya que estoy sola aquí. Tengo unos cincuenta niños en la escuela dominical y han estado viniendo durante el verano a pesar del gran calor.”
En otra carta comentan sobre ella:
“La señorita Chilcott, continúa su trabajo en La Carolina entre las mujeres y los niños con mucha paciencia y perseverancia, está buscando un salón adecuado, es una gran necesidad para el trabajo en general en ese lugar. También hace visitas esporádicas a Bailén y Baños de la Encina”.
James Wigstone, en el año 1912, dice esto de nuestra querida hermana:
“Por muchos días hemos disfrutado de la hospitalidad de la señorita Chilcott en La Carolina, las reuniones son en su casa y, ella, agradece la llegada de predicadores a los cuales aloja en su casa. Los jóvenes la llaman “madre” y realiza tantas visitas como recibe. Vi a una mujer llorar mientras oía, una vez más, del amor de Cristo por boca de la señorita Chilcott.
La Carolina es uno de los lugares de España donde es muy fácil reunir a gente en las casas, en cada una viven varias familias y los vecinos se reúnen con facilidad. La señorita Chilcott es muy apropiada para vivir aquí en el sur de España.
Nosotros la conocimos en Linares en el año 1885”.
La esposa de nuestro hermano Wigstone, en una carta del año 1920, cuenta que:
“Acabamos de regresar de una visita muy interesante a La Carolina, donde la señorita Chilcott ha estado trabajando durante los últimos catorce años.
Dios ha bendecido especialmente su trabajo y estamos seguros que sus amigos en casa estarán interesados de oír algo de las grandes cosas que el Señor ha hecho por ella y por sus colaboradores.
Mi marido, su hija y yo, fuimos a La Carolina para un pequeño cambio de aires, cosa que necesitábamos después de la enfermedad de la señorita Wigstone. Ella está mucho mejor ahora y se ha quedado con la señorita Chilcott por el momento.
Una viuda que anteriormente mostraba un aspecto triste, me dijo: “Oh, ahora, todo está bien señora”. Ahora tenía lágrimas pero, de felicidad, la señorita Chilcott nos contó “que está mujer solía sentarse en su puerta y se burlaba de todos los que entraban y salían del lugar de las reuniones. Últimamente había caído enferma y, la señorita Chilcott, la había visitado por lo que su corazón fue quebrantado. Verdaderamente, se hace querer por las personas del pueblo.
La calle O’Donell, donde vive, es como un centro misionero, la señorita Wigstone y yo, ayudamos a la señorita Chilcott, en la escuela dominical y en la reunión de mujeres del martes”.
La señorita Chilcott, pasó a la presencia del Señor en el periodo de nuestra guerra civil, siendo una de las misioneras que más años ha estado colaborando en La Carolina.
Cuando George Davis, misionero inglés, residente en La Carolina, decide marchar a Galicia en el año 1905, en La Carolina quedó un gran vacío que era aliviado por las visitas que hacían los creyentes de Linares.
La señorita Juanita Chilcott, deja Linares en 1906, para afincarse en La Carolina definitivamente, dedicando toda su vida al servicio del Señor en aquella ciudad. La señorita Chilcott hizo visitas casa por casa y se encontraba con muchas personas deseosas de escuchar la Palabra de Dios por lo que se alegraba de la decisión que tomó.
En el año 1907, dice lo siguiente en una carta mandada a Inglaterra:
“Tengo mucho trabajo aquí por hacer visitando, distribuyendo literatura y estableciendo conversaciones con la gente, siento una profunda necesidad de ser ayudada con las oraciones de los creyentes ya que estoy sola aquí. Tengo unos cincuenta niños en la escuela dominical y han estado viniendo durante el verano a pesar del gran calor.”
En otra carta comentan sobre ella:
“La señorita Chilcott, continúa su trabajo en La Carolina entre las mujeres y los niños con mucha paciencia y perseverancia, está buscando un salón adecuado, es una gran necesidad para el trabajo en general en ese lugar. También hace visitas esporádicas a Bailén y Baños de la Encina”.
James Wigstone, en el año 1912, dice esto de nuestra querida hermana:
“Por muchos días hemos disfrutado de la hospitalidad de la señorita Chilcott en La Carolina, las reuniones son en su casa y, ella, agradece la llegada de predicadores a los cuales aloja en su casa. Los jóvenes la llaman “madre” y realiza tantas visitas como recibe. Vi a una mujer llorar mientras oía, una vez más, del amor de Cristo por boca de la señorita Chilcott.
La Carolina es uno de los lugares de España donde es muy fácil reunir a gente en las casas, en cada una viven varias familias y los vecinos se reúnen con facilidad. La señorita Chilcott es muy apropiada para vivir aquí en el sur de España.
Nosotros la conocimos en Linares en el año 1885”.
La esposa de nuestro hermano Wigstone, en una carta del año 1920, cuenta que:
“Acabamos de regresar de una visita muy interesante a La Carolina, donde la señorita Chilcott ha estado trabajando durante los últimos catorce años.
Dios ha bendecido especialmente su trabajo y estamos seguros que sus amigos en casa estarán interesados de oír algo de las grandes cosas que el Señor ha hecho por ella y por sus colaboradores.
Mi marido, su hija y yo, fuimos a La Carolina para un pequeño cambio de aires, cosa que necesitábamos después de la enfermedad de la señorita Wigstone. Ella está mucho mejor ahora y se ha quedado con la señorita Chilcott por el momento.
Una viuda que anteriormente mostraba un aspecto triste, me dijo: “Oh, ahora, todo está bien señora”. Ahora tenía lágrimas pero, de felicidad, la señorita Chilcott nos contó “que está mujer solía sentarse en su puerta y se burlaba de todos los que entraban y salían del lugar de las reuniones. Últimamente había caído enferma y, la señorita Chilcott, la había visitado por lo que su corazón fue quebrantado. Verdaderamente, se hace querer por las personas del pueblo.
La calle O’Donell, donde vive, es como un centro misionero, la señorita Wigstone y yo, ayudamos a la señorita Chilcott, en la escuela dominical y en la reunión de mujeres del martes”.
La señorita Chilcott, pasó a la presencia del Señor en el periodo de nuestra guerra civil, siendo una de las misioneras que más años ha estado colaborando en La Carolina.
Fuente: Juan López Soto (Linares, Jaén)
Nota: si alguien tiene alguna foto de esta creyente agradeceríamos la enviárais a archivohermanos@gmail.com
Actualización.- José María de Rus nos envía la siguiente rectificación sobre el nacimiento y la muerte de la srta. Chilcoott:
Hola, hermanos,
Sólo unos datos de corrección sobre Jane Chilcott.
Según figura en el libro de Tatford (vol. 8, p. 427), Chilcott murió en el 1938 en Linares a los 84 años, por lo que nació en 1854.
Sólo unos datos de corrección sobre Jane Chilcott.
Según figura en el libro de Tatford (vol. 8, p. 427), Chilcott murió en el 1938 en Linares a los 84 años, por lo que nació en 1854.
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